La carrera contra el reloj biológico
Por distintas razones hay mujeres que han ido retrasando el momento de tener hijos. Pero como el tema les preocupa, comienzan a tomar medidas. La medicina les ofrece nuevas alternativas, como congelar óvulos, pero estas conllevan enfrentar la maternidad de una forma distinta a la tradicional. Los especialistas llaman a informarse y actuar, porque el tiempo, de todas formas, corre. <br>
"Su nuevo rol social y laboral no va de la mano con lo biológico, que no ha cambiado absolutamente nada en el último siglo: las mujeres siguen siendo más fértiles de los 20 a los 30. La reserva ovárica es finita", explica el ginecólogo y experto en fertilidad de la Red Salud UC Christus, Guillermo Durruty. Las mujeres lo saben y por eso hay una frase que se repite en foros de concepción y embarazo: "maldita biología". En tiempos donde decir "no quiero ser mamá" es una opción y un porcentaje importante de las mujeres están retrasando esa etapa hasta después de los 30 años, el reloj suena más fuerte.
Hoy en Chile, según información del INE, las mujeres que más hijos están teniendo son las de entre 30 y 34 años. En ese tramo la tasa de natalidad subió de 81 nacidos vivos por cada mil mujeres en 2002, a 83,9 en 2012. Entre las de 35 y 39 también subió, de 46,9 a 51, mientras que entre las veinteañeras cayó de 98 a un 83. En total, la natalidad llega a 1,8 niños por mujer, lo que no alcanza para la tasa de recambio.
Según Durruty, lo que él ve en su consulta es que las mujeres están priorizando consolidar sus carreras, tener un buen trabajo y ser independientes. Patricio Donoso, jefe de la Unidad de Medicina Reproductiva de Clínica Alemana, agrega otro dato: en un estudio realizado en 2013 en Estados Unidos, un grupo de mujeres que estaba congelando óvulos afirmó que la principal razón por la que aún no tenían hijos era la falta de pareja. En Chile no hay un estudio como ese, pero en clínicas de fertilidad como IVI Santiago dicen que una de cada cuatro pacientes que llega por primera vez lo hace sin pareja.
Independientemente de la razón que las ha llevado retrasar la maternidad, el asunto tiene a muchas preocupadas. No sólo es algo que aparece en las conversaciones a partir de los 30, sino que cada vez más mujeres llegan a consultar, dicen los médicos. Y es que hoy la medicina reproductiva tiene más alternativas que ofrecerles que hace 15 años. La fertilización in vitro ya es un procedimiento consolidado y hay una amplia oferta, para quienes pueden pagarlo. La criopreservación de óvulos es una opción que se ha vuelto interesante, tanto que en otros países empresas como Facebook y Apple se los están ofreciendo a sus empleadas en los planes de salud (lo que ha causado polémica) y después de los 40 aparece la donación de óvulos como una alternativa para aquellas que no pueden embarazarse con los propios.
Todo esto implica que es posible planificar mejor la maternidad, pero también que puede ser un motivo de agobio. Aún así, acota Durruty, la mayoría de las pacientes están desfasadas: "Tienen una noción de que después de los 35 tienen que apurarse y no le han tomado el peso a que es después de los 30". Según Carlos Troncoso, director de IVI Santiago, las mujeres deberían desplazar unos tres a cuatro años antes sus decisiones. Los especialistas coinciden en que ningún tratamiento compensa la baja en la fertilidad que sucede con la edad. Frente a ello, agregan, no hay que alarmarse, sino que informarse y, si es necesario, actuar.
De los 30 a los 34: ocuparse
A los 30, las mujeres empiezan a sentir la presión social y del "reloj biológico". Saben que aún hay tiempo, pero menos. Los especialistas aclaran que la mayoría de las de entre 30 y 34 años deberían poder embarazarse sin dificultades. Sin embargo, durante ese período su fertilidad empieza a bajar: mientras que una mujer de 30 tiene un 70 por ciento de posibilidades de quedar embarazada después de un año, a los 35 esa probabilidad baja al 55 por ciento.
