Historia de un femicida

<P>Luis Reyes, doctor de Gendarmería por 27 años, espera su sentencia en el famoso anexo Capitán Yáber, donde comparte espacio con los procesados por el caso Penta. El año pasado, luego de sospechas de infidelidad, asesinó a su mujer, Vania Tartakowsky, de 19 puñaladas. Esta es la historia de cómo un médico, sindicado como un hombre tranquilo y de familia, admirado por sus colegas, termina cometiendo un crimen violento. </P>




Hijo de Vania Tartakowsky: Acaban de matar a mi mamá.

133: ¿Dónde?

H: En Huechuraba, por favor, ayuda.

133: A ver, déme la dirección.

H: Quilahueque.

133: Quilahueque.

H: (Da la numeración) Por favor, vengan, no sé qué hacer, necesito ayuda.

133: (Operador repite numeración).

H: Está agonizando huevón, vengan.

133: ¿Y quién la mató?

H: La pareja.

***

Vania Tartakowsky está sobre la cama desordenada, ojos cerrados, boca hacia arriba. Varias heridas, 19 en total, repartidas por el pecho y brazos, además de una en la mano, probablemente producida al intentar defenderse. En la misma cama, un cojín de Hello Kitty. Y en el espejo de la pieza donde ocurre el asesinato, una tarjeta que dice 'Te amo, Vania'.

En un par de fotos del expediente del caso, José Ignacio, el hijo mayor de Tartakowsky, con lentes y cara desencajada, mira la cámara. Un gran pedazo de gasa le cubre el brazo derecho, apuñalado en la refriega.

Luis Reyes, médico gastroenterólogo de la Universidad de Chile, ya escapó.

Vania Tartakowsky tenía 41 años.

***

El doctor Luis Reyes (56) y la química farmacéutica Vania Tartakowsky tenían una relación y un hijo de cuatro de años. Ambos se conocieron trabajando en el Hospital Félix Bulnes. Reyes tiene cuatro hijos más, de otras tres parejas, y esta era su cuarta relación que incluía niños. Tartakowsky también tenía dos hijos de otra relación. Reyes era un hombre que se hizo a sí mismo. Hijo de una madre que quedó sola cuando él tenía cinco años, siempre se las arregló para sacar los primeros lugares en su liceo, el 9, de Quinta Normal, mientras su madre lavaba ropa ajena para mantenerlo a él y a sus dos hermanos. Sus buenas notas lo llevaron a ingresar a Medicina en la Universidad de Chile, donde se especializó como gastroenterólogo.

Cercanos dicen que la debilidad de Reyes fueron sus parejas. Y después, su devoción por su trabajo, que al mismo tiempo estaba conectado directamente con sus mujeres y sus hijos. Para mantener una casa y pagar tres pensiones a tres mujeres diferentes, Reyes tenía que trabajar. Y mucho. Además de ser el doctor de Gendarmería, atendía en el Hospital Félix Bulnes y tenía una consulta en calle Huérfanos. Por muchos años trabajó por seis días a la semana, cuenta uno de sus cercanos.

A Tartakowsky la conoció hace siete años. Un amigo de Reyes dice que ella era el amor de su vida. "Siempre trató de darle lo mejor, de mimarla. Mientras ella manejaba una (camioneta Chevrolet) Blazer de 14 millones, él andaba en un auto que costaba la mitad. Con el hijo que tienen en común era igual, de regalarle muchas cosas, porque Luis tuvo una infancia de muchas privaciones".

En la carpeta de investigación, amigos, colegas del hospital y familiares coinciden en que Reyes era un hombre tranquilo, de trato suave, que apenas levantaba la voz. Y todos dicen que lo ocurrido no les calza con la personalidad del doctor. Zoila Díaz, profesora de religión de Estación Central con la que Reyes tuvo sus dos primeros hijos, de 30 y 23 años actualmente, fue su primera esposa. Se casaron en 1983 y se separaron en 1995. Díaz describe a Reyes como un hombre calmo, incluso pasivo. Y recuerda la historia de cuando fue asaltada y junto a él fueron a buscar al asaltante en auto. "Cuando lo encontramos, yo lo golpeé, mientras Luis me calmaba".

