Investigan origen de niña de rasgos nórdicos hallada en campamento en Grecia
<P> Fue descubierta durante un registro a habitantes gitanos en Grecia. La niña no habla el romaní.</P>
Una niña rubia, de piel casi traslúcida y luminosos ojos verdes, aparecida el jueves en un campamento gitano en Fársala (Lárissa, centro de Grecia).
Una teleserie mediática, que engorda progresivamente, con elementos de novela negra: de dónde salió la pequeña, quiénes son sus padres, cómo ha llegado hasta allí, si ha sido víctima de una red de tráfico de niños robados, o si acaso es un eslabón perdido que permita resolver otros casos de desapariciones de menores. El último ingrediente es la entrada en escena de Interpol y la internacionalización del caso: sólo el sábado, la ONG que ha asumido temporalmente la custodia de la niña recibió más de 5.000 llamadas telefónicas de todo el mundo con pistas, indicios o suposiciones que ayuden en la búsqueda de sus verdaderos padres.
Los medios británicos se han lanzado como sabuesos sobre el caso, con el cercano precedente de Madeleine McCann en la cabeza, pero también de otros expedientes casi archivados. Para los británicos, la niñita rubia de ojos verdes del campo de Fársala es María (el nombre que, al parecer, recibía en el entorno en que vivía); los medios griegos la han llamado "el ángel rubio", una denominación más acorde con la realidad, pues fueron precisamente los rasgos nórdicos o eslavos de la niña, y su desconocimiento del romaní, los que hicieron saltar las alarmas.
María fue hallada en una casa prefabricada del campo, durante un registro rutinario en el que se descubrieron varias armas, y en la que había otros tres niños. La pareja que se hizo pasar por sus padres, un hombre de 40 años y una mujer de 39 años, incurrió en tales contradicciones (que la niña era hija de padre canadiense; que se la encontraron en Creta; que la había abandonado su madre búlgara) que la policía ordenó su detención cautelar. Una prueba de ADN confirmó que no eran los padres de la niña.
Posteriormente, los investigadores descubrieron que en 1993, en un plazo de cinco meses, el supuesto padre había registrado a cinco niños más como propios, y entre octubre de 1994 y febrero de 1995, a otros tres más. La mujer figura, además, como madre de otros cuatro. La concatenación de indicios hace pensar a la policía que el "ángel rubio" podría ser víctima del tráfico de menores.
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