En esta etapa, dice Andrés Pons, director del Centro de manejo de embarazos de alto riesgo de la Clínica Las Condes, los médicos comienzan a enfocarse principalmente en hablarles de eso y en detectar si tienen algún antecedente que podría dificultarles embarazarse después, como familiares con menopausia precoz, sufrir de ovario poliquístico, endometriosis, diabetes o hipertensión, ser fumadoras o haber tenido una cirugía, entre otros. Actualmente está la posibilidad de hacerse un test de reserva ovárica para conocer la cantidad y calidad de sus óvulos, pero a menos que la mujer haya presentado un problema, no es todavía una medida necesaria.
Entre las profesionales más informadas de ese grupo, sobre todo las que no están emparejadas, el congelamiento de óvulos también ha comenzado a dar que hablar. Aunque depende de cada mujer, en general a partir de los 35 años disminuye, no sólo la cantidad sino que la calidad de los óvulos, y con ello las posibilidades de embarazo, al mismo tiempo que aumenta el riesgo de aborto y de enfermedades genéticas. La vitrificación permite criopreservar óvulos más jóvenes y así una mujer de 40 puede usar los que tenía a los 34, lo que, según los médicos, aumenta sus probabilidades de un embarazo exitoso, aunque no lo garantiza.
Trinidad (36) siguió ese procedimiento. Le gustaría tener hijos en pareja, pero ante la falta de una, hace dos años se guardó "una carta bajo la manga" y congeló sus óvulos. "Decidí preservar mi fertilidad porque quiero formar una familia tranquila, con quien quiera y cuando quiera, no tener tres niños altiro porque se me está pasando el tren", explica. Su hermana hizo lo mismo. "Ella está casada y es más joven que yo. Pero se va a estudiar y quiere quitarse esa presión social. Porque no es poco común que te pregunten '¿Decidiste no tener hijos?'".
Ricardo Pommer, jefe de la unidad de medicina reproductiva de la Clínica Monteblanco, explica que es algo incipiente entre las menores de 35. "De ese grupo, las que congelan óvulos son apenas el 10 por ciento de las que llegan a la consulta. De a poco vienen por más información, pero la mayoría se acerca por asuntos de salud, como un tratamiento por cáncer o una endometriosis severa, más que por un tema social". Es el caso de Maritza: su mamá y su abuela sufrieron de menopausia precoz, por lo que ella a los 33 fue a consultar. Como estaba emparejada, la recomendación fue concisa: vaya y trate de embarazarse. "Me presionaron. Que en tres meses tenía que quedar embarazada, pero entonces mi relación terminó y supe que tenía que congelar óvulos para tener una alternativa en el futuro", relata hoy cuando tiene 36 y espera utilizar prontamente sus óvulos vitrificados en una fecundación in vitro con su nueva pareja, luego de dos tratamientos con óvulos "frescos" fallidos.
Patricio Donoso agrega que "muchas de las que buscan información desisten porque es costoso y engorroso". Congelar óvulos cuesta alrededor de tres millones y el doctor de la Clínica Alemana agrega que no hay que acelerarse: "Tiene poco sentido congelar antes de los 30, porque esas mujeres probablemente se embaracen naturalmente en los próximos dos o tres años".
Mientras, Guillermo Durruty dice que no se trata de angustiar a la gente, pero admite que él es enfático con las mayores de 30: "Les digo, 'está bien, avancen en sus carreras, desarróllense como mujeres, pero cuando encuentren pareja, no pierdan tiempo'. Porque quieren casarse con todo comprado, y cuando tienen el departamento con tres piezas, se dan cuenta que no tienen cómo llenarlo", afirma.
