La apuesta vitivinícola del grupo Hurtado Vicuña
<p>A través de las viñas Calcu y Maquis, el grupo es uno de los principales exportadores de vinos premium del país. Ahora buscan competir con un nuevo <i>cabernet sauvignon.</i> </p>
DAR la pelea a los principales cabernet sauvignon chilenos, aquellas botellas de sabor más sofisticado y mayor precio en góndolas y tiendas especializadas. Esa es la apuesta del grupo Hurtado Vicuña en el negocio vitivinícola, industria en la que operan a través de los viñedos familiares Calcu y Maquis.
Con esa premisa en mente, la familia ligada al empresario Juan Hurtado Vicuña, que controla, entre otras sociedades, Entel, Consorcio Financiero y Pacífico V Región y minera Pucobre, lanzó el nuevo vino Calcu Futa -que en mapudungún significa mago y magnífico, respectivamente- , un cabernet sauvignon en el que trabajaron dos destacados enólogos franceses, Jacques y Eric Boissenot, "que han asesorado a las mejores viñas de Burdeos, Francia, como Latour, Lafite Rothschild, Margaux y Léoville Las Cases", cuenta Ricardo Rivadeneira Hurtado, sobrino de Juan Hurtado Vicuña y gerente general de los viñedos familiares.
Envejecido por 14 meses en barricas de roble francés, Calcu Futa proviene de uvas seleccionadas de un viñedo familiar en Marchigüe, en la VI Región. En esa zona, ubicada a 26 kilómetros del Pacífico, en la costa del Valle de Colchagua, funciona Viña Calcu, un proyecto de vinos premium nacido en 2005 y que comenzó a comercializar sus primeras botellas hace un año y medio. Con 150 hectáreas en producción, la especialidad de la casa son "vinos reserva en la línea de los cabernet sauvignon", señala Rivadeneira, quien es agrónomo y enólogo de formación.
Este año Calcu proyecta vender cerca de 15 mil cajas y llegar a 70 mil cajas para 2018. En valor, significará saltar de un rango de entre US$ 750 mil y US$ 1 millón, a entre US$ 3,5 millones y US$ 4,5 millones a 2018. Ese aumento piensan concretarlo "ampliando mercados", dice el ejecutivo. Hoy están en China, Estados Unidos y "acabamos de abrir Bélgica. Además, este año estamos recibiendo las primeras órdenes de Inglaterra y llegaremos a Brasil en 2015", sostiene Rivadeneira. Los esfuerzos incluyen Canadá, país donde marcan presencia con Maquis, la otra viña del grupo. En total, la hoja de ruta indica que sumarán tres nuevos mercados de acá a 2018.
Si bien Maquis tiene su foco en vinos de nicho y posee un precio promedio más alto que Calcu -en las líneas carmenere y cabernet franc-, Calcu es "la mitad de la venta del negocio de los vinos. A futuro, es la empresa vitivinícola de la familia Hurtado que más venderá, en volumen", adelanta Rivadeneira.
Juntas, ambas viñas suman 250 hectáreas en producción, repartidas en las zonas de Marchigüe, Palmilla y Agua Buena. Viña Maquis cuenta con una bodega -con capacidad de producción de 2.300.000 litros-, y una segunda arrendada en San Vicente.
La punta de lanza de ese crecimiento será una selección de productos como nuevos cabernet sauvignon y carmenere en la línea reserva, un gran reserva, una mezcla de Calcu y Calcu Futa.
Para Calcu Futa, puntualmente, la familia maneja tres hectáreas en producción en el Valle de Colchagua. Ahí esperan producir entre 10 mil y 16 mil botellas al año, alcanzando ventas de US$ 350 mil por año, de acá al 2016, detalla Rivadeneira.
El negocio familiar
Calcu Futa empezó a comercializarse primero en Asia, a fines del año pasado. Luego se sumó China -donde se vende a US$ 280 la caja de 12 botellas, es decir US$ 23 por unidad-, y el siguiente paso era “irnos poniendo al día en el mercado nacional”, dice el ejecutivo.
La jugada no es menor: "Que desafíe a los principales cabernet sauvignon chilenos, con un vino de menos alcohol -13,5°- y más fruta", explica Rivadeneira.
La historia de la familia en la industria vitivinícola data de 1916, cuando José María Hurtado, abuelo de Juan Hurtado, compró Viña Maquis. Mucho antes, hasta 1770, el viñedo perteneció a los jesuitas y posteriormente a dos presidentes de la República. Hoy hay partes que remiten a comienzos del siglo XX, como la bodega antigua, construida en 1927.
Para los Hurtado Vicuña, se trata de un negocio de menor tamaño dentro del pool de inversiones, pero de tradición. "Creemos que es posible hacer vinos de clase mundial", sostiene el gerente. Pero están claros que no es tarea fácil. Rivadeneira admite que "la familia sabe que es un negocio difícil, que toma tiempo".
Justamente para llevar adelante ese cometido, es que en 2000 Juan Hurtado pidió a su sobrino que tomara las riendas del negocio. “La idea era darle un nuevo impulso al negocio vitivinícola, refundar Maquis y volver a elaborar vinos de gran valor”, indica Rivadeneira.
Designio que en gran parte se ha cumplido: hoy las viñas que dirige, Maquis y Calcu, están dentro de las 10 viñas que más exportan, a más alto precio. “Vinos de sobre US$ 50 la caja de 12 botellas”.
No es lo único que emprenderán en el Valle de Colchagua. “Estamos evaluando un proyecto gastronómico en Colchagua, para 2015”, adelanta el gerente.
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