Girardi y las 10 horas de toma en el Congreso

<P>Los incidentes en la Cámara Alta y el posterior respaldo de la Concertación al senador estuvieron rodeados de controversia. El siguiente artículo relata las versiones de los protagonistas, como parlamentarios, ministros, funcionarios del Congreso y manifestantes.</P>




Jueves 20 de octubre, 12.05. Tal como lo tenía previsto desde hace algunos días, el presidente del Senado, Guido Girardi, abandonó la sede del Congreso en Santiago para dirigirse hasta la casa del embajador de EEUU, Alejandro Wolff. Antes de ingresar a la residencia, donde estaba invitado a almorzar, dejó su celular en silencio. Los siguientes minutos los dedicaría a iniciar una larga conversación con el diplomático, que giraría en torno a la visita de tres premios Nobel a fines de mes y, sobre todo, del complejo escenario que atraviesa actualmente la política chilena.

Casi a esa misma hora, un grupo de 50 personas irrumpía en la sede del Parlamento e iniciaba una toma que se prolongaría por las próximas 10 horas. Habían llegado preguntando por Girardi, tras sobrepasar a la guardia policial del Congreso. Querían entrevistarse con él y exigirle que comprometiera una reforma constitucional para plebiscitar diversos temas de la agenda. Su jefe de gabinete, Juan Walker, sólo tenía una respuesta: el senador no estaba ubicable y trataría de contactarse con él.

En el edificio de calle Compañía las cosas habían salido según lo planificado. La toma del colectivo Democracia para Chile, que agrupa a ecologistas, estudiantes secundarios, apoderados y minorías sexuales, había comenzado a organizarse una semana antes. Fue el viernes 14, cuando el líder ambientalista Luis Mariano Rendón se juntó con otros dos integrantes de la agrupación. La operación fue hermética. Querían evitar filtraciones y lo lograron. La mayoría de los 47 manifestantes que llegarían al Congreso, una veintena de ellos menores de edad, se enteró de sus planes horas antes de que fueran convocados vía e mail o mensajes a sus celulares.

Rendón ya había recorrido el Congreso tres días antes de la toma. Se trataba de la primera "avanzada", donde chequeó cuántos carabineros y guardias había en la entrada. A su regreso conversó con otros dirigentes y la conclusión era nítida: no era difícil burlar la seguridad del Parlamento. El plan terminó de afinarse el miércoles 19 a las 5 de la tarde en un local del centro de Santiago. A la reunión asistieron no más de 10 personas, quienes participaron en el diseño de la operación. Se acordó, además, convocar al resto de los participantes para las 10 de la mañana del día siguiente en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, de calle Compañía. A la cita no llegó toda la gente esperada, por lo que decidieron hacer nuevas invitaciones telefónicas. En el intertanto distribuyeron roles. Una persona, la misma que estaba encargada de grabar el ingreso para después subirlo a la página web Youtube, debía ingresar al recinto diciendo que tenía audiencia con Girardi. El segundo paso era más brusco. Un grupo de alumnas del colegio Carmela Carvajal, que terminaron siendo 15 en total, se encargarían de abrazar a los carabineros para neutralizarlos.

"Buenas tardes, esta es una toma pacífica", señaló el dirigente Marcos Moya a un guardia del Congreso. "¿Y toda esta gente?", respondió el funcionario. "Vienen conmigo", fue la escueta explicación.

El plan había funcionado. A las 12.42, con la puerta principal del Congreso controlada, ingresó una treintena de adultos. "Entramos corriendo al salón Pedro León Gallo, tal como lo habíamos definido. El fue un revolucionario que encabezó una sublevación contra Manuel Montt exigiendo cambios constitucionales. Igual que ahora", señala José Miranda, miembro de la agrupación Alerta Chile. El operativo incluyó la instalación de una twitcam para transmitir online todo lo que ocurría.

Una hora antes de la ocupación, el senador Alejandro Navarro había acudido a la Contraloría a presentar un requerimiento. En el edificio se encontró con algunos apoderados que más tarde se unirían a la toma. "Dialogamos durante una media hora. Ellos me pidieron una reunión y les dije que podía en el ex Congreso entre las dos y media y las tres de la tarde", señala Navarro. "Yo me he reunido con ellos en numerosas oportunidades. Creo que cuando ingresaron lo hicieron con mi nombre y fueron recibidos por mis asesores", añade el parlamentario.

