Kreuzberg, Belín en pocas cuadras
<P>Bueno, tan pocas no. Son cerca de 10 km2 de un barrio que condensa aquellos contrastes tan característicos de la capital alemana. Museos emblemáticos, teatro y música al aire libre, tiendas estrafalarias, inmigrantes de todo el planeta y casas okupas, entre otros. Un armonioso caos para tener presente si visita la ciudad en este inicio de los viajes de baja temporada a Europa. </P>
SALE el sol en Berlín y sus tres millones y medio de habitantes no pierden un minuto en salir a la calle a disfrutar de museos, restaurantes y shoppings, pero también de calles y áreas públicas donde palpita el alma berlinesa.
Una zona a la que se dirigen muchos pasos es el barrio de Kreuzberg, en español, cruz de la montaña.
Ubicado al este del río Spree, que cruza la ciudad, Kreuzberg mezcla una variada movida cultural, con una historia marcada por manifestaciones políticas y sociales.
Mientras los barrios de Berlín nacieron como zonas rurales incorporadas al crecimiento de la capital, Kreuzberg nace en 1920 producto de una reforma administrativa que dividió la ciudad en distintas áreas. Aquí llegaron los grupos sociales más desfavorecidos, pero también fue centro de operaciones de los nazis.
Con el levantamiento del Muro, Kreuzberg quedó del lado americano, acogiendo gran variedad de políticos, sindicalistas y estudiantes que por décadas salieron a las calles a rechazar el libre mercado mediante revueltas estudiantiles, manifestaciones artísticas y eternas noches de tensión contra la policía.
En los 70 fue el turno de los inmigrantes, en especial turcos que llegaron a Kreuzberg. Hoy son el 40% de su población.
Con la caída del Muro, la imagen marginal, creativa y combativa de Kreuzberg se dulcificó. Un cambio que llegó producto de un plan de restauración que mejoró viviendas y calles, dándole una impronta más amable al vecindario. Hoy, Kreuzberg se ha dividido en dos mitades.
La zona este sigue teniendo un sabor rebelde, acogiendo a inmigrantes al por mayor. A ellos se les suman okupas, punks, familias de clase media alta llegadas por los bajos alquileres y comerciantes que han instalado excéntricas tiendas.
El ala oeste es el sector acomodado, donde conviven modernas avenidas, calles estrechas y residencias burguesas que se han abierto a cafés, restaurantes y tiendas de vanguardia. Es la zona de las áreas verdes, donde actos artísticos brotan con la primavera.
Turcos y tiendas de Frankestein
Como todo Berlín, las dimensiones de Kreuzberg distan mucho de ser las de un barrio chileno. Su tamaño se asemeja a un distrito al que se accede mediante distintas vías, especialmente por la línea de metro U1 que atraviesa el barrio por vías elevadas.
Otra forma es por la calle Frankestein que da la bienvenida al lado este del barrio, la otrora zona rebelde de Kreuzberg.
Hoy es un área repleta de tiendas y colmada de inmigrantes. Muchos africanos, algunos latinos, asiáticos, pero en especial turcos. La mayoría de ellos se concentran en el "Mini Estambul". Un verdadero pedazo de tierra extraída del Bósforo, donde deambulan mujeres tapadas con hiyab y niqab y hombres de bigotes y miradas recias que se han tomado cuadras enteras, estableciendo casas con parabólicas apuntando hacia Turquía y negocios familiares, en especial tiendas de kebaps y Gatränkes, una mezcla de cafetería, tabaquería, internet y artículos diversos.
El Jatib es uno de estos tantos almacenes donde solo se leen carteles en turco, mientras música islámica se oye en todas las esquinas.
Para ahondar en el interesante mundo islámico, resulta perfecto una visita al Mercado Turco. Una fiesta de colores y olores del Medio Oriente, que se instala todos los martes y viernes en la calle Maybachufer, a orillas del canal homónimo. Alimentos típicos, antigüedades, objetos autóctonos vendidos a grito pelado y regateos de precios no hacen más que sentirse al otro lado del Mediterráneo.
