Honrosa derrota
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En nuestro país, la expresión "derrota digna" se suele usar en el ámbito del fútbol para justificar -mejor diríamos, dimensionar en su justa medida- un mal resultado en el marcador. "Perdimos 4-0, pero que conste que jugamos con 9 hombres en la cancha"; "Sí, el empate no nos sirvió para clasificar, pero ¿quién mostró más fútbol, ellos o nosotros?"; "Fue mala suerte nuestra, porque ellos sólo una vez montaron un ataque decente y metieron el gol"; "¡Fue un penalty inventado!"; etc.
Pero que una expresión se use a menudo como una excusa poco verosímil, sólo para evitar reconocer lo obvio -"ellos ganaron, nosotros perdimos, punto final"-, no significa que, per se, tenga siempre esa intención. A veces, hablar de "derrota digna" o "caída honrosa" puede ser una descripción objetiva de lo ocurrido, o sea, un resultado que enaltece tanto al vencedor como al vencido.
Y la verdad es que, sin ponerse chauvinistas ni cosas por el estilo, ése parece el caso de Manuel Pellegrini, entrenador del Real Madrid, a quien la directiva de ese equipo le habría notificado su destitución esta semana. Resulta que nunca en su historia el Real Madrid había ganado tantos partidos ni acumulado tantos puntos como en la temporada que fue dirigido por Pellegrini, pero eso no bastó, porque se topó con un Barcelona aun más inspirado, que hizo una campaña igualmente histórica.
De modo que el club madrileño quedó segundo en la Liga, el equipo catalán quedó primero y Pellegrini se va para la casa. ¿Derrotado? Sí, pero a mucha honra, sin duda. (MOJ)
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