Hernán Larraín Matte: "A esta Constitución hay que entrarle con goma de borrar y con tijeras"

<P>El director ejecutivo de Horizontal sostiene que la centroderecha no debe "atrincherarse" en la defensa de la Carta Fundamental. Por el contrario, debe presentar su propia propuesta y perder el miedo a enfrentar futuras competencias electorales sin el "subsidio" que le ha otorgado la actual normativa. </P>




Hace unas semanas -en una reunión de representantes de think tanks de la Alianza-, el director ejecutivo de Horizontal, Hernán Larraín Matte, sorprendió a los asistentes con un llamado a que la derecha se abra al debate por la reforma constitucional y a ser propositivos en la discusión. Estas son sus razones.

La derrota electoral generó un amplio debate sobre el futuro de la derecha. ¿Cuán profunda cree que es esa discusión?

Creo que la centroderecha está en un punto de inflexión. Con el gobierno de Sebastián Piñera se cerró la transición: fue un gobierno elegido democráticamente, dio alternancia en el poder y cerró un proceso. Hoy estamos en un nuevo ciclo político, con una ciudadanía más participativa, más demandante, más exigente. Chile cambió y la pregunta es si la centroderecha va a cambiar con Chile, y tengo la impresión de que hay dos rutas: una es seguir con una cierta lógica que abraza el statu quo, que abraza la cultura de decir no a todo, a otra que sea propositiva y constructiva, y eso pasa por una revisión de su proyecto político.

A propósito del debate de los 40 años del derrocamiento de Allende, un grupo de personeros -entre los que usted estaba- propuso que los partidos de la Alianza retiraran de sus declaraciones de principios las alusiones al Golpe Militar. ¿Por qué eso le parece un punto importante?

Me parece fundamental entender que o la centroderecha se renueva profundamente o va a morir en la irrelevancia, como ocurrió en Argentina. Veo con una primera buena reacción lo que están haciendo los partidos, que es hacerse cargo de la modernización de sus proyectos y hacerse cargo que las declaraciones de sus partidos que hoy no responden a la sociedad actual. Ojalá la centroderecha entienda que su ethos fundado desde la libertad, que es su principio más importante, debe moverse, y debe moverse de la idea del orden a la confianza en las personas, de la eficiencia a la justicia, del mercado a la sociedad como el motor del cambio, del conservadurismo y de esta idea de que existe una forma correcta de vivir la vida, al pluralismo y la diversidad. Todo eso nos obliga a un cambio cultural muy profundo.

Bachelet ha planteado un debate en tres ejes: una reforma tributaria, una educacional y una constitucional. Hasta ahora, las posiciones mayoritarias del sector frente a estos debates han sido de rechazo...

Mi impresión es que tanto la reforma constitucional como la educacional son dos oportunidades potentes para la centroderecha. En relación a la Constitución, que la izquierda promueve con un espíritu maximalista, con la aspiración de que garantizando derechos universales se va a solucionar todo, lo que me parece de un idealismo infantil, la centroderecha puede tomar dos caminos. Uno es atrincherarse en los quórums y el otro es salir con una propuesta alternativa que dé cuenta de cuál es su visión de sociedad. Soy de aquellos que creen que debiéramos avanzar hacia una Constitución mínima de tradición liberal que se limite a constituir los órganos que establecen el poder del Estado y que establezca los poderes civiles y políticos. A esta Constitución hay que entrarle con goma de borrar y con tijeras. Tenemos que asumir como sector que hay un exceso de mecanismos contra mayoritarios y, por lo tanto, sin miedo y con una actitud democrática, creo que tenemos que avanzar a reglas de mayoría.

¿Modificar los quórums?

Podemos avanzar a una regla donde, para reformar la Constitución, la regla general sea los 3/5, o incluso avanzar en una propuesta como la que Andrés Velasco hizo en la primaria, que para reformar la Constitución se haga por mayoría absoluta de dos congresos distintos y con la posibilidad de un referéndum. Respecto de las leyes orgánicas constitucionales, bajar el quórum de 4/7 al de mayoría absoluta de los parlamentarios en ejercicio, y eliminar por desuso el quórum 3/5 respecto de leyes interpretativas. Tengo la impresión de que si la centroderecha pone por delante una idea de Constitución, una visión de sociedad mínima y, además, avanza en reglas de mayoría, va a poner su proyecto por delante y se va a enfrentar, además, conceptualmente a lo que es un debate ideológico, a una izquierda que quiere maximalistamente poner en una Constitución todo garantizado, gratuito y de calidad.

Usted ha participado en los debates de los centros de estudio del sector sobre este tema. ¿Es correcto afirmar que existe una mayoría que no está por reformar la Constitución?

Es un proceso que se está iniciando, hay distintas visiones y lo que creo importante es que en el debate interno que estamos teniendo, todos puedan poner sus visiones, pero que actuemos en base a una estrategia común. Desde Horizontal hemos ido promoviendo jugar democráticamente, propositivamente, entender que la lógica de atrincherarse y negarse a todo es mala para el sector, porque aparece carente de proyecto.

