Hotel boutique de Bellavista estrena restaurante propio

<P>El hotel The Aubrey, en calle Constitución, abrirá al público su nuevo restaurante homónimo tras un mes de marcha blanca. </P>




Este fin de semana, luego de un mes funcionando en marcha blanca, abrirá al público el nuevo restaurante del hotel boutique The Aubrey, ubicado en calle Constitución, en los faldeos del cerro San Cristóbal.

Se trata de la primera apuesta con restaurante propio y que llevará el mismo nombre del hotel, luego que a comienzos de año dejara de operar ahí la sucursal santiaguina del famoso restaurante porteño Pasta e Vino. En este caso, el chef a cargo es Mauricio Valdovinos, quien llegó a tocar la puerta del hotel en septiembre. "Había pasado antes por acá y pensé: tener un restaurante en este lugar sería increíble", recuerda.

Se presentó ante el dueño, el australiano Mark Cigana, quien luego de revisar su currículum -en el que figuraba experiencia como chef ejecutivo del hotel boutique Casa Higueras de Valparaíso-, le respondió: "Los cocineros hablan con la comida".

Al día siguiente, Valdovinos preparó una degustación de salmón encostrado en pistachos y algo estilo nikkei: rolls de causa con atún y papa amarilla, aderezado con ají amarillo. Tras el menú, Cigana no dudó en contratarlo.

De autor

Desde entonces, el chef ha estado afinando los detalles de la nueva carta de The Aubrey. "Nos tomamos mucho tiempo para no dejar cabos sueltos. La carta es simple y con pocos platos. Es cocina de autor y con productos nacionales", adelanta.

Hay cuatro entradas, entre las que destacan los ostiones con queso manchego, una versión diferente de los clásicos a la parmesana. "Son ostiones rosados y blancos que traemos de Punta Arenas, que van gratinados y decorados con finas láminas de camote frito", dice.

El resto del menú ofrece finos cortes de carnes, como angus y wagú, y pescados como la vidriola, el mero y el atún, en preparaciones que combinan sabores orientales con acompañamientos autóctonos, como la pastelera de choclo.

"Es un hotel boutique y el restaurante mantendrá ese sello familiar", explica. Hay capacidad para 60 comensales: 40 sentados al interior del comedor y otros 20 en la terraza, junto a las cascadas de agua que caen por los muros empedrados de las dos antiguas casonas que datan de 1927, donde se instaló el hotel. Además, como hay que atender a los huéspedes, una de las ventajas del nuevo restaurante es que funciona todos los días, tanto a la hora de almuerzo como en la cena. Y el domingo hay brunch.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.