Jesucristo superestrella: el suceso de los shows cristianos en Chile
<P><span style="text-transform:uppercase">[Fenomeno]</span> Han llenado sitios como el Estadio Nacional y el Movistar Arena, graban DVDs en Santiago y han abierto el apetito de los productores convencionales: así escalaron las estrellas de la música evangélica en el país. </P>
Alguna vez, el cantante de música cristiana Marcos Witt no sólo fue más grande que tu problema; también fue más grandioso que Bono, el Sol de México y el reggaeton. Durante dos años seguidos, en 1999 y 2000, el intérprete de ascendencia mexicana repletó dos veces el Estadio Nacional, totalizando casi 120 mil personas, mucho más de lo que reportaron las visitas de U2 y Luis Miguel en esas mismas temporadas.
Ya en el nuevo siglo, en 2006, el Arena Santiago -hoy Movistar Arena- se estrenó en una semana con un concierto de Daddy Yankee y, cuatro días después, con una fecha doble del propio Witt, quien aprovechó la estelaridad para grabar un DVD. En convocatoria, la palabra de Dios venció a la gasolina.
Los paralelos establecen una tendencia con cierto relato histórico, pero que se ha asentado en la última década: el masivo éxito de los espectáculos de música cristiana, nacidos y crecidos a espaldas de los medios seculares, reproducidos en sus propios universos de difusión, y como un segmento más de la actual cartelera, capaz de rivalizar con las figuras del pop y el rock.
De hecho, en este segundo semestre hay al menos cuatro recitales masivos del género, destacando el retorno del mexicano Jesús Adrián Romero, una de las mayores estrellas y que aterrizará en el Caupolicán y en Concepción; el dúo Tercer Cielo, adscritos al pop y la bachata, y con cita en el propio recinto de calle San Diego; y el ya célebre Marcos Witt, salmista, compositor y cantante que pasará por el mismo lugar (ver recuadro).
A modo de registro, Witt completará casi una docena de presentaciones en el país, desde que debutó en 1993, destacando no sólo sus llenos totales en Ñuñoa, sino que también el encuentro gratuito que encabezó en 2010 en Plaza Italia, donde llegaron 50 mil personas. Como consecuencia surgieron varias webs que impulsaron campañas para que llegara hasta el Festival de Viña.
"El mundo evangélico ha cambiado mucho. Todavía existe esa parodia del canuto parado en una plaza y gritando, típica de los 80 y que ayudó a perpetuar programas como Morandé con compañía, pero eso ya no es tan así. Este segmento cambió y quiere escuchar otro tipo de música", postula como tesis Pablo Vergara, gerente de Vidalibros, una de las mayores librerías cristianas del país y que ha funcionado como la casa matriz del fenómeno.
Así como el heavy metal, el hip hop y el rock alternativo poseen su propio entramado de difusión a través de fanzines, disquerías, fiestas y medios de tiraje subterráneo, la música cristiana se ha fortalecido gracias a un circuito con principios propios e infranqueables y que, en parte, no necesita de conductos más formales. Por ejemplo, Vidalibros tiene 3 mil puntos de venta en todo el país y, desde ahí, promociona y comercializa entradas para todos los recitales.
A ello se suman dos canales de TV (Ewtn y Enlace, este último por señal abierta) y dos radios, Armonía y Corporación, con cerca de 40 frecuencias por todo el país. Con tal cimiento de medios, ya no es tan necesario predicarle a los conversos; la ambición actual de quienes operan en el circuito es llegar al público laico.
El propio Jesús Adrián Romero comenta desde México: "Nos impresiona cómo ha crecido Chile en este tema y el culto inmenso que siempre hay por vernos. Hemos estado con shows desbordados y calculamos que cerca del 40% de nuestra audiencia allá no va a iglesias, son sólo personas que les gusta la música espiritual, porque lo que hacemos no son eventos religiosos".
Dentro de esa conquista por nuevos seguidores y por terrenos seculares, los exponentes del circuito deben batallar de manera frecuente con los prejuicios. "Nos ven como algo aburrido o que no se puede potenciar de modo comercial", dice Vergara.
El cantante local Luis "Toco toco" Pedraza, ex figura de Rojo y hoy en carrera en el espacio The Voice, tuvo un vuelco religioso en 2003 y se ha convertido en un asiduo asistente de estos espectáculos. Por lo demás, siete año después fichó para el sello de Witt y lanzó su primer álbum cristiano, aventura que coincidió con el período en que prácticamente desapareció del mercado convencional. "Aunque le va muy bien, es difícil que esta música tenga un alcance mayor. A los medios y a mucha gente les parece algo poco vendible. Es parte de la idiosincrasia, aún nos ven como unos religiosos saltando en una plaza", imagina el intérprete.
En contraparte, la industria de la canción evangélica es una de las más exitosas de EE.UU. y Centroamérica, con millones facturados en discos y la inclusión de sus categorías tanto en los Grammy norteamericanos como en los latinos. En el continente, los conocedores apuntan a Witt como el responsable: luego que hasta los 80 la música cristiana se remitiera a los coros de iglesia, un decenio más tarde el hombre nacido en Texas le dio un giro pop y empezó a cantar en español.
La nueva apuesta coincidió con un crecimiento y un cambio de perfil del credo en Chile. Según el censo de 2012, la población protestante aumentó del 15,14% al 16,62% en la última década, mientras que los católicos descendieron. Por lo demás, el núcleo más fuerte de los creyentes, que hace 30 años estaba asociado a las clases populares o a personas que escapaban de los vicios, hoy tiene a generaciones completas de profesionales y con mayor poder adquisitivo.
El diseñador Cristián Millán detectó los nuevos tiempos y fundó en 2009 Upsoul, un grupo que iba desde técnicos hasta periodistas dispuestos a organizar conciertos bajo las mismos estándares de calidad de los megaeventos tradicionales. Con esa lógica, fueron responsables de algunos de los mayores encuentros cristianos del último tiempo. Además, descubrieron otra razón de su suceso: "A diferencia de, por ejemplo, Sanz o Shakira , a estos artistas la gente primero los conoció como pastores, a través de videos o en los eventos, y ahora los ve como estrellas. O sea, hay una cercanía, los conocen, han crecido con ellos", dice Millán.
El paulatino arrastre también abrió el apetito de los promotores que durante el resto del año se pelean a, por ejemplo, Sanz o Shakira. Alfredo Alonso de la productora Bizarro, trajo en 2010 a Stryper, la banda de rock cristiano más popular de la historia. Patricio O'Ryan, responsable de fenómenos como Marc Anthony, está tras la próxima venida de Jesús Adrián Romero y asume que la dura competencia en la industria nacional ha llevado a que algunos empresarios empiecen a ver el nicho evangélico como un área atractiva. Eso sí, revela un dato: el ticket promedio para estas instancias es más bajo que el de un espectáculo secular y no supera los $25.000. En contraparte, los gastos de estas visitas también son bajos: el costo total por traer a un crédito como Witt no supera los US$75 mil, tarifa que, a modo de paralelo, piden los artistas menos onerosos del Festival de Viña.
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