Franzen recordó a Foster Wallace y recibió medalla en Feria de Guadalajara
<P>El autor de <I>Libertad</I> inauguró el Salón Literario de la FIL y recibió la medalla Carlos Fuentes. </P>
Aves. Jonathan Franzen habla de aves. Vio una muy especial, rarísima, dijo, en el estacionamiento de su hotel. No pudo identificarla, pese a que es un experto. Los pájaros son su obsesión. La otra, la que lo ha llevado a un sitial preferencial en Estados Unidos, es la literatura. Invitado de la Feria del Libro de Guadalajara, ayer, ante la prensa, en el evento contó que pidió durante mucho tiempo a la revista The New Yorker que lo enviaran a la isla Robinson Crusoe para hacer un reportaje sobre aves. En enero de 2011 pudo llegar a Chile. Iba con sus binoculares; también con una caja de madera con cenizas de su amigo, el fallecido David Foster Wallace. Las lanzó al océano Pacífico.
Figura central de la narrativa americana, sobre todo después de su exitosa novela Libertad, ayer Franzen copó el protagonismo de la feria. Al mediodía dio el vamos al Salón Literario -que pasó a llamarse Carlos Fuentes- y por la tarde firmó decenas y decenas de libros. Paralelamente, el gigantesco recinto de la FIL recibía a miles de personas que llenaban los pasillos. El pabellón de Chile también se repletaba, los libros se vendían incesantemente y, ahí mismo, Lucho Gatica recibía la medalla al mérito artístico Pablo Neruda, de manos del ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke.
Rabia y ficción
Franzen estaba ajeno a ese ajetreo. En la conversación con Jorge Volpi, con que dio el vamos al Salón Literario, hablaron de Libertad, las novelas decimonónicas, Facebook, etc. También recibió la primera medalla Carlos Fuentes. Fue central en el diálogo con Volpi su viaje a Juan Fernández, el que dio origen al ensayo llamado Más afuera, precisamente el título de su último libro de no ficción. El ensayo es sobre su relación con Foster Wallace y las posibles razones de su suicidio, que en el volumen se acompaña con textos sobre literatura, cazadores en Chipre, la tecnología, etc.
Según recordó, conoció a Foster Wallace a fines de los 80. Ambos estaban en el mismo negocio: defender la novela. "El era más vanguardista que yo, pero los dos nos preguntábamos por qué debíamos seguir escribiendo novelas si parecía que ya a nadie le importaban. Hablamos de eso en muchas cartas hasta que llegamos a una idea: es una forma de salir de la soledad", señaló.
Tras ese acuerdo, Jonathan y David sacaron del centro de su relación a la literatura. "Después, durante 15 años, sólo fuimos amigos con David. Conversábamos de todo, de cualquier cosa. Nunca hablamos tanto de literatura, éramos simplemente amigos. Su muerte (se suicidó en 2008) abrió un tremendo hoyo de tristeza", confiesa. "Su esposa me dio sus cenizas y creo que, de alguna forma, me estaba dando algo para escribir. Es duro pensar que algo tan personal finalmente se transforme en literatura, pero es algo con lo que un escritor debe lidiar", agregó.
Autor de la premiada Las correcciones, Franzen se instaló como el gran novelista americano actual con Libertad, una historia familiar que retrata de fondo las tensiones nacionales en la era de George Bush. "Traté de escribir una novela política y fracasé", explicó Franzen, agregando que una rabia general con su país terminó moldeando su ruta hasta Libertad: "Durante los años de Bush empecé a sentir que a las buenas personas les estaban tomando el pelo, que las estaban tratando como idiotas", dijo.
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