Guano
En Perú lo saben. La demanda por guano -ese fertilizante natural basado en el estiércol de las aves- está creciendo. Sobre todo porque el precio de los fertilizantes sintéticos se ha disparado y porque la comida orgánica es cada vez más popular e impone la regla de evitar cualquier elemento químico. Así, y aunque está lejos del boom que experimentó en el siglo XIX, el guano está de vuelta.
El guano se encuentra en abundancia en las islas de la costa peruana, donde un clima excepcionalmente seco preserva bien el excremento de las aves marinas. Pero alguien debe rasparlo de la tierra dura y depositarlo en barquitos que lo llevan a tierra firme, en el norte del país. Y ese alguien son obreros no calificados que vienen de la sierra, que generalmente hablan quechua y que se encargan de la ingrata y agotadora tarea. Les pagan cerca de 600 dólares al mes, más del triple de lo que ganarían trabajando en sus pueblos de origen.
Estas fotografías fueron tomadas en la isla Guañape. Los trabajadores se levantan aquí antes del amanecer para raspar el guano endurecido con palas y pequeñas picotas. Muchos van descalzos. Muchos usan pañuelos en sus bocas y en sus narices, básicamente para no tragar polvo. Afortunadamente para ellos, el guano no tiene olor, salvo un ligero toque de amoníaco.
Se calcula que cada trabajador encargado de trasladar el guano hasta las barcazas carga al día alrededor de 125 sacos, con un peso aproximado de 50 kilos cada uno. Debe caminar con eso al hombro un promedio de 50 metros cada vez. Si se le aplica matemáticas, se concluye que diariamente -y sumando todos sus viajes- cada trabajador carga unas 6.25 toneladas de guano.
En la tarde, cuando terminan las faenas, los trabajadores están recubiertos de guano y ocurre entonces que toda la gran escena frente a uno -el paisaje, los cuerpos- luce del mismo color.S
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