En el Congreso se logró aislar a los manifestantes en un salón. Los únicos senadores que estaban en el edificio eran Jaime Quintana (PPD) y Mariano Ruiz-Ezquide (DC). La interlocución de los parlamentarios fue con Rendón, quien pedía hablar con Girardi. Después de 15 minutos de conversación acordaron que si no había desórdenes podrían esperar allí al senador PPD. El diálogo fue a ratos tenso, pero terminó con Ruiz Esquide enviándoles bebidas y galletas con cargo a su bolsillo. "Les mandaré refrescos para ver si se les enfría la cabeza", les dijo.

La conversación concluyó a las 13.30. Ruiz Esquide se fue a recibir a un embajador, Quintana tenía agendado un viaje y los manifestantes permanecieron más de dos horas transitando libremente por el lugar sin tener contacto con autoridades. A esa altura, Girardi tenía varios llamados perdidos en su celular. No sólo de los parlamentarios de la DC y el PPD. Otro contacto telefónico fue el de Andrés Zaldívar, quien terminó llamando a la oficina del presidente del Senado al enterarse de la situación. La respuesta que le dio el jefe de gabinete de Girardi fue que la toma era pacífica y estaba controlada.

Los manifestantes volvieron a tener contacto con un senador a las tres de la tarde. Se trataba de Navarro, quien, pese a ser avisado de la toma, había estado en una reunión en el restaurante Don Quijote, en frente del Congreso. Navarro conversó brevemente con los manifestantes y se retiró a la sesión de la comisión mixta de presupuesto, a la que asistiría el ministro Felipe Bulnes. Quince minutos después llegó el PS Carlos Montes, presidente de la comisión. El diputado cuenta que a esa altura ya estaba enterado de la toma y que alertó a una asesora de Bulnes para que el secretario de Estado no entrara por la puerta principal.

Eran cerca de las 15.30 y Girardi tomaba su celular, luego de concluir su almuerzo con el embajador Wolff. Entonces llamó a su jefe de gabinete, quien le dijo: "Rendón se está tomando el Congreso". Girardi emprendió entonces rumbo al edificio.

En el Congreso, los manifestantes seguían esperando a Girardi. Rendón y un dirigente secundario salieron del salón León Gallo a hablar con la prensa. Pocos minutos después, un pequeño grupo de alumnas del Carmela Carvajal que regresaba del baño avisó al resto que el ministro Bulnes estaba en el edificio. Lo habían divisado a través de pequeños espacios visibles de los vidrios empavonados que rodeaban el Salón de los Presidentes. Rápidamente, los ocupantes avanzaron los cerca de 50 metros que los separaban del lugar donde en ese instante el sacerdote Fernando Montes exponía ante la comisión de presupuesto.

Agolpados en el exterior del salón, gritaban consignas por la educación gratuita a la vez que golpeaban fuertemente las ventanas y las puertas del salón. "Hasta ese momento los invitados no sabíamos nada sobre la ocupación. Nos mirábamos las caras y yo no sabía si seguir hablando", afirma el sacerdote. "Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que los escoltas del ministro estaban sólo en una de las entradas. Empujamos otra puerta hasta que pudimos quitar un sofá que la bloqueaba desde el interior", dice Fernando Muñoz, del movimiento de diversidad sexual.

En cosa de segundos el grupo entró y rodeó la mesa en la que estaban, entre otros, el ministro Bulnes y los parlamentarios Andrés Zaldívar, Alejandro Navarro, Ena von Baer, Alberto Espina, Pepe Auth, Carlos Montes y Lily Pérez. "¡Ahí están, ellos son, los que venden la nación!", vociferaban apuntando con sus dedos a las autoridades.

"¡Míranos a nosotros, huevón, míranos a la cara!", gritaba una alumna del Carmela Carvajal encarando a Bulnes. Fueron ocho minutos de recriminaciones. "¡Que se vayan todos!", repetían en coro la frase patentada por los piqueteros argentinos tras la caída de Fernando de la Rúa.