¿Qué explica que la reforma a la Constitución sea un debate en el que la derecha aparentemente no quiera entrar?

En las reuniones en que yo he estado mi impresión es que hay bastante apertura a perfeccionar la Constitución, es importante seguir profundizando esa actitud y precisando cuáles van a ser las propuestas de cambio. Pero veo que la centroderecha tiene una cultura de decir no a las cosas, digamos que se ha transformado en una práctica en muchos campos. Parte de su desafío más profundo es este cambio de ethos. Para mí, la reforma constitucional y educacional representa oportunidades para proponer un proyecto alternativo en base a los principios que organizan a la centroderecha.

¿Por qué podrían ser una oportunidad si el margen de influencia que tienen es mínimo?

Pensemos en el debate educacional, que hasta ahora ha sido, entre comillas, una derrota cultural muy potente para la centroderecha. La centroizquierda nos ha dicho que lo que quieren con su reforma educacional es dar una batalla en contra de la desigualdad. Tengo la impresión de que aquí la centroderecha tiene una gran oportunidad, porque creo que la desigualdad de cuna, de origen, es la injusticia más grande que hay en Chile, y creo que como sector nosotros debemos hacernos cargo de esa bandera. La reforma del gobierno en materia educacional nos dice que el 70% de los recursos se van a destinar a educación superior. A estudiantes donde las brechas en materia de desigualdad ya son un hecho, son una realidad de la causa. Nosotros, como sector, deberíamos promover poner el 70% de los recursos en educación temprana, en preescolar y en escolar. Si la gran bandera es la desigualdad de origen, nosotros debemos hacer todos los esfuerzos por luchar por las injusticias de origen y por aquellos que no pueden marchar, versus una reforma de gobierno que lo que hace es darles en el gusto a aquellos que tienen la capacidad de marchar y transformarse en un grupo de presión y de interés exclusivamente para su beneficio.

¿Qué explica el apego de la derecha a la Constitución?

Creo que ese apego nace de una racionalidad muy apegada al orden y de una emocionalidad apegada el miedo. Y creo que el desafío es moverse a una racionalidad donde prime la confianza en las personas y a una emoción que se mueva más bien con una actitud progresista y abierta a las transformaciones y al cambio.

Uno podría pensar que también hay una cierta vocación de minoría, cuando por ejemplo se defiende la inamovilidad de los quórums. ¿Hay algo de eso?

Hay un sector de la centroderecha que tiene vocación de minoría. Y hay otro sector que tiene vocación de mayoría. Fue este último el que permitió llegar al gobierno con Piñera y el que entiende el valor de lo que significa para su proyecto político estar en el Ejecutivo y no sólo tener una cultura de oposición.

El origen de la Constitución, el hecho de que haya nacido en el régimen militar de Pinochet, también constituye una de las razones por las que Bachelet promueve una reforma. ¿Cree que esa es una razón atendible?

Soy de aquellos que consideran que la Constitución del 80 es ilegítima por su origen, por la naturaleza de su origen. Creo que también ha sido una Constitución que ha sido reformada en democracia múltiples veces y también el año 2005 fue la propia izquierda la que nos dijo que con la firma de Ricardo Lagos nos enfrentábamos a una nueva Constitución. El punto es que hoy se abre un nuevo debate constitucional, porque Michelle Bachelet ganó una elección y uno de sus compromisos fue enviar un nuevo texto constitucional y no puede soslayar ese debate. La democracia y los ciudadanos eligieron a una Presidenta con un compromiso, que es proponer al Congreso en el segundo semestre una nueva Constitución.

Esta semana la derecha se opuso a la idea de legislar el proyecto sobre reforma tributaria. ¿Por qué sería distinto en el debate constitucional?

En la reforma tributaria está pasando algo que es una mala noticia para el país. Y es que el gobierno está utilizando su mayoría y no dándole ningún espacio de diálogo a la oposición para poder mejorar el proyecto. Pero en el caso del debate constitucional hay una cosa práctica. Existen los quórums, por lo tanto, hay una discusión donde la centroderecha sí tiene una posición negociadora y esa creo que es la oportunidad de salir a jugársela con una propuesta propia. Además, esperemos también que el gobierno entienda que para un debate constitucional aquellos que representan el 40% de la población, que votaron por la centroderecha, también tienen algo que decir.

Teniendo en cuenta que tiene una crítica respecto del origen de la actual Constitución, el mecanismo por el cual se opta para la reforma constitucional también debiera ser un tema, ¿no?

El mecanismo debe ser institucional y así lo ha dicho Michelle Bachelet. Eso descarta la asamblea constituyente. No existe esa opción en nuestra institucionalidad. Es importante que esa discusión se dé en el Congreso.

Por qué la derecha debe avanzar en este tema, cuando -por así decirlo- las reglas del juego le benefician.

Creo que la Constitución del 80 le ha dado un subsidio a la centroderecha al que se ha acostumbrado. Sin esos subsidios, obliga a la centroderecha a ser más competitiva".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.