John Chadwick: el vilipendiado sonidista de Luis Miguel
<P>El inglés trabajó con Judas Priest y Aerosmith y es el ingeniero de monitores más fiel al mexicano en la última década.</P>
Su figura está en penumbras, su cara apenas la reconoce un puñado de técnicos y su nombre es anonimato puro. Pero casi como un personaje sin rostro, se convirtió en uno de los mayores protagonistas del debut de Viña 2012, en trending topic de las redes sociales, en chiste de sobremesa y en obligado comentario post festivalero. Casi como el hombre que lo increpó durante toda la noche: se trata del sonidista e ingeniero de monitores de Luis Miguel, ubicado en la mesa de mezclas al costado derecho del escenario.
Su nombre es John Chadwick, el vilipendiado técnico inglés que debió lidiar los más de 90 minutos de espectáculo con los ademanes molestos y la pataleta constante de su jefe en escena, incómodo como pocas veces con los tropiezos en el sistema de retorno y audio, pese a que históricamente se ha mostrado exigente en el tema. Un ingeniero de sonido que roza los 40 años y que fue criado en el heavy metal y en el rock de cuna clásica, con trabajos como mezclador de Judas Priest, Kiss y Aerosmith. De hecho, en la gira de 2011 del grupo de Crazy hizo la misma labor, pero con Steven Tyler al frente.
Al círculo laboral del mexicano se unió hacia 2008, en la gira de Cómplices, y es uno de los créditos que más ha durado en el puesto. O que más lo ha aguantado: según reportes de medios mexicanos, en la última década, el intérprete ha cambiado cerca de cinco veces de sonidista, en una búsqueda intermitente de resultados satisfactorios, aunque Chadwick ha sido el que más fiel se ha mantenido. Según encargados de producción local, su apego con el mexicano radica en su juventud y su carácter más flexible para soportar sus exigencias.
Tras el round sobre la Quinta Vergara, Chadwick -originario de Manchester- trató el tema con miembros de su staff y hasta fue nuevamente reprendido por sus cabecillas más directos. Incluso, los tropiezos en el sonido empezaron el lunes pasado, en el show privado que brindó en Punta del Este, donde nuevamente se mostró irritado con el británico (en 2008 incluso se negó a hacer un bis en Buenos Aires por los mismos percances).
Está claro que el tema no es menor, pero en la Ciudad Jardín fue aún más quisquilloso. Desde un principio, los encargados del hombre de La Incondicional establecieron que traían sus propios equipos de audio, incluyendo 20 monitores y tres consolas, convirtiéndose en el único crédito del Festival que no usará montaje chileno. Además, Luis Miguel exigió que su sonidista estuviera sobre el escenario, otra petición única entre el cartel de invitados. Para disimularlo, levantó una suerte de biombo donde apenas se podía percibir su figura, pese a que no pasó inadvertida para nadie entre el público.
Al contrario: desde la noche del miércoles ya se crearon grupos en Facebook bajo el nombre de "Contratemos un nuevo sonidista para Luismi", en las redes sociales campeaban las bromas en torno a su desempeño y hasta se difundieron imágenes trucadas de María Eugenia Larraín operando la consola de sonido. El aludido salió ayer a pasear desde su suite en el Hotel San Martín, bajo la extraña sensación de una figura en boca de todos, pero aún anónima para el mundo real.
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