La autoestima ya no es la misma de antes

<P>Desde los 80 se volvió la cura para todo. Un mejor trabajo, apariencia o más logros en la vida: todo partía por quererse a uno mismo. Hoy, la ciencia revela que una elevada autoestima tiene escasos efectos sobre el éxito de las personas. </P>




Corrían los años 80 y en EE.UU. empezaba a tomar fuerza un movimiento que cautivaría a todo el mundo. De la mano de sicólogos como Nathaniel Branden, académicos y personajes vinculados a políticas públicas, surgía el "movimiento por la autoestima". La evaluación de estos especialistas era clara: el autoaprecio de la población estaba por los suelos y sólo haciéndolo crecer podría aumentar la productividad y disminuir el crimen y el fracaso escolar, entre otros males sociales.

Detrás de esta lógica había un principio bastante claro. La autoestima era una de las grandes responsables del éxito en la vida. Mientras más una persona se quisiera a sí misma, mejor la tratarían los demás y mejor le iría en lo personal y profesional. Hasta en los colegios de EE.UU. comenzaron a practicarse lecciones semanales que promovían el aprecio y fomentaban que los estudiantes valoraran todo su potencial.

Desde entonces, el "movimiento por la autoestima" no ha dejado de crecer. Legiones de padres convencieron a sus hijos pequeños o adolescentes de que eran únicos y especiales. Y si la realidad decía que en vez de dotados para las matemáticas eran los peores del curso en esa asignatura, peor para la realidad. Los niños podían conseguirlo todo; sólo bastaba motivarlos lo suficiente para alcanzarlo.

Sin embargo, un aspecto de este fenómeno no creció a la par de estas intenciones. Eran las evidencias científicas. Hasta hoy, son muy pocas las investigaciones que vinculan un aumento en la autoestima con mayores logros académicos, profesionales o sociales. La mayoría, según un metaestudio publicado en 2003 por el investigador Roy Baumeister, de la U. Estatal de Florida (EE.UU.), sostiene que si bien la alta autoestima tiene efectos claros en la motivación, nada permite concluir que un exacerbado aprecio por uno mismo conduzca a mejores logros en la vida.

Por el contrario. Las nuevas investigaciones están descubriendo que al valorarse excesivamente, las personas pierden el foco de la realidad y con él la posibilidad de superar sus errores o áreas más débiles para alcanzar mayores logros en cualquier ámbito.

Qué se pierde cuando se gana autoestima

Obviamente, no se trata de no tener autoestima. Esta es un motor fundamental en la vida de las personas, que gracias a ella obtienen la motivación necesaria para emprender cualquier proyecto y relacionarse saludablemente con el resto de las personas. El problema está en la exacerbación de este aprecio por uno mismo, que es precisamente lo que ocurre con fuerza desde hace décadas.

Así lo demostró un estudio publicado en 2008 por la sicóloga de la U. Estatal de San Diego, Jean Twenge, quien analizó casi 40 años de resultados de la Encuesta de Estudiantes de Primer Año, que se realiza en EE.UU. desde 1966 y que ha sido respondida por casi nueve millones de personas. Este instrumento les pide a jóvenes que se evalúen a sí mismos en comparación con sus pares en varias áreas básicas. ¿Qué encontró Twenge? En las últimas cuatro décadas ha subido enormemente el porcentaje de estudiantes que se sienten "por sobre el promedio" en sus habilidades académicas, matemáticas, capacidad de alcanzar logros y autoconfianza.

Lo más curioso es que estos datos no tienen un correlato en la realidad. Por el contrario, a pesar de que los estudiantes tienden cada vez más a considerar que tienen sorprendentes habilidades de escritura, las habilidades en este ítem, medidas de manera objetiva, no han hecho sino decaer desde los años 60.

¿Cuál es el mayor problema con resultados como estos? Según Brad Bushman, profesor de comunicación y sicología de la U. Estatal de Ohio (EE.UU.), como consecuencia de este fenómeno la gente no se da cuenta de sus propias limitaciones. "Si la gente piensa que es grandiosa, no intenta superarse a sí misma. Demasiada autoestima es mala para los demás y para uno mismo", dice a Tendencias.

Para el sicólogo educacional de la U. Estatal de Pennsylvania (EE.UU.), Robert Stevens, quien ha estudiado el impacto del autoaprecio en la esfera académica, pretender elevar sólo la autoestima es muy poco efectivo a la hora de mejorar el desempeño de los estudiantes. "Por ejemplo, puedes decirle a un estudiante que es bueno en matemáticas, pero cuando falla frecuentemente y tiene problemas con esta disciplina, el autoconcepto inflado no servirá de nada. La realidad y la retroalimentación que proviene de las tareas realizadas es mucho más fuerte que los intentos artificiales por mejorarlas. Sabemos qué podemos hacer y sabemos qué podemos hacer bien", dice Stevens a Tendencias.

Esto, obviamente, redunda en una decepción muy grande para los estudiantes cuando no cumplen con sus propias expectativas, lo que puede ocasionar que pierdan la motivación por aprender. Más grave aún, esto implica una enorme cantidad de tiempo perdido. "Usualmente, la realidad encuentra la forma de mostrarle a la persona que una autoestima tan alta es injustificada, pero antes de que eso suceda, los estudiantes suelen perder oportunidades de aprendizaje porque están enfocados en aquello que creen que hacen muy bien", agrega Stevens.

Una conclusión equivocada

Los expertos son claros: no se trata de que todos quienes defendieron el poder de la autoestima hayan mentido flagrantemente. Según la doctora y autora estadounidense Leslie Phelps, es verdad que la alta autoestima se liga con una mayor efectividad en el trabajo y mayores habilidades sociales. Sin embargo, dice a Tendencias, "esta conexión no es causal como pudiera parecer. Cuando la gente busca desarrollar alta autoestima, se enfoca en intentar sentirse mejor a través del éxito obtenido en algún ámbito. Y cuando tiene éxito refuerza su autoestima. Debido a que la alta autoestima y sentirse exitoso hacen sentirse bien, la gente se siente motivada a seguir siendo efectiva y exitosa". O sea, el fenómeno opera mediante el foco en éxitos para elevar la autoestima, a la inversa de lo que se creía.

Esto entraña un gran peligro. Según Phelps, cuando las personas fallan en un área donde reposa una gran parte de su autoestima, sufren un gran golpe y les cuesta recuperarse. Además, dice, "si alguien está demasiado enfocado en el éxito, puede perderse las necesarias lecciones que vienen con el fracaso".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.