Reyes está en el anexo Capitán Yáber de la Cárcel Santiago 1, esperando una sentencia desde junio de 2014, acusado de femicidio y homicidio frustrado. Ahí comparte espacio con los procesados por el caso Penta: Carlos Alberto Délano, Carlos Eugenio Lavín, el ex subsecretario de la administración Piñera, Pablo Wagner, además de Iván Alvarez, ex fiscalizador del SII. Dentro de los 11 presidiarios del anexo, Reyes, junto al ejecutivo bancario Jorge Tocornal, acusado en 2007 de violar a su hijo, son los únicos que están por cometer delitos diferentes a los económicos. La llegada de los Penta ha alterado el orden de la Capitán Yáber. La mesa de pool que hay en una de las salas comunes se retiró y las salidas a los patios se restringieron a un mínimo. Su amigo Guillermo Riquelme (57), dueño del restorán Los Troncos en Quinta Normal, va a visitar a Reyes todos los martes. Y dice que no se ha querido involucrar con los recién llegados, tratando de pasar lo más desapercibido posible. "Ocupa la mayor parte de su tiempo leyendo libros de medicina".

La defensa de Reyes, durante el período de investigación y el juicio, que se espera sea a fines de mayo, ha tratado de instalar la tesis de que lo que ocurrió esa noche del 27 de junio es un hecho aislado, que escapa a la personalidad y conducta de vida del acusado.

***

Guillermo Riquelme fue el último en ver a Reyes esa noche. Ambos fueron compañeros en el Liceo 9 de Quinta Normal, manteniendo la amistad en los años que siguieron. Esa noche, a las 21.30, Reyes pasó a ver a Riquelme con unas fotocopias en la mano. Las páginas impresas contenían los mensajes que Vania Tartakowsky y su amante, Miguel Inostroza, ejecutivo de un laboratorio farmacéutico, habían estado intercambiando. "Cuando estuve en tus brazos, desfallecí", leyó Reyes en voz alta. Era un mensaje de Tartakowsky a Inostroza. Según Riquelme, Reyes tenía todas sus cosas arriba de su auto y estaba decidido a terminar la relación. "Yo mismo le dije que fuera a conversar y se fuera. Lo vi salir triste y cabizbajo del local".

La empleada de la casa, de nacionalidad peruana, Elsa Jara, cuenta en el expediente que el día anterior Reyes se le acercó nervioso con una tablet y le mostró los mensajes de Inostroza a Tartakowsky. Jara no quiso opinar sobre el contenido de los mensajes, pero Reyes le contó que la noche anterior había cargado una pistola en frente de Tartakowsky para que ella confesara la verdad. Discutieron, pero Tartakowsky no asumió ninguna culpabilidad. Jara le preguntó a Reyes si pensaba utilizar el arma, pero éste le contestó que no, que solamente lo había hecho para que Tartakowsky contara la verdad. Esa mañana, Reyes prendió un cigarrillo. Jara nunca lo había visto fumar. En la tarde, Tartakowsky le dijo a Jara que iría al psicólogo, porque se sentía mal.

Al día siguiente, Reyes se volvió a acercar a Jara con la misma tablet. Esta vez le mostró un mensaje de Inostroza, en el que se disculpaba por el mensaje y decía que había sido un error, que el correo en realidad iba dirigido a su señora. Jara le dijo que se tranquilizara, que todo había sido un error, pero Reyes le respondió que "lo querían hacer tonto". Luego Reyes le dijo a Jara: "Aquí se acabó todo. Tú me conoces".

Patrón y empleada se despidieron con un abrazo.

Esa tarde, Jara y Tartakowsky volvieron a conversar. Jara le dijo a su jefa que si pasaba algo, bajara para encerrarse en su habitación y que desde ahí gritarían juntas hasta que llegara ayuda. Jara se fue a acostar y se durmió alrededor de las 10 de la noche. Según consta en la declaración, a la 1 de la mañana, Vicente, hijo de Tartakowsky de una relación anterior, tocó su puerta. "Elsa, sube, Ignacio te llama. Luis escapó", le dijo.

Elsa subió. Y en el tercer piso vio a Tartakowsky apuñalada de muerte sobre su cama y al hijo de ella, Ignacio, con una herida en su brazo.

***

133: ¿Quelahueque me dice? ¿Aló?

H: Aló.

