Guillermo Machuca: "Las artes visuales siempre han sido degradadas en Chile"
<P>Una lectura mordaz del arte local realiza el crítico en su libro <I>El traje del emperador</I>, que acaba de llegar a librerías.</P>
Para Guillermo Machuca (49), el arte chileno siempre se ha desarrollado como una comedia de errores y malentendidos. Una historia trazada por la relación fallida de sus protagonistas: los artistas, que intentan mostrar y posicionar sus obras; el público que los ignora, rechaza o no los entiende, y un grupo de críticos, teóricos y periodistas que buscan mediar y darle algún sentido al discurso artístico.
En El traje del emperador, su nuevo libro editado por Metales Pesados, el crítico y docente de la U. de Chile, Arcis y Diego Portales, desentraña las paradojas del arte chileno, en las últimas cuatro décadas. Irónico, bien documentado y evitando el lenguaje hermético que a veces abunda en la crítica de arte, Machuca cuestiona el rol del artista hoy y su relación con la política y el Estado. Repasa episodios actuales, como la Trienal de Chile en 2009, y otros como la visita de Roberto Matta al programa de TV Esta noche se improvisa, en 1972. Allí, el pintor fue ninguneado por la crítica debido a su apoyo al gobierno de Allende y se le sacó en cara su origen pudiente. "¿Es cierto que te fuiste a París a desclasarte? Según veo sigues teniendo cara de aristócrata", le lanzó el periodista Sergio Vodanovic en el mencionado programa. En las páginas siguientes, Machuca analiza el arte en los años 80, teniendo como centro el envío chileno a la Bienal de París de 1982, curado por Nelly Richard, donde el obeso artista Carlos Leppe realizó una mítica acción que terminó con él vomitando en el baño del Museo de Arte Moderno de esa ciudad.
¿Por qué es importante la acción de Leppe para entender el arte chileno?
1982 es el año en que Chile expone su vanguardia en París y lo hace con un reflujo estomacal. No es antojadizo. Refleja a un Chile que come mala comida, que usa ropa americana y que termina vomitando en un ascético baño para decirle al mundo que nuestra vanguardia no es lo que se imagina. El arte que más me gusta de Leppe es el que va desde 1975 hasta 1982, luego su cuerpo como su peso específico en el arte se fue ablandando y adelgazando. Pasó lo mismo con el arte, que perdió su espesor con el paso de la dictadura a los años de Concertación.
¿Cómo se dio la relación entre críticos y artistas en los 80?
Justamente, el trabajo de Leppe perdió su peso cuando se separó de Nelly Richard, quien articuló su discurso artístico. En esos años se dieron parejas muy provechosas. Richard con Leppe y Juan Dávila, Dittborn y el Cada, Gonzalo Díaz y Mellado. Cuando esas sociedades se rompieron se perdió el espesor de la obra. Los críticos emigraron a la sociología, la ciencia política y la relación con los artistas nunca más se reprodujo.
Si antes fue la situación política, ¿qué hito debiera tomar hoy un artista para producir?
El único hito es el terremoto. El tema de Chile es el paisaje exuberante y violento. Ahí vemos la obra de Fernando Prats sobre el terremoto en la Bienal de Venecia y a los políticos hablando de cómo se presenta la imagen turística del país y promociona las bellezas del sur de Chile. Estupideces. El arte chileno siempre ha estado sometido a una institución política que no entiende nada sobre arte y que lo banaliza. Lo mismo sucedió cuando se presentó el Iceberg en la Expo Sevilla de 1992, todos dijeron que les encantaba porque fomentaba el turismo. Eso es una imagen banal del arte, como simple ilustración de algo. Falta una lectura más crítica y espesa del terremoto y no a Prats mostrando una cosa estetizada y bonachona de Chile.
¿Qué te parecen los otros chilenos en Venecia?
A Foschino lo encuentro interesante y Preece es uno de los mejores artistas chilenos, junto a Patrick Hamilton, Demian Schopf y Livia Marín. De hecho, creo que Preece debiera haber sido nuestro artista principal en Venecia y no Prats.
¿Debiera el arte tener un tono más político?
El asunto es que las artes visuales siempre han sido degradadas en Chile, frente a la figuración que han tenido los escritores, los actores e incluso los músicos. El artista chileno es muy torpe en sus relaciones sociales y nunca ha sido invitado al banquete del poder, como lo estuvo Neruda con Allende o Vargas Llosas ahora. Quién podría hacer el peso ahora. ¿Balmes?, está viejo, ¿y Matta?, ya murió.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.