Los parlamentarios se quedaron mirando cómo las alumnas del Carmela Carvajal se subían a la mesa, frente al ministro, gritando: "¡Plebiscito, plebiscito, plebiscito!". Luego, unos alumnos del Internado Nacional Barros Arana (Inba) le lanzaron una polera del colegio al diputado Pepe Auth (PPD). "Acuérdate de tus orígenes", le dijeron a Auth, ex alumno de ese liceo.

Los manifestantes siguieron increpando al ministro con más fuerza: "¡Andate a tu empresa, ministro¡ ¡Vas a caer!". La senadora Lily Pérez, de acuerdo a varios testimonios, les decía a los jóvenes: "¡váyanse a estudiar!", y el resto permanecía impávido en sus asientos. El ministro sólo miraba de reojo con Alberto Espina hasta que tomó sus carpetas y fue sacado del salón por sus escoltas. El forcejeo casi lo hizo tropezar. La imagen caló hondo en la DC y La Moneda.

A las 16.02 horas, Girardi llegó al ex Congreso. Se reunió con su jefe de gabinete y pidió más información. A poco andar se encontró con el senador Navarro, quien lo acompañó durante toda la jornada. El senador PPD luego se dirigió a la sala Pedro León Gallo, donde permanecían los manifestantes, que seguían desplazándose libremente por el edificio.

El senador reconoció a un militante PS y a Rendón, que se le acercó para contarle el objetivo de la toma: exigir un cambio constitucional que permitiera los plebiscitos vinculantes. Toda la escena fue grabada con cámara de video por los ocupantes, para luego ser subida a YouTube y transmitida en directo por streaming. Algunos extractos de la intervención de Girardi quedaron registrados en la web.

"Primero, yo no tengo ningún problema que ustedes estén acá en el Senado. Estoy de acuerdo con que el Congreso debe pertenecer a los ciudadanos. De ninguna manera los voy a desalojar, porque creo que este Congreso les pertenece a todos. Lo único que les pido es que tengan respeto por nuestras tradiciones, ya que esto es un monumento histórico, en el sentido que no se destruya y se cuide. Pero si quieren, se pueden quedar hasta mañana, hasta pasado. Este presidente del Senado no tiene ningún problema", señaló Girardi a los manifestantes.

"¿Y eso cuándo se va a poner en tabla para que se vote?", preguntó uno de los activistas. "Tiene que ir a la Comisión de Constitución para que lo vote", dice el senador. "Podremos ganar o perder, pero yo como presidente del Senado y presidente de la mesa...", respondió el presidente del Senado. "Pero usted tiene la capacidad de insistir desde adentro", le contestó otro manifestante. "Soy absolutamente partidario de que tengamos plebiscitos, de que tengamos una reforma constitucional y tengamos una nueva Constitución", planteó entonces el presidente del Senado.

En el diálogo, según aparece en la web, Girardi se mostró a favor de los plebiscitos para resolver los problemas en educación y terminar con la Constitución "autoritaria y dictatorial" y se declaró contrario a HidroAysén. También manifestó la urgencia de cambiar el sistema electoral binominal y de una reforma tributaria. "Les propongo que presentemos un proyecto de reforma constitucional", planteó al grupo.

Tras el primer diálogo, Girardi caminó hasta la Sala de los Presidentes, donde se había reiniciado la sesión mixta de presupuestos sin el ministro Bulnes. En el salón ya se encontraban los dirigentes estudiantiles Camila Vallejo y Giorgio Jackson. El senador PPD interrumpió la reunión para informar al diputado Montes, quien dirigía el encuentro, que la toma estaba controlada. Y le dio garantías para continuar la sesión.

Media hora después, mientras exponía el rector Juan Manuel Zolezzi, un funcionario del Congreso ingresó nuevamente a la sala para avisarle a Montes que la situación estaba siendo nuevamente compleja. El diputado tocó la campanilla y suspendió la sesión.

