La clase media vive su momento más heterogéneo
<P>La imagen de antaño no sirve para definir al hombre de clase media hoy. Otro trabajo, más estudios y aceptación de la diversidad caracterizan a este heterogéneo grupo. Un estudio distingue a cuatro capas que conforman este nuevo mapa de los sectores medios. </P>
EL IMAGINARIO colectivo puede recrear con precisión al hombre de clase media de hace 40 años o más. Un tipo que terminó el colegio, pero que no necesitó pasar por la universidad para encontrar un trabajo estable en el sistema público. Que llegaba a fin de mes casi sin apuros y que seguramente adhería a un partido político. ¿Su sueño cumplido? La casa propia.
El escenario cambió después de los 70. El nuevo sistema económico desvaneció el rol protector del Estado y la movilidad social ya no es protagonizada por grandes grupos de población -la migración campo-ciudad entre 1920 a 1960 permitió mejorar el piso económico a un grupo importante de la población de ese entonces. Hoy, esa movilidad es individual. Y es ascendente y descendente, lo que desordena la baraja especialmente de la clase media, el grupo al que entre el 60% y 80% de la población dice pertenecer (aunque sólo abarca alrededor del 45% de ella). Décadas atrás, no llegaban al 30% de la población.
La clase media está en el momento de mayor diversidad en el último siglo. Rompió los moldes de hace unas décadas. Está compuesta por distintas capas demasiado disímiles entre sí. Si antes entregaba una imagen de un grupo homogéneo, hoy su composición es heterogénea y sus miembros están unidos sólo por un rango económico. Quienes pertenecen a ella evocan ideas muy confrontadas para definirse dentro de este grupo, como educación, esfuerzo, trabajo, tranquilidad, casa propia, auto, deudas o vivir con lo justo. Más profundo aún, quienes la componen no tienen una identidad clara, porque no encuentran un relato que las acompañe en el tiempo. Esa clase media que nos imaginamos hace algunas décadas y que tenía condiciones tan identificables como objetivos de vida ya no existe y una persona de clase media hoy tiene poco que ver con ese pasado. "Tienen una identidad bastante revuelta y les cuesta definir quiénes son. La definición de superficie está: 'sí, soy de clase media'. Pero no pueden ir más allá de eso", explica Emmanuelle Barozet, académica de la U. de Chile y directora del Proyecto Desigualdades.
En casi una decena de focus group con personas de clase media, Barozet les escuchó ideas que servían de base: llegar a fin de mes sin apuro, tener una casa y una jubilación decente. "Pero si fuera de clase media no me debería ir tan mal. No debería llegar a fin de mes con sobresaltos", decían. También desconocían el rol del Estado: si antes el Estado jugaba un rol protector, hoy una persona de clase media desconoce su papel: trabaja para una empresa, el sistema de salud pertenece al sector privado, su jubilación también y si tiene casa propia la puede perder si un familiar se enferma de gravedad. El Estado existe para subsidiar a los pobres, no a ellos.
¿Más cambios? Estudios anteriores han mostrado que el 18% de quienes pertenecían a la clase media trabajaba como funcionario público y el 5% eran trabajadores independientes. Hoy, apenas un 7% trabaja en las empresas del Estado y más de un tercio pertenece al sector privado. Hoy tienen más educación (reconocido vehículo de movilidad social): en 1970, la clase media estudiaba, en promedio, 11,8 años. Hoy, la clase media baja tiene entre 10 y 14 años de enseñanza y la media alta, 17 años.
Sin embargo, en este diverso mapa hay cada vez mayor aceptación del otro. Andrés Varas, sicólogo y gerente de Criteria Research, explica que los temas que nos dividían como sociedad -religión o color político, por ejemplo- pasaron al ámbito privado. Las divisiones de antaño hoy son apenas parciales. "La gente más joven tiene opinión y puede haber descalificaciones en algún minuto, pero la negación total del otro o del otro bando, como se veía antes, no existen. Las diferencias se pulen en el debate".
Cuatro grupos
Con este nuevo escenario, caracterizar a la clase media no resulta fácil. Un estudio de Criteria lo intentó: realizó una segmentación por valores, creencias, autopercepción socioeconómica y movilidad social. De esta manera, detectó cuatro grupos.
La clase media agobiada representa el 32% de quienes componen este grupo. En ellos existe un leve predominio de las mujeres, tienen edades entre 30 y 49 años y nivel socioeconómico C3. Son el segmento más descontento con su situación económica, el menos liberal y el más escéptico y desconfiado con las instituciones.
Es un grupo que se siente tensionado económicamente, con lo justo para cubrir sus necesidades o, tal vez, endeudándose para hacerlo. De hecho, casi un cuarto de este grupo está en Dicom. Su temor al desempleo es mayor que en otros grupos y son quienes mayores obstáculos ven para el emprendimiento.
La clase media tradicional (21%) está compuesta por personas de ambos sexos, con un leve predominio femenino. Hay de todas las edades, pero con una mayor presencia relativa de personas con más de 60 años. Por origen son estacionarios: se trata principalmente de clásicos que mantuvieron la enseñanza superior que alcanzaron sus padres, o bien, de estancados que no lograron superar el bajo nivel educacional de su familia de origen.
Este segmento tiende a reproducir el estilo de vida que ya conocía desde hace tiempo, más que a querer transformarlo. En lo financiero, son más propensos al ahorro que al endeudamiento. La mayor proporción de católicos (65%) y de adherentes a la derecha política (27%) se encuentra en este segmento.
La clase media próspera (23%) esáa compuesta mayoritariamente por hombres jóvenes con presencia en el C1. Son el segmento más satisfecho con la situación económica, relajados tanto en sus valores sociales, como individuales. Son los más escépticos respecto de creencias alternativas, pero no los menos religiosos, lo que indica una tendencia a conformarse con el status quo.
También son quienes ven más oportunidades de emprendimiento. Están más bancarizados que el resto: tienen mayor presencia de cuentas corrientes y mayor capacidad de ahorro y endeudamiento. Se distinguen por su mayor consumo material, que está en proporción con su mayor poder adquisitivo. Son tecnológicos: usan internet no sólo par trabajar, sino, por ejemplo, para operaciones bancarias desde su smartphones.
En la clase media recolectora (25%) hay jóvenes de ambos sexos menores de 40 años de nivel C2. Tienen educación universitaria o técnica y se consideran de clase "media-media". Por origen, son clásicos o emergentes, esto es, han logrado o mantenido una posición relativamente cómoda y reconocen estar igual o mejor que la mayoría de los chilenos.
Son el segmento más liberal dentro de la clase media, desconfiado de las instituciones y desligado de la religión, abierto a las creencias alternativas, lo que indica apertura al cambio. Si bien no son los más acomodados ni ostentan los niveles más altos de consumo, constituyen la vanguardia cultural de la clase media, como resultado de la combinación entre educación formal y acceso a la tecnología. Este segmento se distingue por su consumo simbólico, que apela a un mundo de posibilidades que no son proporcionales al poder adquisitivo, sino que dependen esencialmente de los intereses.
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