Hollywood según Elia Kazan: medio siglo de cartas

<P><span style="text-transform:uppercase">[correspondencia]</span> Se publican más de 300 misivas inéditas, donde el cineasta habla del cine y de sus actores, incluyendo a Marilyn Monroe, Marlon Brando, James Dean y Paul Newman. </P>




Nunca tuvo pelos en la lengua. Ni cuando dirigía a los actores de su primera compañía teatral, ni para hablar de sus aventuras amorosas con su paciente esposa, ni cuando, controvertidamente, testificó ante el Comité de Actividades Antiamericanas en 1952. Hombre de verbo y acción, Elia Kazan desplegó su habilidad con la palabra trabajando con los miembros del Actor's Studio, dirigiendo a los actores más talentosos y temperamentales de Hollywood, escribiendo novelas, autobiografías y, durante toda su vida, cartas, cartas y más cartas.

A 11 años de la muerte del realizador de Nido de ratas, se publica el libro The selected letters of Elia Kazan, una extensa compilación de 300 cartas realizadas por Albert J. Devlin y Marlene J. Devlin. Las misivas de Kazan empiezan a los 15 años, cuando en la secundaria le dirige una carta a la señorita Anna Shank, una de sus profesoras. Se queja de la escasa atención que le presta su padre ("cree que me contenta pagándome 12 dólares a la semana por atender su negocio"), se disculpa por sus malas calificaciones, excepto en latín, y le adelanta que tomará algunas clases de teatro. La última carta es de 1988, cuando Kazan, con 79 años, ya lleva una década sin dirigir y encuentra en los libros una nueva forma de expresión. Tiene como destino a Katharine, una de sus hijas, y básicamente se trata de pequeñas confesiones acerca de cómo será su autobiografía Una vida, que saldrá en ese mismo 1988. El director critica a Lee Strasberg, el gran pope del Actor's Studio (nunca me gustó Strasberg, como tampoco los actores que le lamían el trasero todo el tiempo"). Además, se lamenta de no haber sido un gran padre y de pecar de "neurótico".

La misma franqueza que se cuela en su celebrada autobiografía también visita estas cartas, donde nuevamente muestra cierto rechazo al submundo de Hollywood. A algunos actores los alabará por siempre, aunque haga notar sus caídas (Marlon Brando, su gran descubrimiento) y por otros sentirá compasión (Marilyn Monroe, con quien dice haber tenido un romance).

Precisamente, uno de aquellos casos de honestidad brutal tiene que ver con la actriz de La comezón del séptimo año. Corre el año 1955 y Kazan está infatuado con Monroe. Ella viene de romper con Joe DiMaggio y la describe como una "conmovedora y patética huérfana". Se lo dice a su propia esposa, Molly Day Thacher, a quien luego le detalla: "Me presentaron a Marilyn, llorando sin parar. La llevé a cenar, porque parecía una conmovedora y patética huérfana. Estuvo sollozando toda la cena. No me interesaba para nada. Eso vino después". Y luego entra en detalle: "No es una gran olla sexual como se ha dicho de ella. Al menos no en mi experiencia. Me contó muchas cosas sobre Joe DiMaggio, su catolicismo, sus vicios. La golpeó y maltrató muchas veces". Luego, Kazan trata de disculparse con Molly: "Te amo y sólo quiero ayudarte. Lamento mucho si te he hecho daño. Soy un ser humano y puede que ocurra de nuevo. Espero que no, pero me he resistido y he dejado pasar unas cuantas oportunidades. Si me pides el divorcio, que así sea".

Nunca se separarían y Molly moriría de un derrame cerebral en 1963, a los 56. Kazan se casó otra vez con la actriz Barbara Loden, de quien también enviudó en 1980. Con ambas tuvo cinco hijos: "Soy un hombre de familia", sentenciaba en su carta a Molly.

En el año 1952, a los 42 años, Elia Kazan delató a varios de sus ex camaradas del Partido Comunista ante el Congreso estadounidense. Ese mismo año estrenó ¡Viva Zapata!, película donde Marlon Brando interpretaba al revolucionario mexicano y cuyo guión era del futuro premio Nobel John Steinbeck. La cinta, que celebraba la figura de Zapata, aunque abordaba sus excesos caudillistas, fue un hueso duro de roer para Kazan. Pasó al menos cinco años tratando de hacer entender a los estudios de que no se trataba de un trabajo bolchevique.

Así es como convence finalmente al productor Daryl F. Zanuck, de Twentieth Century Fox: "Acerca de tus preocupaciones por el "comunismo" y la "propaganda", pierde cuidado. John (Steinbeck) y yo hemos hablado de esto. Ambos somos liberales, pero profundamente "anticomunistas". Jamás picaré el anzuelo rojo. Estoy en contra de su sistema político, contra la intrusión en los Estados Unidos. Detesto su estética y su filosofía".

Dos años después de ¡Viva Zapata! y tras su declaración ante el Comité de Actividades Antiamericanas, la relación con Brando se enfría. Kazan, que lo descubrió para el mundo en Un tranvía llamado deseo (1951), tiene dudas sobre él para protagonizar Nido de ratas (1954). Hay otro postulante que podría encajar en el rol del estibador Terry Malloy y así lo hace saber al guionista Budd Schulberg: "No estoy loco por Brando para este personaje. Es un buen actor, pero debe estar hambriento y con ganas. Es el tipo de poder que desaparece cuando tu imagen está demasiado en los anuncios, Si no conseguimos a Brando, voto por Paul Newman. Estoy totalmente seguro de que este chico será una estrella, es tan bien parecido como Brando y tiene una masculinidad más real". A la larga se sabe, Marlon Brando fue Terry Malloy y entregó una de las grandes actuaciones de su vida, coronada con un Oscar.

Unos meses después de rodar esta cinta, Kazan (que siempre supo escoger a los mejores) le da el primer rol protagónico de su vida a James Dean en Al este del Edén, basada en la novela de su amigo John Steinbeck. En marzo de 1954 le detalla en estos términos su elección al escritor. "Busqué entre muchos chicos antes de llegar a Jimmy Dean. No tiene la estatura de Brando, pero es muy interesante, es mucho más joven, tiene 'bolas', es excéntrico y creo que sufre un problema real en alguna parte de sus entrañas. Es algo vagabundo, pero es un muy buen actor".

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