Internándose por arterias aledañas a la inusual Frankestein, añosas iglesias anglicanas conviven con austeras casas pareadas. Muchas de ellas han sido refaccionadas y son parte de las estrambóticas tiendas del sector. Aquí, algunas imperdibles:
Jonnycut (Yorckstrasse 43) es una de las tantas peluquerías touch and go (donde prima la rapidez sobre la calidad) del barrio. Lo único que la hace convencional es que corta el pelo. Al ingresar se aprecia que es más una galería de arte, donde sillas y tijeras de peluquero ni se notan ante exposiciones de pintura, escultura y fotografía de vecinos y Jonny Soares, propietario de Jonnycut. Todo en un ambiente hippie, sacado de Ibiza.
Silver Disk (Wrangelstrasse 84) es una tienda de música de todos los estilos que más parece el living de una casa. Ideal para coleccionistas que buscan un concierto determinado o algún álbum inédito de su banda o cantante favorito. Además, aquí se pueden arrendar discos de vinilo, casetes, CD´s y DVD´s.
Una veintena de tiendas de ropa de segunda mano están instaladas en esta zona. De todas ellas destaca Kill Beast (Schlesischestrasse 65). Parada obligada de punks, góticos, metaleros y drag-queens que pasean por el barrio. Todos llegan aquí en busca de prendas y accesorios instalados en un ambiente apenas iluminado.
Las actividades culturales están a cargo de una polémica iniciativa. El centro Okupa Kopi (Köpenickerstrasse 137). Se ubica en un antiguo hospital rescatado por okupas tras su cierre y ofrece programación de teatro, exposiciones y conciertos, además de contar con una veintena de talleres y una biblioteca turca.
Cultura Chic
La otra mitad de Kreuzberg es radicalmente opuesta. Pulcra, refinada y caracterizada por boulevares con tiendas de marcas exclusivas, sofisticados restaurantes de todo tipo y bares con onda. Todos ellos convergen por los alrededores de la transitada avenida Oranienstrasse.
Además de su entorno comercial, su encanto se halla en una intensa movida cultural. Una estación de metro céntrica de este sector es Hallesches Tor, de la misma línea U1. A pocas cuadras de ahí está el Museo Judío, instalado en dos imponentes construcciones vecinas. Una mansión clásica y un galpón de zinc de tres pisos con forma de estrella de David disgregada. Diseñado por el judío Daniel Libeskind, este museo es una joya arquitectónica que invita a conocer, mediante un zigzagueante e introspectivo recorrido, la historia del pueblo hebreo, desde sus orígenes, su llegada a Alemania hasta el holocausto. Sus pasillos, salas de exposición con cientos de objetos domésticos y en especial sus salones y esculturas interactivas son un manifiesto artístico que lleva a sentirse tal como se sentían los judíos en Alemania durante la época del nazismo: atrapados y sin identidad (www.jmberlin.de. Lindenstrasse 9-14).
Un museo que narra otra parte importante de la historia alemana es el Museo Checkpoint Charlie, nombre del mítico paso fronterizo del Muro de Berlín entre las zonas de control soviética y estadounidense. Hoy le da el nombre a este museo inserto en el límite de Kreuzberg. Presenta una exposición fotográfica que narra la construcción y evolución del Muro, un programa de documentales y una tienda (www.mauer-museum.com. Friedrichstrasse 43-45).
Pero la cultura no solo se encuentra entre paredes. Manifestaciones artísticas también se desarrollan en el Viktoria Park, parque urbano creado en 1894.
Además de albergar hermosos senderos, un río que cae por una rocosa cuenca y bosques que enmarcan plazas, aquí se encuentra, arriba de una colina, el Schinkel, monumento a la liberación cuya cruz le da el nombre al barrio.
El pulcro entorno natural del Viktoria Park reúne a toda la fauna social berlinesa, que llega aquí a aprovechar sus jardines, cafés y terrazas junto al canal que cruza el parque y a deleitarse con cine en vivo, teatro y música en un acogedor anfiteatro. Iniciativas culturales que continúan armando el rompecabezas de Kreuzberg, para dar cuenta de la zona más cosmopolita, entretenida y estrafalaria de la ciudad. Y eso, aquí en Berlín, la capital europea de los contrastes y extravagancias, es decir bastante.
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