Los hombres también tienen que participar de esta discusión, aclara Pommer, porque tienen tanta responsabilidad como sus parejas. "El hombre, aunque se sienta proyectado con una mujer, dice, 'más adelante', ya sea por lucas o porque es más cómodo. Mejor un departamento sin bulla o pañales, viajar al Sudeste Asiático… el hombre es cómplice, no se compromete. Porque claro, se pueden desvincular de esa relación y emparejarse con alguien más joven". Ellos, a diferencia de las mujeres que tienen los mismos óvulos desde que nacen, producen nuevos espermios cada 70 días.
De los 35 a los 39:hacia el límite
Paz tenía 34 años cuando llegó a un especialista en fertilidad que le dijo que a partir de los 35 bajaba drásticamente la posibilidad de embarazo. Ella le bajó el perfil. Cinco años después, a principios de 2015, cayó en la cuenta que cumpliría los 40 y que el tiempo había pasado muy rápido. "Tenía dos caminos: aceptar que había pasado mi momento para tener hijos o hacer algo para ser mamá". Por eso empezó a consultar, tal como lo hacen más mujeres como ella a medida que se acercan a los 40. Según los especialistas en medicina reproductiva, son el grupo del "ahora o nunca", es decir, las que más acuden a consultar para tomar cartas en el asunto. En su mayoría llegan con la expectativa de que las técnicas de reproducción asistida pueden darles una solución, pero también con miedo de que los exámenes les confirmen que su reloj biológico expiró. "Es muy angustiante hacerte exámenes sabiendo que quizás te van a decir que no vas a poder ser mamá nunca, que ya pasó tu tiempo", dice Paz, quien se está preparando para congelar óvulos.
En la Clínica Monteblanco explican que el 90 por ciento de quienes optan por la criopreservación de óvulos pertenecen a este grupo y que el peak se da entre los 37 y los 39 años. En el Centro IVI Santiago dicen que en los últimos cinco años han hecho 560 de estos procedimientos y que el aumento anual es de 30 por ciento. En su mayoría son mujeres solteras, entre las que además ha habido un aumento sostenido en los tratamientos de reproducción asistida en general. De acuerdo a IVI, desde el 2010 el número de mujeres no emparejadas que se realizaron un tratamiento aumentó un 330 por ciento, y el 56 por ciento tenía entre 35 y 40 años.
Como el congelamiento de óvulos es caro, la mayoría de las mujeres solteras que lo piden son profesionales y, de acuerdo a los médicos, sobre todo como una forma de ganar tiempo para encontrar una pareja estable. "Esperaré un par de años para ver si aparece alguien que quiera proyectarse y tener un hijo conmigo, porque creo que es importante tener una familia", dice Paz, que es periodista. Al congelar, agrega Pommer, "da la sensación de que encuentran mejores parejas que antes, porque no está la presión del tiempo", explica. "El hacer algo para conservar mi fertilidad es el mejor regalo que me pude hacer a los 39 años y me sirve para estar relajada", confirma Paz.
En general, estas mujeres esperan entre dos a cinco años antes de usar sus óvulos y la mayoría de las que han tomado esta opción no los han descongelado. "El boom de las guaguas con óvulos vitrificados aún no sucede. Será alrededor de 2018 a 2020", dice Óscar Espinosa, jefe de la Unidad de Medicina Reproductiva de la Clínica de la Mujer de Viña. María por ejemplo, criopreservó 14 óvulos y se puso un límite de dos años. Tiene 37, es ingeniera comercial, y está soltera. "Cuando pololeaba, pensé mucho si ser mamá. Creo que fue un desacierto porque ahora seré mamá muy vieja. Mi plazo son los 39. Lo ideal es con pareja estable, pero si llego a esa edad y no conozco a nadie, usaré el banco de espermios".
Patricio Donoso, de Clínica Alemana, aclara, eso sí, que hay que tener cuidado con lo que se informa y las expectativas que se crean: "No se debería vender la criopreservación como una forma de extender la fertilidad. Es un poco engañoso y éticamente cuestionable, porque no estamos hablando de una panacea. Si decido postergar mi maternidad, la fecundación in vitro no es capaz de compensar todo lo que se pierde en fertilidad".
