La confesión que el "Mamo" nunca escribió

<P>El abogado Mauricio Unda se reunió con Manuel Contreras en 2010 con una idea: que el jefe de la Dina hiciera un reconocimiento inédito y redactara un documento que contara toda la historia del órgano represivo, la misión para la cual fue creado, los métodos de tortura y entregara nuevos antecedentes sobre detenidos desaparecidos. Todo a cambio de beneficios en el cumplimiento de su pena. Pese a que en principio aceptó la propuesta, el general se arrepintió. Según Unda, la trama detrás de la fallida propuesta incluyó a ministros de la Corte Suprema, un reconocido sacerdote y a un ex ministro del Interior.</P>




Fueron cinco martes seguidos. El primero de ellos fue el 16 de noviembre de 2010. Ese día, el abogado Mauricio Unda llegó al Penal Cordillera, en Peñalolén, con seis hojas impresas, en las cuales había anotado todos los argumentos posibles para reforzar su propuesta. El primer punto era importante para generar confianza. "Confidencialidad -se leía en la parte superior de la primera página-. Si no hay acuerdo, se tenga por no efectuada la reunión". Unda atravesó la guardia de Gendarmería y caminó por el patio, cruzó la gruta y caminó frente a la cancha de tenis hasta la cabaña número uno, adornada con rosas blancas a los costados. Subió los tres peldaños de la escalera y entró en el reducto más íntimo del general (R) Manuel Contreras. Eran cerca de las 14 horas. La torre de archivadores y carpetas que vio al entrar le hizo recordar su anterior encuentro con el jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (Dina).

No era primera vez que Unda y Contreras se reunían. Lo habían hecho al menos una década antes, por el año 2000, cuando el general recién había terminado su relación profesional con el abogado Humberto Neumann. Contreras necesitaba a alguien que lo representara en los diversos procesos que llevaba el ministro Juan Guzmán y consultó con Unda, quien ya se había hecho un nombre representando a otros uniformados. Sus estilos no calzaron. El abogado pedía absoluta independencia para llevar los casos, mientras que el ex uniformado era obsesivo a la hora de enfrentar a la justicia, ya que pedía conocer cada paso del proceso y controlar la línea de su defensa. Para ello conservaba miles de documentos de sus diferentes procesos judiciales. Diez años después, Contreras mantenía esa costumbre.

Unda sentía que este nuevo encuentro era más importante. Que una respuesta positiva de Contreras podía marcar un hito en las causas de derechos humanos y ayudar a muchos de sus representados, como el ex carabinero Ricardo Lawrence, antiguo agente de la Dina identificado por diversas víctimas por apremios en los cuarteles de Londres 38, Villa Grimaldi y José Domingo Cañas. "Si asume responsabilidad, el personal podrá ver disminuida la suya. Los tribunales no reconocen atenuantes muy importantes por no constar orden del superior (…). El personal espera su apoyo. Hoy siente que no lo ha tenido", argumentaba el jurista en su minuta.

En aquella primera reunión, Contreras se limitó a escuchar lo que su interlocutor tenía que decirle. "Expongo, básicamente, desde la observación de las acciones y reacciones de los distintos actores involucrados. A saber: jueces, ministros, políticos, abogados, generales y agentes", eran algunas de las primeras líneas de la pauta. Específicamente, Unda se refería a dos ministros de la Corte Suprema, un rector de una universidad tradicional y otras personas con las que habría tanteado la acogida de un escrito de esas características. "Un siútico diría que primero realicé un focus group. Hice algunas averiguaciones sobre cómo caería en la escena un documento de esta naturaleza y la recepción era muy buena", asegura el abogado Unda.

Contreras mantenía un cuidado silencio, como analizando qué tan fiable era su interlocutor. Unda trató de apelar a su ego. "Usted es el único que puede escribir esta historia tal y como realmente fue. La verdad puede ser dicha de manera objetiva, sin mostrar arrepentimiento, desde la posición del soldado en estado de guerra", señaló el abogado. Este entendía que, más allá de los argumentos, debía ofrecerle algo tangible para captar su atención. El plan tenía una arista política. El reconocimiento de Contreras debía ser premiado con beneficios en el cumplimiento de su pena, idealmente con arresto domiciliario perpetuo. Su optimismo se basaba en el visto bueno que habría recibido anteriormente de un antiguo abogado del grupo Tantauco, el centro de estudios ligado a Sebastián Piñera, quien estaba terminando su primer año como Presidente de la República.

