"Frenemies": todos tenemos más de uno

<P>Son esos amigos apoyadores cuando están con uno y peladores cuando no están con uno. Por qué los mantenemos, porque se parecen más de lo que quisiéramos a nosotros y, por eso mismo, no los vemos bien.</P>




Todos hemos tenido o tenemos, al menos, uno. Son amigos y bien cercanos. Están a nuestro lado para ayudarnos a pasar el trago amargo cuando terminamos una relación. Son de los que incluso se ponen contentos, genuinamente felices, cuando logramos un ascenso en el trabajo... Eso, claro, mientras están a nuestro lado. Porque ni bien nos alejamos un poco comienzan a comentar con otros que no nos merecíamos ese ascenso o, a la primera oportunidad, flirtean con nuestra "ex" y sin asomo de culpa le dicen que "no entiende" cómo ella pasó tanto tiempo con alguien como uno.

Aunque en español no tenemos un termino específico para designar a esta clase de "amigos", en inglés se les llama "frenemies", término que fue incluido el año pasado en el diccionario Oxford para designar a quien consideramos nuestro amigo, pese a la rivalidad que mantenemos. Y no son pocos: un estudio realizado por sicólogos de la Universidad de Utah señala que cerca del 50% de las redes sociales de una persona están conformadas por esta clase de lazos "ambivalentes", que pueden ser familiares, compañeros de trabajo y también amigos que hemos mantenido durante años.

Con los primeros no hay mucho que hacer, parientes son parientes, y con los compañeros de trabajo tampoco, a menos que uno renuncie o a él lo echen. En ese escenario, quedan los amigos y con ellos la pregunta ¿qué nos lleva a conservar una amistad de estas características, en circunstancias que parecen causarnos más daño que bienestar? Estudios han comprobado que cuando se trata de esta clase de amigos, somos "ciegos, incapaces de ver" con claridad ese lado negativo, aunque las "malas amistades" tienen el potencial de elevar nuestra presión sanguínea, disminuir nuestra tolerancia al estrés y hacernos más propensos a desencadenar una depresión.

Otros estudios indican que probablemente, esos amigos se parecen más a nosotros de lo que estamos dispuestos a admitir, en tanto que hay investigaciones que apuntan al hecho de que los beneficios de la amistad -que incluso se ha demostrado influir positivamente en nuestra salud física- eclipsan el impacto negativo de las "puñaladas en la espalda".

Efecto cercanía

Uno de los especialistas que ha investigado el tema es la sicóloga Bella de Paulo, famosa por sus estudios sobre el amor. En uno de los experimentos que realizó, personas debían describir experiencias que las hubieran puesto felices, tristes o enojadas: la primera vez de forma honesta y, la segunda, procurando esconder los verdaderos sentimientos que evocaban esas situaciones. Ambas veces sus reacciones quedaron registradas en video y fueron observadas por amigos cercanos, por personas conocidas y por perfectos extraños.

Como era de esperar, cuando no ocultaban nada eran los amigos cercanos quienes mejor identificaban qué estaban sintiendo sus amigos en esas situaciones. La segunda vez, sin embargo, los resultados fueron totalmente opuestos: los amigos cercanos fueron más erráticos que los extraños en identificar los sentimientos de sus amigos y fueron los conocidos quienes más se acercaron a interpretar las emociones que se mostraban en los videos.

"Puede ser amenazante para la relación identificar esa negatividad en el otro", argumenta Bella de Paulo, quien cree que se gatillan mecanismos inconscientes, capaces de eclipsar nuestra capacidad de ver en el otro sentimientos como el enojo, la tristeza o la envidia. Esta es la razón por la que cuesta tanto convencerse de que un amigo puede traicionar o ya lo ha hecho (probablemente, le suenan frases del tipo "lo esperaría de cualquiera menos de fulanito" o "fulanito es incapaz de decir eso de mí").

De acuerdo con la especialista en relaciones y académica de la U. Florida Atlantic, Stefanie Sarkis, otra de las explicaciones radica en el hecho de que los aspectos positivos de una relación suelen encubrir los aspectos negativos. Es decir, en el caso de la amistad, no hablamos sólo de efectos emocionales. Estudios de las universidades de Harvard, Columbia y Carnegie Mellon han demostrado que las amistades protegen a las personas de enfermedades cardiovasculares, de la pérdida de memoria en la vejez e incluso, hacen que las personas sean menos susceptibles a sufrir enfermedades tan comunes como el resfrío.

Poco saludables

Tiene sentido, pero el problema es que otras investigaciones han probado que difícilmente una amistad ambivalente brindará buenos dividendos para nuestra salud en el largo plazo. Un estudio realizado por especialistas en neurociencia de la U. Brigham Young, EE.UU., analizó las interacciones sociales de más de 100 personas que usaban un monitor de presión arterial durante varios días. Todos debían describir también el tipo de sensación que evocaba esa persona.

Los resultados mostraron que la presión se elevaba en presencia de amigos ambivalentes comparado con buenos amigos, pero lo más curioso fue que el efecto era más intenso que el que desataba la interacción con personas que detestaban en otros ambientes, como la familia y el trabajo. Otros estudios en esta misma universidad probaron que estos amigos disminuyen la resistencia al estrés.

Stephanie Sarkis cree que en muchos casos somos más parecidos a estos amigos de lo que quisiéramos aceptar, lo que dificulta cortar de plano con la relación (después de todo, algo tenían en común cuando se hicieron amigos). ¿Hasta qué punto se puede llegar con ellos. Lo cierto es que todo tiene un límite, pero los especialistas comparan esta clase de amistades con las que se dan en una pareja marcada por las relaciones tormentosas: una suerte de amor y odio del cual resulta difícil escapar.

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