Historias, dudas y disputas que marcaron la partida del sistema de AFP hace 30 años
<P>En mayo de 1981 entró en operación un inédito y revolucionario sistema de pensiones. Los protagonistas de la época aterrizan la reforma que se ha exportado a más de 20 países.</P>
Tras varios meses de tensas y friccionadas reuniones, el martes 4 de noviembre de 1980 el entonces ministro del Trabajo, José Piñera, convencía finalmente a los miembros de la Junta Militar -liderados por el general Augusto Pinochet- de dar luz verde a un inédito y audaz sistema previsional privado, que rompería con el antiguo y cuestionado modelo de reparto. Una institucionalidad que ya había sido estudiada a mediados de los 70 en las oficinas de Odeplan e insinuada años antes por unos jóvenes economistas de la Universidad de Chicago en las páginas de "El Ladrillo", documento que hace más de tres décadas sentó las bases para el desarrollo del modelo de libremercado.
A una semana de cumplirse los 30 años de su puesta en marcha -el 1 de mayo de 1981-, el sistema de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) luce como una de las reformas económicas clave de las últimas décadas. No sólo cuenta con 8,8 millones de afiliados, ahorros por casi US$ 150 mil millones y una rentabilidad real anual promedio del 9%, sino que también es catalogado transversalmente como uno de los mayores "inventos" chilenos: ha sido la inspiración de sistemas previsionales de capitalización individual y administración privada en más de 20 países en todo el mundo.
Sin embargo, la madurez del sistema sólo llegó luego de múltiples reformas, tres crisis económicas y una dura y larga gestación. A principios de los 70, el sistema de cajas de previsión ya arrastraba serios problemas de gestión, discriminaciones y crecientes presiones fiscales: había más de 30 cajas con diferentes edades de jubilación e incluso los funcionarios del Hipódromo tenían nueve instituciones de previsión.
"El sistema antiguo tenía diferencias de trato entre empleados fiscales, obreros y periodistas, por ejemplo. Era inequitativo y muy conflictivo socialmente. Era una bomba de tiempo", recuerda Martín Costabal, coordinador del comité técnico que trabajó en diseñar la reforma del sistema de pensiones entre 1979 y 1980, convocada por José Piñera.
Costabal recuerda que el primer esbozo del nuevo modelo previsional se plasmó en "El Ladrillo" y se siguió con Miguel Kast en la Oficina de Planificación Nacional (Odeplan), luego de 1973. "En El Ladrillo ya se describía el sistema de capitalización con bastante detalle. Ahí hubo una primera definición. Después en Odeplan, con Miguel Kast. Ahí el proyecto avanzó en hablar de alguna institucionalidad previsional, pero luego se archivó por la recesión de 1975", añade el ex ministro de Hacienda del régimen militar y uno de los cerebros del nuevo sistema.
Pero fue sólo con la llegada de José Piñera al Ministerio del Trabajo, a fines de 1978, que la reforma comienza a tomar cuerpo de la mano de la comisión coordinada por Costabal y en la que participaban, entre otros, el subsecretario del Trabajo, Alfonso Serrano; María Teresa Infante, Luis Larraín (actual director de Libertad y Desarrollo), Renato Gazmuri (primer superintendente de AFP) y el abogado Patricio Mardones. También asesoraba, en forma más esporádica, el entonces joven economista Hernán Büchi.
Tras impulsar la reforma laboral, un empoderado José Piñera se concentró en sacar adelante el nuevo modelo previsional hacia 1980, pero tuvo que enfrentar los temores de la Junta Militar. "Nosotros sabíamos lo que les preocupaba a los comandantes en jefe de la Junta de Gobierno. Pedían que no fuera un monopolio de los grupos económicos. Mientras a Fernando Matthei (Fuerza Aérea) le gustaba el proyecto, el almirante (José Toribio) Merino (Marina) le tenía confianza a Piñera. El general César Mendoza (Carabineros) iba con el consenso, pero en el Ejército eran más críticos", relata Costabal. "En el gobierno había militares que veían esto con mucha desconfianza y malos ojos... eran de la escuela más estatista. Y el que inclinó la balanza fue (Augusto) Pinochet, pero quedó con una gran duda: no quería robos ni filtraciones ni escándalos", refuerza Juan Ariztía Matte, superintendente de AFP entre 1981 y 1990.
Para Sergio Baeza Valdés, presidente de AFP Santa María en 1981, confiar la administración de los fondos a empresas privadas fue un acto de audacia para la época. "Por lo mismo había preocupación. El Presidente Pinochet advirtió expresamente a los primeros superintendentes de AFP que no podía perderse ni un solo peso", sostiene.
Con todo, las dudas de Pinochet permanecieron durante varios años y se profundizaron para la recesión de 1982-83, recuerda Ariztía (ver entrevista).
El 1 de mayo de 1981, 12 AFP comenzaron a operar en medio de una agresiva campaña publicitaria que incluía una fuerte inversión en medios escritos y en rostros de televisión como Mario Kreutzberger, Don Francisco. "Las campañas de publicidad fueron de alto presupuesto e impacto. AFP San Cristóbal ofrecía la promesa, sin duda prematura, de una jubilación holgada, presentando escenas de personas de edad madura gozando de vacaciones tropicales. Provida acertó con Don Francisco. Santa María, usando color azul y letra gótica, asoció su imagen a la solidez y fortaleza del Banco de Chile", recuerda Baeza.
De esta forma, motivados por la promesa de mejores pensiones y el efecto de una mejora en la renta líquida por el menor aporte pactado en el nuevo sistema (cercana al 20% y que incluía seguro de salud), entre 50 mil a 70 mil chilenos se afiliaron a las AFP en una semana.
"Se produjo una avalancha de clientes que desbordaron las sucursales, se multiplicaron las contrataciones de vendedores, reventaron los sistemas y se produjeron más afiliaciones en el primer mes que las contempladas para un año en el más optimista de los planes", describe Baeza.
El regulador de la época recuerda que hubo que hacer varios cambios con la marcha del sistema. "Hubo que bajar el encaje exigido a las AFP a poco andar, que era de 5%. Era inviable, hubiesen quebrado todas las AFP (…). También se cambió la estructura de las comisiones. Por ejemplo, había una comisión que se cobraba sobre el fondo y era muy mala, porque el afiliado no la sentía y se reemplazó por comisiones sobre la cotización", recuerda Ariztía, quien añade que en un principio las inversiones de los fondos de pensiones estaban restringidas a letras hipotecarias y depósitos a plazo en los bancos de la plaza.
Tras la crisis del 82 se autorizó a las AFP a invertir en acciones nacionales y a partir de 1990 se permitió poner los ahorros previsionales en activos en el extranjero. "El mejoramiento de DL 3.500 ha sido permanente a través de los años, destacando los multifondos y la ampliación de las formas de ahorro previsional voluntario. A futuro queda preguntarse si los aumentos sostenidos de las expectativas de vida que hemos visto en estos 30 años justifican un incremento de la tasa de ahorro obligatorio, que es de 10%", afirma Baeza.
Sin embargo, Costabal cree que el mayor desafío es una mayor entrega de información. "El proyecto pendiente es más pedagogía hacia el afiliado", concluye.
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