Juan Villoro: "Mucha gente pagaría por un fin de semana en la guerrilla"
<P>Llega <I>Arrecife</I>, la nueva novela del autor mexicano. Una historia de ex rockeros, amistades traicionadas, turismo y peligro fuera de control en un resort del Caribe. </P>
Algo se sale de control y La Pirámide deja de ser un inocuo resort del caribe mexicano: una cosa es hacer turismo con el peligro y otra es terminar muerto. Hecho para extranjeros adictos a las emociones fuertes, el centro no solo ofrece una amplia gama de deportes extremos, también encuentros furtivos con la guerrilla mexicana. Eso sí, una guerrilla con metralletas de plástico. Cuando el instructor de buceo es asesinado la trama de Arrecife toma la forma del policial. No cualquiera: Juan Villoro resuelve el crimen en la mitad de la novela, para luego investigar las culpas morales de los protagonistas.
Ensayista y cronista, el autor de El testigo es uno de los más inquietos escritores mexicanos actuales. Antes exploró los clichés de la identidad mexicana en los cuentos de Los culpables y ahora en Arrecife vuelve a ellos para situar en un terreno de apariencias y simulacros la crisis de Tony Góngora, un rockero que ha perdido buena parte de su memoria. Ex miembro de Los Extraditables, ahora trabaja en La Pirámide, centro que dirige su amigo y compañero de banda Mario Müller. El segundo tendrá que ayudar al primero a reconstruir su pasado.
"Poco a poco, el protagonista intuye que su amigo no solo le comunica recuerdos verdaderos, sino que agrega cosas. ¿Por qué alguien desea modificar la memoria de su mejor amigo? Ese es el disparador de la novela", dice Villoro, que en Arrecife también echó mano de sus días como rockero militante.
El asesinato en Arrecife se resuelve mucho antes del final. ¿Le interesaba dar un giro al género policial?
Lo que me interesaba es que, una vez aclarado el misterio, hubiera dudas morales sobre la forma en que se comportaron los protagonistas. Aclarar un enigma puede hacer que el entendimiento se convierta en una forma del misterio.
La idea de vender la experiencia peligrosa mexicana a extranjeros está en varios de sus libros. ¿Qué lee atrae del tema?
Me interesa poner en crisis ciertos aspectos de la nacionalidad. En Arrecife el contexto peligroso de México permite que un empresario haga programas de "paranoia recreativa" para sus clientes. En muchas ocasiones, los defectos del tercer mundo son vistos como un placer provisional del primer mundo. Mucha gente pagaría por participar en una guerrilla durante un fin de semana.
¿La banda Los Extraditables tiene algún modelo real?
No. Durante cuatro años escribí los guiones de un programa de radio de rock, El lado oscuro de la luna, y conocí muchos grupos y el ambiente rockero de los años setenta. También participé en algunos grupos. Arrecife da constancia de esos sueños y esos delirios.
¿Cómo fue su experiencia con la contracultura de los 60/70?
Fui un integrista del rock. Ordenaba mi vida en torno a la música y analizaba a las personas por la música que oían. Para mí, el rock era más un patrón de conducta que un ritmo musical. Obviamente exageré y este fanatismo me privó de muchas cosas. En 1981 me fui a vivir a Berlín y entendí que, si me privaba de la música clásica, iba a ser como estar en Brasil y no entender el fútbol.
Sus libros de ensayos y crónicas ya superan los de ficción. ¿En qué zona se siente más cómodo?
Me siento incómodo en todas, pero por razones distintas. Es lo interesante de alternar géneros. Si alguno me relajara, no lo practicaría. Solo importa lo que te pone nervioso.
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