Korcula:la playa donde el invierno europeo no llega
<P>Cuando el invierno empieza a avanzar en Europa, aún quedan algunas opciones para disfrutar de buen clima y relajo playero. Una pequeña y escondida isla de la región croata de Dalmacia sorprende por su arquitectura medieval, playas casi vírgenes y la oportunidad de una desconexión envidiable. </P> <P> </P>
NO TAN FAMOSA ni jetsetera como sus vecinas Hvar y Brac, Korcula (se dice Korchula), una isla encantadora escondida en la región croata de Dalmacia, nos ofrece la mezcla perfecta entre un pasado histórico culturalmente rico y la belleza de sus costas y poblados. Bautizada por los griegos como Korkyra (Corfú negro), debe su nombre al color oscuro que veían los navegantes al acercarse a una isla tan rica en vegetación. Es la gran cantidad de olivos y viñas en sus tierras lo que hace de esta una de las islas más verdes del mar Adriático.
Sólo 20 kilómetros la separan de la península de Peljesac y se puede acceder por poco dinero en ferry desde Dubrovnik, Split u Orevic.
La recomendación es hacer el camino bordeando la costa desde Dubrovnik o Split hasta Orevic para tomar el ferry de manera de disfrutar el increíble paisaje desde el camino, conformado por una multiplicidad de islas, penínsulas y acantilados, rodeados de altísimas montañas muy verdes donde se observan, por un lado, pequeños poblados de casas con sus techos rojos y, por el otro, las impresionantes vistas del azul del Adriático.
El centro y los otros pueblos
Su ciudad principal, también llamada Korcula, aparece ante nuestra vista como un típico pueblo medieval, amurallado y rodeado de torres. Está compuesto por una treintena de angostas calles de piedra blanca que dan a una avenida principal formando la espina de un pez y con inclinaciones hacia los costados para protegerla del viento. Su arquitectura es impresionante y muy bien cuidada, lo que hace que el pasear por las pequeñas callecitas sea un total agrado y la gran entretención de locales y turistas. Casas de piedra de techos rojos adornadas con jardineras de geranios, le dan un encanto especial. Por su belleza, arquitectura y pasado es que algunos la llaman "la pequeña Dubrovnik".
Durante este paseo, no hay que dejar de visitar la catedral, cuya construcción data del siglo XIV, así como la casa donde, de acuerdo a la leyenda local, nació el navegante Marco Polo. Si tiene suerte, también podrá encontrar por las tardes alguna demostración de la moreska, antigua danza medieval de origen moro-español y extendida a otros lugares del Mediterráneo, que muestra la lucha a espadas entre moros y cristianos por una bella muchacha en poder del rey moro y que hoy en día sólo se baila en Korcula.
Centenares de exquisitos restaurantes rodean la ciudad, ofreciendo las delicias de la cocina mediterránea. Pescados, mariscos, aceite de oliva y tomate son las bases de muchas de sus preparaciones y el higo y la uva hacen de ingrediente para todos sus postres. No deje de probar la smokvenjak, una tarta de higos típica de la isla. Sus helados y pizzas son también famosos en toda Croacia.
Al atardecer debe ir al bar "Massimo", ubicado en la parte más alta de una torre, a la cual se accede por una estrecha escalera y de donde, al son de la música de algún DJ, podrá apreciar la mejor puesta de sol de la isla en una atmósfera privilegiada.
Para alojar en la ciudad, es ideal buscar un lugar cerca del centro, puesto que como no es de gran tamaño se puede hacer todo caminando y eso le agrega otro plus a la estadía. Existen alojamientos para todos los presupuestos, los que incluyen algunos hoteles y una cantidad mayor de pensiones y de departamentos en arriendo.
Pero la isla no es sólo su capital, sino también varios otros pequeños pueblos, la mayoría de pescadores. Personalmente, elegí a Vela Luka y Lumbarda.
Vela Luka está 9 kilómetros al occidente de la ciudad de Korcula y se puede llegar tomando un bus local, que sale desde allí cada una hora.
Es el paraíso de los veleristas, puesto que como puerto natural posee una preciosa y muy protegida bahía y con el tiempo se ha preparado para ofrecer todas las comodidades de abastecimiento a los navegantes de estas zonas del mar Adriático. Su costa es rocosa y está llena de cavernas. Es recomendable como para ir una tarde de paseo.
Lumbarda, 7 kilómetros al este, está catalogada como la mejor playa de la isla. Aunque de arena gruesa (¡es la única de arena!), el mar es calmo, transparente y de temperatura perfecta; constituye la mejor alternativa para pasar un día de sol disfrutando de las maravillosas aguas tan características de ese mar. Si se aburre de la playa, también hay un lindo sendero que rodea la costa y que ofrece estupendas vistas de pequeñas penínsulas y calas. Para llegar tome un bus local.
Incluir a Korcula dentro de las vacaciones es algo diferente. Con sólo 280 km2 de superficie y una población de cerca de 3.000 habitantes, este viaje resulta una experiencia más íntima y acogedora, disfrutando de una naturaleza privilegiada, que nos hace recordar lo que debe haber sido el Mediterráneo antes de la avalancha de turistas.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.