La cofradía de los magallánicos en Santiago
<P>Hace 20 años un grupo de ex empleados de la Enap de Magallanes se reúne religiosamente en el céntrico Café Copacabana. Ahí conversan de su añorada y lejana tierra, en torno a un cortado y la bandera de la región. Nunca han faltado a la cita. </P>
Son las 11 de la mañana de un viernes y comienzan a llegar al Café Copacabana, ubicado en Bandera con Huérfanos, los integrantes de "La mesa de los 700". Es un grupo que desde hace 20 años religiosamente se reúne en torno a una bandera de Magallanes, un paño color azul con las estrellas de la Cruz del Sur encima y en cuya parte inferior se alza una franja color dorado con la forma de seis montañas.
Tras jubilarse, el periodista deportivo Vladimiro Martinic (82 años) decidió invitar a dos de sus compañeros de trabajo a no perder la amistad y juntarse dos veces a la semana en el céntrico café de la capital. Con el tiempo, empezaron a sumarse ex ingenieros, gerentes y operarios de la empresa Enap. La voz comenzó a correr entre los magallánicos que visitaban Santiago o los que, por diversas situaciones, vivían en la capital. Hoy, esta es una cita obligada de los puntarenenses que vienen "al norte".
El nombre de la mesa nació en una de las tantas reuniones que durante estos 20 años han realizado. Un ritual que nunca se ha postergado. "Los 700 surgió en una oportunidad en que Washington Petrovic, integrante de nuestro grupo, vio que éramos 11 los que ese día llegamos al café, y aludió al número de jugadores que se necesitaba para hacer un equipo de fútbol. Luego comenzó a sumar nuestras edades y el resultado fueron más de 700 años", comenta Martinic, orgulloso.
El alcalde de Punta Arenas, Vladimiro Mimica, no es parte de esta agrupación, pero compartió algunos cafés con quienes denomina sus "viejitos queridos". "Cuando trabajaba en Santiago estuve en algunas oportunidades con ellos. Era un punto de encuentro obligado, donde lamentablemente se han ido amigos muy queridos", señala.
La mesa, ubicada en el segundo piso del café, está reservada. Al centro se instala la bandera de Magallanes, una donación que hizo el escritor Eugenio Mimica Barassi. Asiduo a esta junta, tras compartir con ellos en varias ocasiones, notó que les faltaba un emblema.
"Esta mesa es muy especial. Cuando uno siente nostalgia por Magallanes se va al café y ellos te reciben como si fueras de la casa. Se aprende mucho del grupo. Están al tanto de todo lo que pasa en la región", explica Mimica Barassi.
Hasta hace dos años, Vladimiro se encargaba de llegar con los diarios regionales, los que devoraba leyendo. La primera página que se leía era el obituario. Ahí averiguaban quién había fallecido y a qué familia entregarían las condolencias. Ahora, cada vez que saben que un puntarenense o natalino vendrá a la capital, le encargan los diarios locales.
La Región de Magallanes posee una de las colonias de inmigrantes croatas más grandes del país, junto con Antofagasta. Su población total es cercana a los 160 mil habitantes, su temperatura bordea los cero grados y durante todo el año persisten fuertes vientos. Estas son las características únicas del lugar que han hecho que sus habitantes hayan cultivado la cercanía y solidaridad.
En Santiago, esas peculiaridades repercuten en que, lejos de su tierra, los magallánicos se busquen entre sí y compartan de vez en cuando un campeonato de truco (juego de naipes de baraja española típico del sur de Latinoamérica) o un asado de cordero magallánico en el Parque Alberto Hurtado.
La bandera que los caracteriza está siempre presente en sus reuniones. Es inamovible.
La mesa de los 700 la conforman actualmente nueve hombres que han instaurado los martes y viernes, de 11 de la mañana hasta el mediodía, como los días para reencontrarse con su gente y tierra. Un cortado o un coretto -expresso simple con unas gotitas de coñac- son sus preferencias. Es un club de Toby de tomo y lomo, pero en más de alguna oportunidad los acompaña una mujer, esposa de uno de los miembros. El resto de los más de 20 comensales ya ha fallecido.
Los que quedan añoran volver a la fría y lejana tierra que los vio nacer, pero, buscando un mejor clima, por salud o asuntos familiares, han decidido quedarse en Santiago. Sus hijos estudian o trabajan acá, y eso los mantiene cerca de su descendencia. Cada vez que se juntan, algo que esperan con ansias, se reencuentran con un pedazo de Magallanes.
Martinic ya está incentivando a que las nuevas generaciones de magallánicos en Santiago adopten la costumbre de juntarse. Es así como desde hace dos años, un grupo de periodistas, autodenominados "La mesa del kalafate", se reúne una vez al mes en el Club Providencia para hablar "sólo de Magallanes",
"Haber nacido en una zona austral y aislada genera estas redes. Es grande el cariño que nos tenemos", cuenta Gazi Jalil, ex director de prensa de TVN y uno de sus creadores. Jalil asegura que la instancia se mantendrá siempre que haya un magallánico con ganas de recordar su tierra.
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