Henry Kissinger: "Mao consideraría muy materialista la China moderna"

<P>Para el ex jefe de la diplomacia de EE.UU., el Partido Comunista chino, que acaba de cumplir 90 años, va camino de convertirse en una versión asiática del PRI mexicano.</P>




El ex secretario de Estado Henry Kissinger, de 88 años, ha sido por décadas un agudo observador de China. Fue clave en el histórico viaje del Presidente de EEUU Richard Nixon a ese país en 1972 y acaba de lanzar el libro On China. En entrevista con Der Spiegel habló de sus encuentros con Mao Tse Tung, del futuro del Partido Comunista Chino -que acaba de cumplir 90 años- y de la creciente rivalidad entre Estados Unidos y la potencia asiática.

¿Todavía es correcto llamar al PCC comunista? ¿Es China, el tema de su reciente libro, aún comunista?

No es un país comunista tal como se lo definió históricamente: con el Estado manejando la economía, determinando la distribución del ingreso y un total monopolio sobre cada aspecto de la vida intelectual. Las reformas de Jiang Zemin, al inicio de los años 2000, buscaban ampliar la base del Partido Comunista a través de la doctrina de los tres representantes. Pero China aún es un país comunista en el sentido de que el Partido Comunista tiene el monopolio del poder político.

¿Recuerda cuándo percibió por primera vez al PCC como un movimiento histórico, quizás incluso como una amenaza histórica?

En los 60 habría considerado a China como un país ideológicamente más dinámico que la Unión Soviética. Pero, en cuanto a estrategia, la URSS era más amenazante.

Y, aun así, ni el Presidente Nixon ni usted evitaron reanudar relaciones diplomáticas con la China comunista en 1973.

Reino Unido y Francia habían establecido relaciones diplomáticas años atrás. Nuestro diálogo con Beijing nos servía en un claro propósito: pensábamos que una China y una Unión Soviética que se balancearan una a la otra eran parte del interés estratégico de Occidente. Creíamos que era muy importante mostrar a los estadounidenses -en ese tiempo divididos por la guerra de Vietnam- una nueva noción de paz internacional.

Cuando se reencontró con los chinos, ¿se dio cuenta del enorme costo en vidas humanas que estos líderes le estaban ocasionando a su propio pueblo (la Revolución Cultural, el Gran Salto Adelante)?

Esos acontecimientos fueron una catástrofe. El sufrimiento y el hambre eran conocidos, pero no en su total dimensión. En cualquier caso, negociamos con China como un Estado; no aprobamos su dirección moral. Todos nuestros aliados europeos y Japón aplaudieron este camino.

¿Es una decisión que tomó porque sus consideraciones de política exterior se impusieron sobre la moral?

No. Pensábamos que la promoción de la paz era también una virtud moral, y que la seguridad era un objetivo importante. La conclusión alternativa era no tener ningún contacto con China.

¿Cree que el partido seguirá influyendo en los 90 años que vienen?

El partido tendrá que ampliar su base. Hay muchas fuerzas nuevas en China, y los líderes del partido actual proclaman que debe haber cambios. La pregunta de fondo es si con el tiempo los chinos permitirán la existencia de partidos alternativos.

¿Tiene aún el PCC un núcleo ideológico, o es sólo un vehículo de poder para las élites chinas?

El partido evolucionará haciendo ajustes pragmáticos en la dirección del PRI (Partido Revolucionario Institucional), que gobernó México por siete décadas. Puede que quede un núcleo ideológico. Pero no jugará el rol global que tuvo en el período de Mao.

Podría argumentarse que usted inició un proceso que ha hecho a EE.UU. más débil y a China más fuerte. El actual déficit comercial de EE.UU. con China es gigantesco y Beijing tiene casi US$ 900 mil millones en bonos estadounidenses.

Sólo puedes decir eso si no viviste entonces como un participante consciente en el debate. Cuando se inició la relación, la idea de que China se convirtiera en un competidor económico de Estados Unidos era inimaginable. ¿Cuál era la alternativa? Si un país de mil millones de personas se organiza, seguro que se convierte en un gran competidor. El déficit fiscal no se debe a la apertura de las relaciones, sino a la política imprudente de Estados Unidos.

