Jonas Brothers desata la histeria en su show en el Club Hípico ante 35 mil personas

<P>Los estadounidenses llegaron provocando euforia. Desde su arribo de madrugada hasta su concierto en Santiago, causaron el fervor de sus seguidoras, niñas de 7 a 15 años que los esperaron en el aeropuerto, los siguieron al hotel y celebraron cada canción de su presentación anoche. </P>




Estaban en la gloria. En el cielo. Felices. Porque ya cuando se apagaron las luces del Club Hípico las miles de niñas que adoran a los Jonas Brothers apenas podían respirar de tanta emoción. We will rock you de Queen comenzó a sonar por los parlantes y el griterío de las fans de 7 a 15 años armadas con la polera, el cintillo, la pulsera y hasta el banderín del grupo era imposible. A las ocho y diez de anoche los tres hermanos saltaron al escenario y Andrea Molina o Karen Doggenweiler, incluso el alcalde Pablo Zalaquett, también se contagiaron con el entusiasmo de sus hijas.

La banda Disney partió con The way we roll y sus guitarras hicieron saltar a las 35 mil personas. Escolares con papás y tíos y hermanos mayores. Preadolescentes que a pesar del frío al aire libre, de que las más pequeñas no alcanzaban a ver nada desde la cancha y sus mamás reclamaban, y de todo lo que tuvieron que caminar para entrar y salir del lugar, estaban eufóricas. Coreando cada tema. Haciendo la coreografía. Chillando como ellas solas. Así de principio a fin. Hasta el final. La telonera Demi Lovato, una jovencita con polera de Pat Benatar y chaqueta de cuero, se les unió para un aplaudido dúo. Y a las nueve y media los Jonas se despidieron. Cuando ya había unos 200 atendidos en los cuatro puestos médicos por torceduras o desmayos, principalmente.

Delirio de día

Pero el delirio partió de madrugada. Los chillidos, brincos, carreras de aquí para allá, canciones cantadas a coro y confesiones de amor furioso del tipo "¡te amo, Nick!", o Kevin, o Joe, marcaron las primeras horas de los Jonas en Chile. Las minifans madrugaron para ir a esperarlos al aeropuerto, donde llegaron a las 7.30 de la mañana en un avión privado 757 desde Perú. El menor, Nick (16), bajó con pantalón corto y los tres Jonas siguieron el lema de niños buenos, firmando autógrafos y besando a las colegialas que los esperaban en el sector de Aerocardal.

Poco después la histeria se desató en el Hotel Ritz, donde la comitiva ocupó 188 de las 205 habitaciones. Con el uniforme de jeans con mostacillas y poleras con la imagen de los hermanos estampada, unas 400 niñas encaramadas en los finos pinos del hotel francés y presionando contra las barreras que un piquete de Carabineros intentaba mantener de pie, se destemplaban llamando a sus ídolos.

Venían de Las Condes o de Maipú. De Temuco, como Carolina, de 10 años, que con su mamá tomaron el bus de las 11.15 de la noche del martes para llegar a la 7 de la mañana de ayer, irse al Ritz y después al Club Hípico, entonando de memoria los éxitos Burnin' up o Inseparable. Otras armadas con latas de pintura en spray y moldes de cartulina fabricaban profesionalmente en la vereda de Apoquindo nuevos carteles. Mientras el grupo repetía dentro del hotel, durante una breve conferencia, frases a lo Julio Iglesias en versión kindergarten: "Es increíble que toda esta gente nos esté esperando" o "queremos que nuestra mamá se sienta orgullosa de nosotros".

Pasada la una de la tarde salieron a firmar cuatro o cinco autógrafos rodeados por guardias. Las "afortunadas" quedaron en shock. Y luego arrasaron con todo. Fue necesario otro piquete de uniformados y maniobras de emergencia para que las lolitas dejaran pasar a las seis camionetas van que llevaron al trío a la prueba de sonido en el Club Hípico, donde a las dos de la tarde había una fila de cinco mil personas.

En el recinto los Jonas interpretaron cuatro canciones, saludaron a unas 150 niñas que habían ganado algunos concursos y se retiraron a sus camarines, donde tenían desde agua mineral francesa hasta bandejas de sushi. Y cuando las miles de seguidoras estaban por entrar, los cantantes jugaban unos 45 minutos de béisbol con parte de su comitiva, en una cancha cerca del escenario. Relajándose antes de griterío final.

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