A esas alturas ya había otros manifestantes en las afuera del Congreso. El senador pidió a Carabineros que levantara un cerco de seguridad alrededor del recinto y que resguardaran los pasillos entre el salón León Gallo y los baños.

Girardi estaba tenso. Entraba y salía de su oficina y de la sala donde permanecían los activistas. Al menos en tres ocasiones salió hasta calle Morandé para conversar con el comandante de las Fuerzas Especiales.

Girardi no repondió su celular durante el resto de la jornada. Los manifestantes le impidieron ingresar con el aparato a la sala Pedro León Gallo. A eso de las 5 de la tarde fue a su oficina y se percató de que tenía llamadas perdidas del ministro Rodrigo Hinzpeter. El senador se comunicó con el titular de Interior desde el teléfono de su despacho. El diálogo fue tenso. Hinzpeter le señaló que tenía disponibles a las Fuerzas Especiales de Carabineros y que había que desalojar de inmediato. "No, Rodrigo, no voy a hacer eso", le respondió Girardi. "Este es mi territorio".

Media hora después, Girardi recibió una nueva llamada a su oficina. Esta vez era Alberto Espina, quien le solicitó formalmente a nombre de la bancada RN que desalojara a los manifestantes. Pero Girardi otra vez se negó. Lo mismo le reiteró luego al comandante de las Fuerzas Especiales.

Al mismo tiempo, desde Twitter, Facebook, sus celulares y tres computadores, los manifestantes se enteraron de que los ministros Hinzpeter y Andrés Chadwick apostaban por desalojarlos del lugar. Girardi les reiteró su compromiso de no hacerlo, pese a que en un momento algunos activistas le plantearon que pensaban quedarse en el edificio y no salir ese día. Tras un largo tira y afloja le pidieron a Girardi garantías.

A las 17.45 el senador del PPD llamó al ministro del Interior. Le preguntó si el gobierno iba a iniciar acciones legales contra los activistas, ante lo que Hinzpeter le respondió que no había una decisión tomada y le preguntó hasta qué hora pensaba seguir dialogando.

Girardi regresó al salón Pedro León Gallo y les comunicó a los manifestantes que tras su salida les iban a realizar un control de identidad, lo que implicaba pasar por una comisaría. Los activistas entonces realizaron una asamblea. Querían dirimir sus cursos de acción.

El grupo exigía la presencia de la prensa y de parlamentarios. Poco después de las seis de la tarde el senador Navarro comenzó a realizar llamadas telefónicas para que algunos diputados se trasladen al ex Congreso, lo que terminó con la presencia de Hugo Gutiérrez (PC), Gabriel Silber (DC), Sergio Aguiló (PS) y Cristina Girardi (PPD). A esa altura, el senador del PPD había tomado contacto con el ministro Bulnes, quien le dijo que consideraba inaceptable lo ocurrido. Girardi insistió en que él quería privilegiar el diálogo. En ningún momento le ofreció excusas. Tras una larga discusión, el senador le dijo: "Felipe, me están llamando desde afuera. Tengo que cortarte. Hablemos mañana".

A través de Twitter comenzó a circular un llamado a saltar por las rejas del Congreso e instalar una carpa en el jardín, al estilo de los indignados en España. Girardi se enteró y de inmediato habló sobre esa amenaza con el coronel a cargo de la seguridad del lugar. Luego volvió al salón Pedro León Gallo a conversar con los manifestantes, que le exigieron cerrar un acuerdo por escrito. Le pidieron que tuviera la firma de todos los parlamentarios presentes.

El senador PPD lo conversó con ellos y consigió su apoyo. Las tratativas se extendieron por más de una hora. El texto se redactó cerca de las 7 de la tarde en la oficina del jefe de gabinete del senador. Fue el mismo asistente quien tipeó el documento. A su lado estaba Rendón y los voceros de los estudiantes secundarios, ecologistas y de los apoderados.

"Los parlamentarios abajo firmantes se comprometen con la ciudadanía a impulsar con carácter de urgente un cambio a la Constitución que permita establecer el plebiscito vinculante para cualquier tema de interés público. Para esos efectos, el próximo jueves 27 de octubre recibiremos las propuestas que las organizaciones ciudadanas, que se han manifestado el día de hoy pacíficamente al interior del Senado, nos hagan llegar", señala la carta.