Más de 40: los descuentos
Si la fertilidad fuera como un partido de fútbol, podríamos decir que entre los 20 y 30 se está jugando el primer tiempo. Entre los 30 y 35, la primera mitad del segundo tiempo, y entre los 35 y 40, la segunda. ¿Y después de los 40? "Esos son los descuentos", dice Durruty.
Por eso, según algunos especialistas, si una mujer llega a esa edad por primera vez a una clínica de fertilidad, puede venir con cierta culpa. "Hay mucho arrepentimiento. Que por qué no lo hice antes, que tuve una mala pareja, los eternos 'todavía no' que ahora les pasan la cuenta", cuenta Ricardo Pommer, y agrega que algunas de ellas fueron incentivadas por sus propias madres y abuelas a enfocarse en sus carreras. "Mamás que no terminaron la universidad o el colegio y les decían a sus hijas 'termina tu carrera y ahí ten hijos, porque mírame a mí'. Desde la biología, fueron malas aliadas para nosotros".
Lo dice porque, a partir de esa edad, hay tres problemas que se incrementan: "Cuesta más embarazarse, es menor la posibilidad de que ese embarazo pase la semana 12 y, si la pasó, hay más probabilidades de tener un bebé con problemas asociados a la edad, en particular las trisomías 21 (Down), 18 (Edwards) y 13 (Patau)", explica.
Para la mayoría, relata Carlos Troncoso, muchas veces el panorama es menos alentador de lo que imaginan. "El especialista sabe que esta mujer de 40 necesitará un tratamiento de alta complejidad, como fertilización in vitro, e incluso requerirá una donación de óvulos. Pero la mujer sólo sabe que está llegando tarde". Además, según Óscar Espinosa, muchas de las que actualmente tienen 40 o más no alcanzaron a criopreservar óvulos: "La técnica actual de vitrificación de óvulos se desarrolló alrededor del año 2000 en el mundo y de ahí se empezó a expandir"; sólo actualmente es más conocida.
Sandra, ingeniera comercial de 41 años, sí se enteró y en 2013, cuando tenía 38, congeló. Ya tenía una hija de su primer matrimonio, pero no sabía si quería tener otro con su nuevo marido. "Como cada año te va descontando probabilidades, era 'o congelamos ahora o quizás después nos arrepentimos'". Al año siguiente usó esos óvulos y tuvo a su segundo hijo, que nació en noviembre de 2014. "Esto te permite planificar tu familia con mucha más calma. Si yo no hubiera congelado, quizás no habría tomado nunca la decisión de tener otro hijo. Mis amigas de 40, que no se han casado ni han tenido hijos, me preguntan".
La ingeniera tuvo suerte porque le resultó a la primera. La mayoría llega con ese tipo de expectativas, asumiendo que la medicina reproductiva asistida es un camino seguro al embarazo, sin embargo no siempre es así, dice Espinosa. Algo que ratifica Andrés Pons: "Tal como es imposible garantizar el embarazo, no es posible garantizar el niño sano o la cero posibilidad de aborto. No todo es manejable y predecible".
Francisca, por ejemplo, hoy tiene 41 y dice que ya no tuvo hijos. Trató con su pareja a partir de los 32 y, aunque probó varias opciones en el camino, admite que cometieron errores. No está frustrada y afirma que su "instinto maternal" lo vuelca en sus dos sobrinos, pero cuando sus amigas más jóvenes discuten el tema no se contiene: "No quiero ser gurú, pero les digo que no es llegar y encontrar 'el amor de su vida'. Hay opciones si no tienen pareja y quieren ser mamás, la ciencia ha avanzado un montón". Dice que se ve reflejada en ellas, metidas en el trabajo, ascendiendo en sus empresas, viajando, pero "olvidando cosas importantes en la vida", como ser mamá. "A mí se me olvidó, y cuando me acordé, fue muy tarde", concluye.
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