Gonzalo Vial habla de su pasión por la crianza de caballos chilenos
<P>Este sábado, el empresario remató 50 caballos de su criadero Lo Miranda, en un evento que organizó en el fundo La Ramirana, en la VI Región. Fue un día especial para el dueño de Agrosuper, cuya pasión por el rodeo y la crianza partió mucho antes de los inicios de su <I>holding</I> alimenticio.</P>
En los cerca de 30 años que han pasado desde que partió con su criadero, el empresario Gonzalo Vial nunca había abierto las puertas del fundo La Ramirana, en la VI Región, para un remate de sus propios caballos. Este sábado fue la primera vez, en un evento que congregó a centenares de hombres de campo y en el que se subastaron 50 ejemplares de raza chilena, de no más de dos años y medio cada uno.
Para el dueño del holding Agrosuper, fue un día especial. "No me gustan los remates, porque es como vender un hijo o un nieto. Yo preferiría quedarme con todos, pero bueno... la verdad es que me encaballé", cuenta. Con eso se refiere a que tiene muchos animales en su campo y que ya es hora de reducir el número. "Me di cuenta de que no los conocía a todos por su nombre. Por eso, en adelante la idea es producir no más de 10 potrillos al año y que cada uno tenga un trato más personalizado", dice.
En total, hoy en el criadero Lo Miranda -considerado uno de los grandes- hay 150 caballos. Vial quiere quedarse con un tercio de ellos. Por eso, al remate de ayer sumará otro en noviembre, algo excepcional en el mundo de la crianza, subraya, donde las subastas ocurren normalmente una vez por año. A estas alturas, él ya tiene muchas a cuestas. Las primeras, recuerda, fueron en la medialuna de Rancagua. Después se cambió al club Gil Letelier y en ocasiones, también, programó sus remates en el Club Hípico, en Santiago. En todos estos años, advierte, las cosas han cambiado. Antes los huasos, como él los llama, compraban al contado. "Con el tiempo hubo más facilidades de pago y ahora pagan en 15 cuotas. Pero en Brasil es más: las ventas se hacen a cuatro años plazo", agrega.
La Chambona
Vial tiene sus pesebreras en la misma zona donde partió, en 1955, con unos pocos pollos y apenas dos trabajadores. Ahí dio forma a Agrosuper, un grupo cuya facturación se calcula en unos US$ 1.000 millones anuales y que da empleo, directa e indirectamente, a unas 20 mil personas. Pero se trata de cosas separadas, advierte. "Esto no es un negocio, es un hobby que cuesta plata, pero nada más. Yo me gano el dinero con los cerdos y los pollos y lo pierdo con los caballos y los peces", prosigue, refiriéndose a su negocio de salmones.
La suya es una pasión de toda la vida. Vial es el menor de 10 hermanos y como buen hijo de agricultores pasó todos sus veranos en el campo e hizo todos sus estudios en Santiago. Cuando tenía 10 ó 12 años, calcula, solía ir al rodeo de la Quinta Normal. El día anterior, después de arreglar sus aperos, "prácticamente no dormía". A partir de entonces nunca abandonó el gusto por la medialuna.
Cuando llevaba apenas ocho años con su empresa, tuvo dinero para comprarse su primera yegua, la "Chambona". "Me acuerdo que el día del remate su dueño no la quería dejar ir, porque nadie ofreció el precio que pedía. Pagué el equivalente a 1 millón de pesos por ella", recuerda. Con la "Chambona", que le salió buena, partió en las competencias, a los 27 años. "Más o menos a los 55 años lo dejé. A esa edad uno tiene más cabeza, están los hijos (él tiene cuatro) y la familia. Y la empresa, por otra parte, había crecido. Me pasó también que empecé a mirar a los de mi edad, que se iban poniendo muy malos. Al final, todo tiene su ciclo", relata.
Aunque abandonó las canchas y hace una década que ya no es parte de la directiva de la Federación de Rodeo, a través de Lo Miranda sigue en el ruedo. Vial, sin embargo, ya no es un asiduo del rodeo, que parte en septiembre y termina en la última semana de marzo o en la primera de abril, con el Champion de Chile. "Aún ahora sigo topeando y monto todos los días, desde las 7.30 en la mañana hasta que llego a mi oficina, a las 10.30. Ya cumplí los 75 años, así que puedo tomarme algunas licencias, aunque igual trabajo más de ocho horas", aclara.
Vial se alejó del rodeo, pero no del día a día de su criadero. Le gusta ver cómo nacen, cómo se crían y cómo se amansan los caballos. En su staff trabaja una docena de personas. Tan encima está de todo que los nombres de los potrillos no los pone nadie más que él. Para elegirlos se ayuda del Stud Book -una especie de registro civil de la raza equina- y elige una letra por año. Partió con la A y a estas alturas ya casi ha dado vuelta el abecedario entero unas dos veces. Los caballos que remató este sábado, en su mayoría, empiezan con la jota. Sobre "Jocosa", "Jalea", "Julepe", "Juanita" y "Juicioso", entre otros, Vial tiene puros elogios. "Toda la vida, desde que tengo memoria, me han gustado los caballos", resume.
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