Inti Castro, el grafitero local que pinta las murallas del mundo, aterriza en Santiago
<P> El porteño tiene murales en Francia, Holanda, Turquía, Bélgica y Perú.</P>
A Inti Castro (31) le bastaron sólo cuatro años para esparcir su imaginario por el mundo. Desde 2009, el porteño dio rienda suelta a sus personajes, especies de bufones altiplánicos, vestidos con coloridos trajes y collares de calaveras, que sostienen en sus manos rosarios y choclos, y que de a poco se han ido multiplicando por las murallas de ciudades en Francia, Suecia, Noruega, Bélgica, Perú, España, México y Bolivia.
Partió como cualquier otro grafitero: a los 14 años se tomaba ilegalmente, de noche y a escondidas de Carabineros, los muros abandonados de Valparaíso. Hoy está convertido en el exponente chileno más reconocido internacionalmente, con trabajos que se han ido haciendo cada vez más monumentales. A fines de 2012, pintó en el centro de París, en un edificio de departamentos de 16 pisos, su mural más grande: 47 metros de largo. Una hazaña que lo ha hecho profesionalizarse cada vez más, usando materiales más duraderos y grúas que le permiten ocupar los muros en plenitud. "Antes me conseguía mis propios muros, pero eso me quitaba el 80% del tiempo. Ahora me dedico sólo a pintar para los festivales a los que me invitan, ellos hacen todas las gestiones", dice Inti.
Desde hace por lo menos cinco años, los festivales de street art proliferan en el mundo, e Inti se ha convertido en una de sus figuras habituales. Urban Forms de Polonia, Urb'Art de Francia, StrokeUrbanArt Faire de Alemania y White Walls del Líbano, son algunos de los eventos que tienen como objetivo refrescar con arte las zonas urbanas más grises. "Hay ciudades enteras que cambian su cara gracias al trabajo callejero. Lodz, en Polonia, tenía como máximo atractivo un mall, imagínate. Ahora el turismo está enfocado en los más de 30 murales que se despliegan por la ciudad", cuenta el grafitero, que ya tiene dos obras allí. Las gestiones no son simples. Hay que conseguir permisos municipales y el dinero para las obras, que van desde los $ 5 millones. "No gano plata con los murales, pero sí hago exposiciones, vendo telas y serigrafías en mi galería francesa, Intenerrance", agrega.
Radicado hace un par de años en París, no son tantas las oportunidades que tiene Inti de plasmar su obra en Chile. En una semana, eso sí, estará de vuelta invitado por el Festival Hecho en Casa, el evento local de intervenciones urbanas que nació el año pasado y que tendrá su segunda edición entre el 29 de noviembre y el 8 de diciembre. Allí, Inti compartirá escena con artistas locales como Mono González, fundador de la Brigada Ramona Parra, el Grupo Grifo, que desde 2004 interviene los paneles luminosos de las autopistas; y figuras extranjeras como el reconocido grafitero italiano Blu o el estadounidense Filthy Luker, que con sus intervenciones "ataca" la ciudad: árboles con ojos y gigantes tentáculos que salen por las ventanas de los edificios, son parte de su currículum.
Para Inti, el evento dará vida a su segundo mural en Santiago. El primero, lo hizo recién a inicios de este año en el Museo Abierto de San Miguel, ubicado en calle Departamental, invitado por el colectivo Mixart, que también estará en Hecho en Casa. El segundo, lo iniciará el próximo viernes en un muro del centro de Santiago, aún por definir. "Medirá por lo menos 20 metros y será un reencuentro con la idiosincrasia chilena. He visto los movimientos sociales en Chile y me dan ganas de decir algo, pero hablar de lejos no vale la pena. Esta es mi oportunidad de hacerlo", dice Inti.
Grafiti andino
El estilo que lo ha hecho reconocible es una mezcla de influencias andinas, pasando por el Kusillo, un personaje del Festival de Oruro, en Bolivia, el Ekeko, dios altiplánico de la abundancia, las calaveras mexicanas y las arpilleras de Violeta Parra. "Los personajes van evolucionando según el lugar donde los pinto. Es un proceso bonito, porque recojo mucho las experiencias de la estadía y lo que la gente me va contando. Hace poco llegué a Puerto Rico, con una idea muy definida que mezclaba religión y armas, pero al final la idea cambió hacia la dualidad que existe en la gente que se siente gringo y latino", señala el artista.
Según Inti, el movimiento del grafiti actual se diferencia del muralismo antiguo por fomentar la individualidad. "Antes se representaba un ideal político, era una trabajo colectivo que hablaba de las grandes verdades. Hoy el artista pinta su punto de vista particular y pone a prueba la tolerancia del público", dice el grafitero. "De por sí el mural es invasivo, por eso mi búsqueda no es ofensiva. No creo en recordarle a la gente lo que está mal, eso ya se sabe. Es hora de dar soluciones. Mis pinturas tratan de ser una propuesta positiva del mundo".
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.