Giovanna Chirri, vaticanista de la agencia Ansa: "La relación operativa entre el Papa Francisco y Benedicto XVI es el sello de este Pontificado"
<P>Para la destacada periodista existe una relación especial entre el actual Pontífice y su antecesor, que ha marcado estos primeros 100 días. </P>
Giovanna Chirri es una experimentada vaticanista de la agencia de noticias Ansa. Se hizo conocida a nivel mundial en febrero pasado, al entregar en forma exclusiva la información de que el Papa Benedicto XVI había renunciado. En esta entrevista, Chirri se refiere a los primeros 100 días del Papa Francisco como Pontífice.
¿Qué balance se puede trazar de los primeros 100 días del Papa Francisco?
Los tiempos de la Iglesia no son rápidos y 100 días resultan poquísimos. Más que balance, podemos expresar impresiones. Por un lado, en el marco de la novedad y por el otro, de la continuidad. Creo que la dimisión de Benedicto XVI desencadenó un inevitable proceso de cambio, que este Papa representa de forma ejemplar, porque es todo nuevo en él, todo por descubrir. Me llama mucho la atención, por ejemplo, el hecho de que es el primer Pontífice que no participó en el Concilio Vaticano II. Sin embargo, está perfectamente encarrilado en las vías marcadas por aquel Sínodo. El concepto de la Iglesia de los pobres -"¡Cómo querría una Iglesia pobre y para los pobres!", dijo a los periodistas nada más ser elegido- es predominante en todos sus discursos y actos. Hoy también (miércoles), hablando a la FAO pidió que la comunidad internacional se preocupe por el hambre en el mundo, y parecía estar hablando también de su propia acción como hombre de gobierno. Aquí llegamos al aspecto que lo coloca en una línea de continuidad con sus antecesores. La Iglesia de los pobres es lo que dijo Roncalli (el Papa Juan XXIII) un mes antes de abrir los trabajos del Concilio. Ratzinger llamó la Iglesia "misionera" a finales de abril de 2005, recién elegido, y escribió dos encíclicas sociales potentes. Bergoglio quizás llegó a ser Papa por eso, porque ejemplifica con más evidencia este aspecto que en su antecesor se quedaba menos visible.
Los encuentros entre los dos papas también son algo inédito. ¿Tenemos que acostumbrarnos?
Las imágenes de dos hombres de blanco que se abrazan es algo que nunca olvidaremos y que no se podía imaginar hasta que no lo vimos. Creo que entre el Papa Francisco y Benedicto XVI existe una relación importante. Creo que la fortalecen el carácter del Papa Francisco y también la historia que llevó a su elección -las dimisiones improvisas del predecesor-. Sé que hablan con cierta regularidad y tengo la impresión de que incluso se ven sin que lo sepamos, ¡viven tan cerca el uno del otro ahora! El Papa Francisco es el tipo de persona que puede aprovechar el diálogo con Benedicto XVI para mejorar su misión. Por supuesto, manteniendo su autonomía. Pero la relación de fraternidad, incluso operativa, entre los dos es el sello de este Pontificado.
¿Qué otros aspectos que le parecen significativos para conocer qué tipo de Iglesia será la de Bergoglio?
Me parece esencial subrayar cómo no se mudó al palacio Apostólico. Esto -según explicó- le permite vivir mejor la dimensión de comunidad como hombre de fe. Pero desde un punto de vista operativo, le permite no estar vinculado a la burocracia, sepultado por secretarios y en apartamentos a los que pocos pueden acceder. En la casa Santa Marta puede hablar con quien quiera, escuchar quién asiste a la Misa, a quien va a comer, mantiene el pulso sobre la realidad de la Iglesia. Luego, no cabe duda de que suscita simpatía. Esto puede no servir de mucho a un Pontífice, pero en él está injertando un proceso pastoral de acercamiento de los fieles. Muchos párrocos romanos me comentaron que en Semana Santa confesaron a mucha más gente que los años pasados por efecto directo de las palabras de Bergoglio, que insiste sobre la misericordia de la Iglesia.
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