Franzen dejó cenizas de Foster Wallace en isla de Juan Fernández

<P> En su visita a Chile en enero pasado, el novelista de <I>Freedom</I> viajó a la isla Alejandro Selkirk. </P>




Traía las cenizas de su amigo en una pequeña caja de madera y nadie lo supo. El escritor estadounidense Jonathan Franzen no se molestó en contarlo: vino a Chile en enero pasado con parte de los restos de David Foster Wallace, pero no se lo dijo a nadie. Menos iba a revelar su plan: lanzarlos en la isla Alejandro Selkirk, tal como se lo encomendó la viuda del autor de La broma infinita. Cumplió: después de un día de trekking lidiando con una lluvia que apenas lo dejaba ver el paisaje, una tarde soleada de fines de enero Franzen encontró un lugar entre los riscos de la isla y arrojó al Océano Pacífico las cenizas. El viento hizo el resto.

El autor de Las correcciones relata su paso por la isla del archipiélago Juan Fernández en un artículo de la edición de esta semana de la revista The New Yorker. Se titula Further Away y en unas 20 páginas, Franzen va y viene sobre Robinson Crusoe, la novela de Daniel Defoe, los efectos de la soledad y el suicidio de Foster Wallace, uno de sus mejores amigos. Esta semana el texto se puede leer íntegramente en el perfil de Facebook de la publicación.

El 17 de enero, Franzen participó en el seminario La Ciudad y las Palabras, de la Facultad de Arquitectura de la UC. Luego dejó Santiago y emprendió viaje a Juan Fernández. Días antes de venir a Chile se reunió con la viuda de Foster Wallace: "De la nada me preguntó si querría llevar conmigo parte de las cenizas de David y esparcirlas en la isla", anota.

En el artículo, Franzen cuenta que, en parte, viajó a Juan Fernández para alejarse de la enorme exposición pública que implicó el éxito de su novela Freedom. Allá, también, lidia por primera vez con la pérdida de Foster Wallace, quien se suicidó el 12 de septiembre de 2008, tras abandonar los antidepresivos que había tomado por años. Según Franzen, fue algo más que un desbalance químico: "Cuando se acabó su esperanza en la ficción, después de años luchando con su nueva novela (la inacabada The pale king), no tuvo otro camino que la muerte", afirma.

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