Koltès, el dramaturgo francés más influyente, vuelve a la cartelera
<P>Un dealer y un cliente que se enfrentan una noche es el núcleo del montaje <I>En los campos de algodón</I>.</P>
Es difícil ser un animal de la noche. Lo fue para el joven Bernard-Marie Koltès (1948-1989) y lo es para cantidad de gente que se desliza en la oscuridad de la noche en busca de emociones, droga, acción, deseos o amor. Koltès, que vivió la explosión del siglo XX en las calles de París y Nueva York, sabía mucho de lo que hablaba cuando en 1987 escribió En la soledad de los campos de algodón, una de las obras que alcanzó a crear antes de morir de sida a los 41 años y convertirse de manera póstuma en el dramaturgo francés más influyente.
El texto fue tomado por los directores y académicos Omar Morán (Patas de gallo) e Isidora Stevenson (HP), quienes lo cortaron y reordenaron para crear En los campos de algodón, donde Pasquinel Martínez es el cliente y el propio Morán es el dealer. Pero lo que allí se trafica no es droga. "Estos seres quieren ser amados, pero enfrentan una imposibilidad. Uno está desesperado por vender, el otro por comprar, y ninguno puede transar. No pueden confiar ni sucumbir ante el amor", explica el director Omar Morán.
Esa lectura se suma a la crítica que hace Koltès a un sistema capitalista donde, a su juicio, la necesidad de intercambio bloquea la relación entre dos seres.
La obra, que estará en cartelera hasta el 29 de agosto, incorpora videos elaborados por Antonia Zegers con animales depredadores en acción. Esta proyección hace referencia a las "relaciones salvajes" que se dan entre hombres y animales a altas horas de la noche, según las palabras del propio Koltès.
En ese espacio simbólico, que no es callejón ni baño ni auto, los dos personajes se encuentran y despliegan largos textos, sin escucharse, arengando como si no se pudieran cruzar ni en palabras. "El dealer dice tener todo lo que se pueda desear, pero el otro le dice 'no tengo ningún deseo ni nada que ofrecerle'. Honestamente, creo que la obra habla del amor. Sin romanticismo, de forma pesimista y violenta, como se sentía Koltès, que murió en la más profunda marginalidad", concluye el director.
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