Hoover, el sucio: el filme de Clint Eastwood sobre el fundador del FBI

<P>En octubre se estrena en EE.UU. la cinta donde Leonardo DiCaprio es John Edgar Hoover. </P>




Le dio oficinas a la lucha contra el crimen, creó el mejor servicio de huellas digitales del mundo, incorporó laboratorios, trajo abogados y contadores al sistema. John Edgar Hoover, el hombre que fundó el FBI y que nunca había hecho un arresto en su vida, logró que la mafia le temiera y que los grandes bandidos de los años 30 -Dillinger, Babe Face y Bonnie y Clyde incluidos- comprendieran que se había acabado la ley del Viejo Oeste. Su estadía sería larga, casi un reinado: permaneció por 50 años al mando de una de las agencias de la ley más poderosas del mundo. Fue sucesivamente admirado, temido y odiado.

Personaje controvertido, Hoover fue también un impenetrable caso de homosexual puertas adentro: uno de aquellos gays que, como el político Roy Cohn, perseguía con fiereza a los propios gays. Durante toda su vida mantuvo una estrecha relación con Clyde Tolson, su mano derecha en el FBI, con quien cenaba, asistía a clubes nocturnos y tomaba vacaciones. Cuando murió Hoover en 1972, Tolson heredó su fortuna de medio millón de dólares y se quedó con la bandera que cubría su féretro. Cinco años más joven que su mentor, Tolson no duró mucho más: en 1975 murió y desde entonces está enterrado en una tumba aledaña a la de Hoover.

De esta historia está hecha la película J. Edgar, el nuevo filme de Clint Eastwood. Pero la cinta, que se estrena el 21 de octubre en Estados Unidos y el 26 de enero en Chile, indaga además en el brillante ascenso y el turbio imperio de quien, de acuerdo al guión de Dustin Lance Black, usó y abusó de su poder para tener a sus enemigos con la soga al cuello y a los presidentes de Estados Unidos rendidos a sus pies.

La historia escrita por Black, ganador de un Oscar por la película Milk (2008), se filtró a la prensa hace un tiempo y de sus líneas se desprende que Hoover es descrito como un chantajista mayor y un paranoico acostumbrado a intervenir los teléfonos de todas las figuras públicas estadounidenses. La lista es amplia e incluye, por supuesto, a John Kennedy, Robert Kennedy y Martin Luther King. Teniendo en su poder las pruebas de sus escarceos amorosos extramaritales, Hoover buscó tenerlos controlados.

Estas historias son conocidas de hace años y forman el alimento del odio que fue generando su persona. Protagonizada por Leonardo DiCaprio como John Hoover y Armie Hammer en el rol de Clyde Tolson, la cinta también camina por la dimensión demencial de un personaje que recuerda al excéntrico Howard Hughes, personificado por el mismo DiCaprio en El aviador de Martin Scorsese.

Pulcro y decrépito

Según escribe Jason Apuzzo en la web Libertas Magazine, el guión muestra primero a un joven Hoover blindado por la pulcritud en el vestir y la eficiencia en el actuar. Abogado de la Universidad de Washington, a los 24 años trabajaba en el Departamento de Justicia, y a instancias del fiscal general A. Mitchell Palmer lideró las redadas y deportaciones de los anarquistas y radicales de izquierda. En 1924 fue nombrado director de la Oficinade Investigación. Bajo su mandato pasó a llamarse FBI y se convirtió en la policía más poderosa del mundo.

Con el tiempo, sin embargo, vendrá la corrupción del poder absoluto: su anticomunismo paranoide crece en la misma medida en que la vejez le horada el cuerpo. Ya no es el chico brillante de 1919, sino que el gordo y a veces desaseado Hoover que chantajea a Kennedy. El hombre que en casa nunca se saca su bata de seda y que muere de un infarto con ella puesta.

Clint Eastwood ha concedido una sola entrevista sobre esta película. Fue a The Wall Street Journal y comparaba a Hoover con Little Bill, el sheriff a cargo de Gene Hackman que en Los imperdonables se excedía en su poder. "Hoover es un poco como él. También amó toda la gloria del poder".

Pero además ha recalcado que, como cineasta, la permanencia de Hoover en el poder le resultó atractiva. "Estuvo a la la cabeza del FBI durante la llegada de siete presidentes seguidos, desde Calvin Coolidge hasta Richard Nixon. Fue el hombre más poderoso del país cuando Estados Unidos era el país más poderoso del mundo".

Eastwood ha comentado también que el guión le gustó porque no insistía demasiado en la homosexualidad de Hoover. La respuesta del guionista Dustin Lance Black, asumido gay, fue rápida y le echó la culpa al periodista: "El entrevistador confundió a los gays con los travestis. Durante mucho tiempo se estereotipó a Hoover como un travesti que se ponía ropa de mujer en casa, lo que es una forma homofóbica de tratar a los homosexuales. La respuesta de Clint es muy lista: la forma en que tratará la homosexualidad de Hoover será más humana, más real". En el estilo de Eastwood, más sobria.

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