Girardi y los diputados terminaron rubricando la hoja a las 21.30 en un acto público, ante la presencia de camarógrafos y los gritos de los manifestantes.

El senador le había sugerido a Rendón no aludir a otros conflictos en el documento, como HidroAysén y educación. En cambio, le aconsejó que tuviera un contenido más genérico, a lo que éste accedió.

Al firmar la carta, sin embargo, los secundarios insistieron en permanecer toda la noche con el Congreso en toma. Sobrepasado, Girardi conversó con el ecologista y le planteó que no se estaba cumpliendo el acuerdo.

Los secundarios cedieron cerca de las 10 de la noche. Pero a la salida del Congreso se dieron cuenta de que los esperan piquetes de carabineros y carros policiales. En ese momento intentaron retroceder. Entonces los diputados Aguiló, Gutiérrez y Silber les ofrecieron acompañarlos. "No queremos que nos acompañe ningún político", fue la respuesta.

En la DC existía profunda molestia al conocer el contenido de la carta. A esa altura, Bulnes ya había acudido a estampar una denuncia en la Tercera Comisaría de Santiago Centro.

Andrés Zaldívar llamó a Girardi cerca de las 11 de noche para quejarse por la situación. En paralelo, Jorge Pizarro conversó en dos ocasiones con el senador PPD. Además de trasmitirle el malestar de su partido, le hizo ver la necesidad de que corrigiera sus primeras declaraciones, donde no rechazó los hechos de violencia.

Desde Curicó, Zaldívar organizó una reunión de los senadores de la DC para el día sábado a las 18.30 horas. El encuentro se realizó en departamento del timonel Ignacio Walker. Llegaron Pizarro, Eduardo Frei, Soledad Alvear y Patricio Walker. Reunidos en el living, y tomando sólo té, café y agua, los parlamentarios debatieron sobre la conducta de Girardi. En el diálogo coincidieron en que en ningún momento había condenado la toma, que al firmar el documento había validado que actos de violencia pasaran por una "manifestación pacífica" y que había firmado un documento bajo presión.

Los seis senadores fueron duros y críticos del comportamiento de Girardi. Pero estuvieron de acuerdo en que sería un error político apoyar el voto de censura que anunció la Alianza para sacarlo del cargo. Estaban dispuestos a salvarlo por varias razones.

No querían poner en riesgo a la Concertación y menos por Girardi, quien genera anticuerpos en el partido. Tampoco estaban dispuestos a darle espacio para que adquiriera protagonismo y se victimizara. Fue lo que la DC le hizo saber a La Moneda.

A esas alturas en el gobierno muchos pensaban que había sido un error poner el foco de la crítica a Girardi en que no desalojara con Carabineros, en vez de ponerlo en el hecho de que la principal autoridad del Senado no había condenado la invasión ni criticado a los manifestantes.

A cambio de su apoyo, la DC le pidió a Girardi condenar públicamente la toma, realizar una investigación interna, denunciar los hechos a la justicia y tomar medidas de seguridad en el Senado para que esto no vuelva a ocurrir. Lo comunicaron la noche del sábado.

Girardi tuvo múltiples conversaciones con dirigentes de todos los partidos de la Concertación. Los contactos clave los mantuvo con los PS que defienden la candidatura presidencial de Michelle Bachelet. Uno de ellos fue el timonel Osvaldo Andrade. Otro fue Camilo Escalona. En el girardismo no hubo dos lecturas: el apoyo de los socialistas apuntaba a consolidar el apoyo que ha dado el parlamentario PPD a Bachelet, siempre y cuando realice un programa más radical.

Los socialistas y Girardi coinciden en que la ex presidenta es la única carta fuerte de la Concertación para las elecciones de 2013. Al PS, además, le interesa contar con Girardi, quien controla buena parte de la máquina PPD y no es partidario de la aspiración de Ricardo Lagos Weber ni Carolina Tohá.

En ese contexto, Escalona no sólo apoyó a Girardi. También le recomendó tomarse unos días de vacaciones para que el conflicto no siguiera escalando.

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