La secretaria de Estado Hillary Clinton reconoció una vez su frustración con China diciendo: "¿Cómo puedes ser fuerte para negociar con tu banquero?"

Cuando debes suficiente dinero al banquero, cualquier arreglo es un suicidio mutuo. Si los chinos tratan de usar su posición de banquero, pueden sólo hacerlo corriendo el riesgo de perder las exportaciones que lo han convertido en el banquero número uno. Sin embargo, no es viable para EE.UU. seguir con estos grandes déficits sin poner en peligro su solvencia, independiente de lo que hagan los chinos con la deuda.

Clinton también fue crítica de la reacción de China ante las revueltas árabes. Dijo que los chinos están "temerosos" y que están tratando de frenar la historia.

No es prudente -ni táctica ni sicológicamente- decirle a otro país con cuatro mil años de historia ininterrumpida que entendemos su historia mejor que ellos.

¿Qué pasaría si las protestas sociales estallaran en China y se repitiera la masacre de la plaza de Tiananmen?

La posición formal de Estados Unidos ha sido oponerse a la violencia de los gobiernos contra su pueblo. Ese principio no debería abandonarse. En temas de derechos humanos que consideramos de fundamental importancia tenemos que levantarnos, pero debemos comprender que se paga un precio en la política exterior por esa actitud.

Pero cuando China se enoja con otro país, ellos lo dicen, fuerte y claro. ¿Por qué Occidente no debería criticar a Beijing en público? Eso es un doble estándar.

No critico a la gente que toma una posición pública en temas de derechos humanos. Pero algunas personas pueden influir más sin una confrontación en público.

Cuando Obama asumió, intentó acercarse a China. Pero el debate chino-estadounidense se ha centrado en controversias.

A Obama le gustaría mejorar la relación con China. Beijing también desea mejorar la relación con EE.UU. Lo que está fallando es hallar una gramática para el diálogo, y parte de esto es un problema cultural. Los estadounidenses ven la política exterior como una serie de asuntos pragmáticos, en parte porque cada problema reconocido como tal en Estados Unidos ha sido soluble.

¿Y es diferente para los chinos?

Los chinos ven la política exterior como serie de eventos interrelacionados. En el caso del debate sobre la tasa de cambio china: nosotros nos referimos a un tema específico, que es que la moneda china debe subir. Los chinos lo ven en términos de la relación económica global con Estados Unidos.

¿Así que los chinos están pensando más estratégicamente en términos de política exterior?

No, sólo más globalmente.

¿Sienten los chinos que están retornando a glorias pasadas?

China es descrita a menudo como una "potencia en alza". Pero ellos no se ven así, porque por 18 de los últimos 20 siglos han tenido el producto interno bruto más alto del mundo.

Usted se reunió varias veces con el dictador Mao Tse Tung en los 70. ¿Qué pensaría él de la China moderna?

Mao estaba más interesado en su noción de purificación ideológica más que en la recuperación económica de China. En nuestros diálogos no mostró casi ningún interés en la cooperación económica con Occidente. Por lo que consideraría muy materialista a la China actual. Probablemente no le gustarían los "yuppies" modernos en Beijing o Shanghai. La definición de pureza de Mao se basaba en premisas diferentes que las de Occidente. El provocó sufrimientos monstruosos al pueblo chino. Pero apunto a que la actitud china es más compleja. Ellos aprecian que Mao haya unido a los chinos.

Las empresas de EE.UU. que invierten en China reclaman sobre la violación de los derechos de autor. ¿Cómo asume usted estos temas?

En temas que afectan directamente el interés nacional, tú debes ir a la defensa. Mi visión es que en la relación con China, nuestros intereses están mejor servidos creando un sentido de co-evolución, más que de confrontación constante.

Cuando China se involucra en otros países, parece sólo interesarle los intereses empresariales o los recursos naturales.

Los estadounidenses creen que puedes cambiar a la gente convirtiéndolos, y que todos en el mundo son estadounidenses en potencia. Los chinos también creen que sus valores son universales, pero no piensan que puedas convertirte en un chino a menos que hayas nacido como tal.

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