Infancia, autobiografía y dolor: Cristián Plana regresa a Strindberg con Castigo
<P>La obra es un fragmento del <I>Hijo de la sierva</I>, novela testimonial del dramaturgo sueco. </P>
El vino de una botella ha desaparecido sin que su dueño lo permitiera. Los sospechosos de tomárselo lo rodean, son su esposa, su hija y su hijo. El los encara, sólo necesita una señal y llega: el niño se ha puesto colorado. El padre lo acusa, y aunque el pequeño lo niega, el castigo se agenda igual. Se ejecutará al terminar la comida. Y a pesar de que él no lo ha hecho, nadie sale en su defensa.
La escena es recuerdo y relato de August Strindberg. El gran dramaturgo sueco la narró en El hijo de la sierva, la novela autobiográfica que escribió en 1886 con sus atormentadas memorias de infancia. Aunque la historia apenas tiene un par de páginas, es sobre ese breve texto que se construye Castigo, nuevo montaje de Cristián Plana (Velorio chileno) que debutará el 21 de marzo en el Teatro La Memoria.
"No es la biografía de Strindberg", aclara el director. Castigo pretende más bien plantear una reflexión sobre la familia y la niñez. Y la visión no es amable, porque para Strindberg no la era. El núcleo familiar aparece corrompido por mentiras, injusticias, egoísmo. De ejemplo, una cita de la obra: "Familia: tú eres el foco de todos los vicios de la sociedad; tú eres la casa de retiro de las mujeres que aman sus comodidades, el presidio del padre y ¡el infierno de los hijos!".
Rodrigo Soto (En la soledad de los campos de algodón) y Alexandra von Hummel (Topografía de un desnudo) interpretan a los padres de familia. Diego Salvo (Everest) encarna al niño, uno pequeño, aunque de edad indeterminada. Plana optó por convocar a un actor y no a un niño real, porque, además de los problemas logísticos de trabajar con menores, "no podría llevarlo a ciertos lugares más perversos".
El entorno del castigo
La historia original se sitúa en el siglo XIX en un comedor de una familia sueca de clase media. En la obra estas coordenadas se muestran más indefinidas. La escena es musicalizada por Diego Noguera y transcurre en tiempo real, desde el momento en que el padre descubre la falta del vino. El texto sigue igual de escaso que en la novela original. "Me gustan los relatos breves, tienen grandes espacios que pueden ser aprovechados. Dan mucho más que lo que dura su lectura", explica el director.
Es esta escasez de texto lo que más la distancia de La señorita Julia, anterior encuentro entre Plana y Strindberg. El director montó el 2011 una de las obras más conocidas del sueco: "Es verborreica y me propuse hacerla completa porque creo que en esa abundancia de palabras está una de sus claves".
Ahora Plana decidió hacer lo contrario. Volver a Strindberg, pero desde su silencio, narrativa y autobiografía. "Lo que me parece más cruel de esta obra es que Strindberg está tomándose a sí mismo como material de su obra, observándose objetivamente desde esa crueldad de recordar y escribir con lucidez", dice.
La obra es una coproducción entre Teatro La Memoria y Fitam. Su estreno será un doble comienzo, porque significará además la partida de una nueva edición de Teatro Hoy (ver recuadro), ciclo organizado por Fitam y auspiciado por el Consejo de la Cultura y las Artes. El certamen tendrá también otros dos estrenos, y ambos explorarán la historia local. Manuela Infante (Cristo) lo hará desde los zoológicos humanos en Zoo. Mientras que la compañía La Re-Sentida (Tratando de hacer una obra que cambie el mundo) abordará la violencia política en La imaginación del futuro.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.