Houellebecq lucha contra el vacío: publican libro con toda su poesía

<P>Lanzan en Chile <I>Poesía, </I>volumen con la obra poética del autor de <I>Las partículas elementales.</I></P>




En una carta al crítico literario Lakis Proguidis, fechada en la primavera de 1997, Michel Houellebecq (54) se refirió a sus motivaciones para escribir poesía. "A lo mejor, en el fondo y sobre todo, yo escribo poemas para hacer hincapié en una carencia monstruosa y general (que se puede considerar afectiva, social, religiosa, metafísica; y cada una de estas aproximaciones es igualmente cierta). También, quizá, porque la poesía es la única manera de expresar esa carencia en estado puro".

El texto, reproducido en los volúmenes de ensayos El mundo como supermercado y en Intervenciones, ratifica que el impulso creador del aclamado autor francés proviene de un mismo circuito: el hastío profundo, la carencia profunda. El vacío, a fin de cuentas. Como tantas veces lo han dicho los personajes de sus novelas, es un abatimiento de tal proporción que nunca seremos capaces de tomar distancia y conmensurarlo.

"Y tal vez sea para dejarnos este mensaje mínimo", sigue Houellebecq en la carta a Proguidis: "Alguien, a mitad de la década de 1990, sintió agudamente el surgimiento de una carencia monstruosa y general; como no fue capaz de dar cuenta con claridad del fenómeno, nos dejó algunos poemas como testimonio de su incompetencia".

Hasta hace poco, los libros de poesía del autor de Las partículas elementales eran un bien escaso en nuestro país. Publicados por pequeñas editoriales españolas, se trata de cuatro volúmenes aparecidos entre 1991 y 1999: Sobrevivir, El sentido de la lucha, La búsqueda de la felicidad y Renacimiento, los que ahora lanza Anagrama en un solo volumen, de edición bilingüe, bajo el título de Poesía.

De visita en Barcelona para lanzar Poesía, el miércoles Houellebecq explicó algo sobre sus poemas: "Siempre tengo un sentimiento negativo hacia las cosas. El sufrimiento me comería crudo si no le pusiera una estructura, si articulo ese dolor en un poema estoy salvado", le dijo a La Vanguardia. Más cómico, añadió a El País: "Creo que tendré más influencia que Borges porque no tengo su talento y, por lo tanto, soy mucho más fácil de imitar".

La pasión de escribir

Las profesiones cuentan a la hora de la escritura. En el caso de Houellebecq, su especialidad como ingeniero agrónomo marca un punto de mirada. En medio de la naturaleza, en vez de Dios, él antepone a la ciencia como único camino posible para tratar de entender el estado de las cosas. O bien, parafraseando a Maxine Hong Kingston, "acá sólo cuenta el presente y la biología".

En sus poemas, Houellebecq no se hace cargo de los que él llama "los problemas sin contenido", como Dios o el alma humana. Sin embargo, da batalla contra el hastío, el tedio y el influjo del liberalismo, males que para el autor no representan otra cosa, como ha dicho, que el declive irremediable de nuestra civilización.

Por eso no extraña que en Poesía los puntos de atención del hablante muchas veces sean los mismos de sus novelas: los mismos escenarios, la misma tristeza que provocan esos balnearios para gente sola, condenada a estarlo por más esfuerzos que haga. Esos marginales ilustrados y con tarjeta de crédito que arrastran su pesimismo tal como arrastrarán sus pies cuando sean ancianos y les toque morir encerrados en departamentos con la hipoteca al día.

"Este año he envejecido mucho. Me he fumado ocho mil cigarrillos. A menudo me he mareado. Sin embargo, debe haber algún modo de vivir; algo que no encuentro en los libros", escribe en los poemas que abren Renacimiento. Y así como muchas veces asume un tono confesional para hablar de la vejez, hay otras en que el sentido del humor es lo que marca: "La máquina de escribir pesa más de 20 kilos. Con una gran tecla en forma de relámpago para indicar el retorno del carro. Creo que fue Jean-Luc Faure quien me ayudó a llevarla; 'Para que escribas tus memorias', se burlaba sin mala intención".

Dentro de los diversos registros que usa el autor, llama la atención el tono de manifiesto literario con que puede leerse la primera de las obras recogidas. En efecto, Sobrevivir, cuyo subtítulo es Método, es un intenso aunque breve alegato (no supera las 30 páginas) a favor de la escritura como acto, como sentido de la lucha y también como la renuncia.

"La experiencia poética y la experiencia neurótica son dos caminos que se cruzan, se entrelazan y acaban por confundirse la mayoría de las veces", anota, para luego asegurar que "toda gran pasión desemboca en el infinito" y que "toda gran pasión acaba conduciendo a una zona de verdad".

Es extraño leer a un Houellebecq tan envalentonado con la causa, tan dispuesto a tomar la escritura como opción, tan seguro de sus palabras a la hora de animar a otros y de decir que no debemos desdeñar la timidez, pues "se la ha considerado como la única fuente de enriquecimiento interior".

Aquellas líneas las escribió a comienzos de los 90. Más de 20 años después, aún nadie ha salido a desmentirlo.

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