133: Déme bien la dirección para enviarle a Carabineros, que…

H: Quilahueque.

133: ¿Ilahueque?

H: Quilahueque, q, u.

133: Q, U.

H: L.

133: Quila.

H: Quilahueque (da numeración).

133: Quilahueque (entrega numeración). ¿Comuna me dijo?

H: Huechuraba. Vengan luego, por favor.

133: Huechuraba. ¿Alguna otra calle cerca del lugar? Referencia, villa, aló.

H: Condominio Santa Rosa. Señora, se está muriendo.

133: Sí, le estoy mandando carabineros altiro.

H: Ya.

133: Santa Rosa. ¿Su nombre?

H: José Ignacio Reyes.

133: ¿Ella está consciente o inconsciente?

H: Está muerta.

133: ¿Ah?

H: Está muerta, pero está agonizando, señora, acaba... tiene una puñalada en el corazón.

133: Ya.

H: Está en su cama apuñalada.

133: Ya, Carabineros está despachado para allá, va para allá.

H: Puede llamar a la clínica, no sabe ninguna dirección, un hospital, algo.

133: Ya, Carabineros está despachado.

H: Estoy herido en mi brazo derecho y no puedo moverlo bien.

133: Ya, Carabineros está despachado, va para allá.

H: Ok.

***

La madrugada del viernes 27 de junio, Guillermo Riquelme fue despertado por una patrulla de la PDI. Le dijeron que Reyes había asesinado a Tartakowsky, que estaba prófugo y que habían llegado a corroborar si su amigo se había escondido en su casa. Los PDI le dejaron números de contacto por si aparecía. Y Riquelme empezó a llamar al celular de su amigo, sin éxito.

Ese mismo día sonó el teléfono de Riquelme. Era Reyes, quien le decía que estaba en Las Rocas de Santo Domingo, en la casa de veraneo que el padre de Tartakowsky tiene ahí. Riquelme viajó de inmediato. Ahí conversaron y Riquelme lo convenció de que lo mejor era entregarse. Camino a Gendarmería, en Casablanca, no se dijeron mucho. Con el paso del tiempo, Reyes le fue soltando a su amigo información de lo que había ocurrido esa noche. La versión de Reyes apunta a que llegó a su casa de Huechuraba con la intención de terminar la relación, de irse de la casa, luego de que los mensajes entre Tartakowsky e Inostroza le parecían evidentes. Ambos discutieron y cuando Reyes le dijo que se iba de la casa, Tartakowsky reaccionó no sólo admitiendo su affaire con Inostroza, sino que también con otros hombres. Fue ahí cuando Reyes sacó su cortaplumas y atacó a Tartakowsky.

La medianoche del 27 de junio, Riquelme dejó a Reyes en Gendarmería, donde trabajó como doctor los últimos 20 años de su vida y donde era respetado por su trato y sus servicios prestados. Varios funcionarios de la institución han declarado a favor de la tesis de la defensa, que lo de Reyes en realidad fue un hecho aislado, que no calza ni con su personalidad ni con su desempeño. Uno de ellos, Carlos Zomosa, quien trabajó con Reyes los últimos 15 años en el departamento de salud de Gendarmería, dice que Reyes fue siempre un hombre tranquilo en el trabajo. "La situación que ocurrió con Luis y su pareja, Vania, rompe con todo lo que es Luis", declara Reyes en el expediente. "En general, el enojón, el alterado, era yo. Nunca vi ofuscado, agresivo o cualquier sinónimo a Luis, incluso en situaciones que realmente lo ameritaban". El único testimonio que apunta en la dirección contraria es el de Elsa Jara, la empleada de la casa, quien testificó que, a pesar de que nunca había visto a la pareja pelear, sí había sido testigo de malos tratos verbales de Reyes al hijo de cuatro años que tienen en común con Tartakowsky y que ahora se encuentra en custodia del hermano de ella.

Riquelme cuenta que, en una de sus últimas visitas a Reyes en Capitán Yáber, éste le pidió el video del matrimonio de uno de sus hijos. Esa vez, había asistido como pareja con Vania Tartakowsky. Esa vez, su pareja estaba con vida y no había ni mensajes ni sospechas de infidelidad.

Era la manera que tenía Reyes de volver a ver a Vania.

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