Fotografías que no sirven
NO HAY QUE olvidar que la fotografía, al margen de su importancia simbólica, detenta un potente valor informativo. Los reporteros gráficos deben conocer a fondo la tarea que les asigna el medio, para que puedan ofrecer una visión propia de la realidad, y contribuir a explicarla. Como ya se ha dicho en esta columna, las fotografías periodísticas son información y no simple decoración.
Varios lectores se quejan de imágenes que se publican sin contexto ni explicación. David Díaz Cerda dice que “el 10 de agosto se publicaron varias páginas especiales sobre el ‘Mes de la Minería’ con fotografías excelentes; sin embargo, no traían información del lugar donde fueron tomadas y, menos, de las instalaciones que mostraban”. La lectora Elizabeth Aranda también reclama por la falta de claridad. Ella recuerda que con ocasión de la noticia del cambio del director del Teatro Municipal, “el diario publicó una gran fotografía del director saliente, pero muy antigua, pero no se aclara cuál era el sentido”. Y, pregunta: “¿por qué La Tercera no aplica su propio manual?”.
Carmen Avendaño, de Curicó, indica que a propósito de una noticia sobre la despenalización del aborto, “el diario publicó una fotografía de tres adolecentes embarazadas, tomadas de otro contexto. Sólo cortaron parte de sus caras para que no se les pudiera identificar, pero no se informa si ellas quieren tener a los hijos que esperan, o no”. Alberto Cárter señala que el 29 de agosto “aparece una gran foto nocturna del ‘Arco de Medicina’ de la Universidad de Concepción para ilustrar la noticia ‘Cruch evalúa que gobierno suba en 15% aranceles para fijar gratuidad’. La imagen no se justifica, porque en el texto no se menciona a Concepción ni a su universidad”. Y agrega: “otra fotografía, que ilustra un artículo sobre especialidades médicas, muestra a cuatro personas (¿estudiantes de Medicina?) que aplican algún tratamiento a un cuerpo, que afortunadamente parece un muñeco, pero nadie explica qué hacen y por qué”.
Todos estos casos, y otros semejantes, desfiguran la función primordial de la imagen, que es centrarse en el hecho vinculado. También es preciso subrayar lo que demandan los lectores: “que se indique qué se quiere representar, y dónde y cuándo fue captada la fotografía”. De otro modo, no sirve.
El Manual de Estándares Editoriales de Copesa indica que “se privilegiará el uso de fotografías actuales y pertinentes”. Cuando sea necesario publicar fotos de archivo para ilustrar contenidos de actualidad, se debe dejar constancia de ello, en lo posible mencionando la fecha en la que fue obtenida la imagen. Pero el empleo de fotos de archivo también exige un cuidado adicional, para evitar que se dañe la imagen de las personas que aparecen en ella. El manual agrega que “todas las notas, artículos y fotografías publicados deberán consignar el nombre del periodista o del fotógrafo responsable de su contenido”.
Hoy -para bien o para mal- la fotografía es una información muy relevante, que se desplaza por las redes sociales y se multiplica y difunde con enorme rapidez. Esto exige un compromiso adicional: verificar si su origen es legítimo y si su publicación puede ocasionar dilemas éticos.
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