Gavilán y Farías protagonizarán versión de El Loco y La Triste

<P>El Teatro Nacional Chileno estrena en mayo la obra de Juan Radrigán como celebración de su premio nacional. Dirige Raúl Osorio.</P>




Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia. Cuando en 1980 Juan Radrigán escribió El loco y la triste, lo hizo con retazos de muchas personas que había conocido. El dramaturgo cuenta que entre ellos "había una coja que caminaba para adelante, con las rodillas primero, por eso le decían la Volando Voy. La Volando Voy era prostituta y fea además. Yo tomé algo de ella y lo transformé en La Triste. El Loco también andaba por ahí, en el mismo lugar, en la Plaza Almagro, pero era un tiempo muy atrás, cuando era paradero de buses. El Engaña Baldosa le decían, porque parecía que iba a pisar en un lugar, pero no".

El amor entre una prostituta coja y un alcohólico que está a punto de morir de cirrosis es el tronco argumental de El loco y la triste, montaje que estará desde el 9 de mayo en el Teatro Antonio Varas. Raúl Osorio (Esperando a Godot) dirigirá a Francisca Gavilán (Violeta se fue a los cielos) y a Roberto Farías (El último round) como homenaje del Teatro Nacional Chileno a Radrigán por el Premio Nacional que ganó el 2011.

La obra tiene el sello que ha distinguido a su autor: textos poéticos sobre personajes marginales en contextos desesperanzados. Lo distinto es que es una historia de amor, "lo quiero harto, porque me sale poco eso", dice Radrigán explicando por qué este es uno de sus dramas favoritos. Y aunque el equipo que la montará igual la considera una de sus preferidas, difieren en las razones.

Francisca Gavilán había visto una versión de la obra que el propio Osorio montó en 1984, y "la amé, amé esa soledad que tienen los personajes, esta amargura pero a la vez esta felicidad por vivir". Así es que cuando la llamaron para ofrecerle el papel fue tanta la emoción de Gavilán, que cuenta que leyó el texto mientras manejaba de regreso a su casa, "algo muy seguro, que recomiendo", dice entre risas.

A Farías le interesa la profundidad del texto y la vinculación con su propia biografía. "Yo soy de barrio y de niño siempre estuve ligado a todo ese mundo marginal, de mucho alcoholismo, con gente al borde de todo. Son pocas las posibilidades que uno tiene de indagar en esos elementos y enfrentarse a lo que está resonando ahí. Además, para mí, Radrigán es como Shakespeare, un Shakespeare popular".

El tiempo ha agudizado el interés de Osorio por el texto. Aunque lo montó hace 27 años, aclara que no es un remontaje porque ni se acuerda del anterior y porque ahora "la leo como una obra nueva, que me vuelve a seducir. Tiene una poesía que es capaz de entrar en zonas metafísicas, casi irreales, de lo cotidiano. Se dicen garabatos, se echan tallas, pero debajo hay una gran profundidad. Es un iceberg".

Un trozo de hielo en el que habitan solo dos personas. Lo que para Osorio significó un desafío al elegir a su equipo. "Entre más chico el elenco, más complicado. Se requieren actores que sean muy buenos comediantes, pero que además puedan dar la profundidad del teatro".

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