Informe del FBI revela cómo espía rusa en EE.UU. cayó en una trampa
<P>Un agente de la agencia simuló ser un funcionario ruso y engañó a Anna Chapman, la "femme fatale" de la red de espionaje desbaratada esta semana. Eso permitió el arresto de 11 personas, acusadas de intentar infiltrarse en redes políticas para enviar información a Moscú.</P>
Anna Chapman, la femme fatale de la red de espionaje ruso descubierta por el FBI, no sólo destacaba por su belleza, sino que también era conocida como una de las agentes secretas más astutas del grupo de 11 personas detenidas el fin de semana pasado en Estados Unidos. Desde los años 90, la pelirroja Chapman (28), cumplió fielmente las instrucciones de su "madre patria" e intentó mimetizarse en la sociedad norteamericana. Sin embargo, cometió un "descuido" que le permitió al FBI seguir sus pasos. La operación para detener a estos "espías" se prolongó siete años e incluyó arriesgadas maniobras de inteligencia, al estilo de James Bond.
De acuerdo con los documentos presentados a la justicia, a mediados de 2006 el FBI ya había revisado la casa de cuatro de las parejas de "espías", donde instalaron micrófonos y regularmente revisaban los mensajes encriptados de sus computadores. El operativo, según reveló ayer el diario The Washington Post, era de "contrainteligencia": se esperaba determinar qué nivel de información lograban adquirir antes de detenerlos.
Según el documento acusatorio que presentó el FBI ante la Justicia, desde enero de este año la agencia vigiló de cerca a Chapman, quien solía reunirse los miércoles con un oficial del gobierno ruso para intercambiar información. La operación era sencilla. La mujer iba a un Coffee Shop en Manhattan, pedía un café, sacaba su notebook e ingresaba a una red de internet inalámbrica privada, mientras su "contacto" hacía lo mismo desde una camioneta. Además de la tecnología, los agentes rusos recurrían a radios de onda corta, mensajes encriptados en fotos en internet y textos escritos con tinta invisible.
La trampa
Tras semanas de pesquisas, el sábado 26 de junio un agente del FBI que se hacía pasar como empleado del consulado ruso le tendió una trampa a Chapman. Ese día, el oficial encubierto le dijo que necesitaba reunirse con ella para una misión urgente. La pelirroja accedió y a las 16.30 se vieron en Manhattan. "Dime cómo va todo", le dijo el agente. "Todo está bien, aparte de la conexión", respondió ella. El agente entendió que se refería a problemas técnicos y siguió la conversación, mientras la espía le exigía que le dijera su nombre. "Roman. Mi nombre es Roman", le dijo.
Luego, el agente le explicó que al día siguiente tenía que reunirse con otra mujer. "Ella preguntará si se conocieron en California. Le tienes que decir que no, que fue en Los Hamptons (Nueva York)", le ordenó el agente, quien insistió: "¿Estás preparada para dar este paso?". "¡Mierda! Por supuesto!", respondió. Tras el encuentro, Chapman ingresó a una serie de almacenes, ya que sospechaba que la vigilaban. De hecho, compró un teléfono celular que era difícil de rastrear. Según The New York Times, la espía rusa bien pudo haber llamado a Moscú para alertar lo que ocurría.
Al día siguiente no hubo reunión con el "enlace" y fueron detenidas 10 personas en diversos puntos del país. El número 11 cayó el martes en Chipre. Ese agente se hacía llamar Christopher Metsos, quien se dio a la fuga tras pagar una fianza de US$ 32.500. Metsos era el único que no residía en EE.UU. y sería el enlace con el resto de los agentes. De los detenidos, sólo Chapman y Mikhail Semenko son rusos. Del resto, sólo se sabe que Vicky Pelaez es peruana. Ella trabajaba como periodista en el diario neoyorquino La Prensa y "espiaba" para Moscú con su marido, Juan Lázaro. Para recibir la remuneración de Rusia, debían viajar hasta un país sudamericano no identificado y se reunía en una plaza con un agente ruso.
Sin embargo, la relación entre Rusia y este matrimonio no era fácil. Tampoco lo era con la pareja compuesta por Richard Murphy y su esposa Cynthia. En septiembre de 2002, el FBI interceptó una conversación entre Pelaez y Lázaro mientras discutían sobre la decepción que tenían en ese momento de Moscú. "Me dijeron que mi información no tenía valor, porque no les entregué ninguna fuente", le comentó Lázaro a su mujer. "¿Verdad?", respondió ella. "Sí", continuó, molesto. "Entonces dales el nombre de cualquier político de acá", le sugirió Pelaez. Hasta ahora, Lázaro es el único que ha confesado ser espía. El jueves dijo que usaba un nombre falso, y que "ni siquiera por mi hijo" violaría su lealtad a Moscú.
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