Unda solicitó pasar a la terraza de la cabaña para poder fumarse un cigarrillo. Se sentaron alrededor de una mesa chica. Su exposición todavía no había terminado cuando, repentinamente, el "Mamo" alzó la voz. "Hagámoslo", habrían sido sus palabras. Aunque Contreras había entregado algunos antecedentes a la justicia en el pasado -como lo hizo en el caso Patio 29- y escrito dos volúmenes de su versión de lo ocurrido en Chile antes y después del Golpe de Estado, nunca había hecho un reconocimiento cabal de las actividades de la Dina y de las violaciones a los DD.HH. como el que estaba proponiendo en ese momento. Unda le dejó su minuta y se fue de Cordillera cerca de las 17 horas.

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La oficina de Mauricio Unda, hombre alto y de pelo blanco que recién ha cumplido 63 años, está justo arriba de uno de los locales del bar Liguria. Aunque el lugar luce murales y afiches con la estética de la vieja izquierda, el abogado defensor de ex militares procesados por violaciones a los DD.HH. almuerza habitualmente en el lugar y hasta conoce a los mozos. También aclara que mantiene una buena relación con los abogados querellantes y con los ministros de la Corte de Apelaciones que llevan las causas, pese a que no comparten ideología ni interpretaciones de la ley. "La verdad procesal en estos casos está muy a maltraer en Chile", opina.

Unda todavía guarda en su computador la minuta que llevó a Cordillera para esa conversación con Manuel Contreras. Dentro de los temas que pretendía abordar en el texto -que iba a tener una extensión de entre 25 y 30 páginas- estaban el real poder de combate del MIR y de otros grupos de izquierda de la época, el inicio de la Dina, su misión, su orgánica, los "mecanismos usados para obtener información de los enemigos" -tortura-, quién decidía la muerte de determinados prisioneros y el destino de sus cuerpos y la influencia de doctrinas de seguridad extranjera (CIA).

Durante las reuniones no hubo demasiado avance en el temario, pues el "Mamo" llevaba la conversación hacia donde prefería y Unda se mantenía cauto para no perder su confianza. "A un agente de inteligencia no se le pregunta directamente, porque se cierra y sospecha", explica.

Dentro de las revelaciones que Contreras le hizo al abogado está el origen de la Dina, que partió como un trabajo de sus alumnos en la Academia de Guerra a fines de los 60, cuando el general Augusto Pinochet estaba a cargo de la institución. En una cartulina, su curso diseñó el esquema básico de un departamento de inteligencia para combatir la insurgencia. Como subdirector de la Academia, Pinochet recibió la cartulina enrollada de manos de Contreras, sólo para devolvérsela años después, luego del Golpe de Estado. "Hágalo", habría sido la orden de Pinochet.

A lo largo de las cinco citas también se habría discutido si se debía mantener una descripción general de los hechos o entrar en casos específicos, como proponía el ex general, quien insistía en su inocencia respecto de las muertes de Orlando Letelier en Washington y del general Carlos Prats en Buenos Aires.

Revisar el escrito después de casi cinco años lo lleva a reflexionar acerca de por qué no funcionó. Al final de la quinta reunión, Contreras echó pie atrás y dijo que eventualmente lo incluiría en otro libro de memorias. "Me di cuenta de que la razón era que yo no era un interlocutor válido para el general Contreras para lograr un resultado como el que proponía. Era una buena idea. Si esto se hubiera materializado, era una oportunidad para poner un punto final a los juicios por DD.HH. No un punto final desde la perspectiva de que no hubiese justicia, sino que para poder establecer responsabilidades de forma eficiente y dar cumplimiento a tratados que le exigen a Chile establecer un límite de edad para encarcelar gente. No hubiera quedado nada más que discutir", afirma el abogado.

Desde la vereda contraria se apuran en discrepar con Unda. "Propuestas de punto final ha habido varias, pero la verdad es que no había ni hay necesidad de un documento así. La verdad está escrita en la justicia y en los fallos. El mismo Contreras aportó muchos antecedentes. Y en el mundo se ha condenado gente de hasta 98 años", dice el abogado Nelson Caucoto, mientras que el jurista Eduardo Contreras cree que "hubiera sido impresentable" entregar cualquier beneficio.

Pese al esperable rechazo de sus colegas, Unda cree que fue la falta de voluntad política lo que impidió materializar su idea. Para convencer a Contreras de redactar el documento, envió un borrador de proyecto de ley que estableciera una suerte de "punto final" para los procesados por delitos de lesa humanidad, en el sentido de impedir el encarcelamiento sobre una determinada edad. Según Unda, un intermediario llevó esta propuesta hasta el ministro del Interior de la época, Rodrigo Hinzpeter.

Consultado por Reportajes, el ex jefe de gabinete de Piñera asegura no recordar la iniciativa. "No tengo idea de aquello. Pero olvídate, hubiera sido imposible algo de esa naturaleza durante el gobierno del Presidente Piñera", comenta Hinzpeter, quien había pasado a la cartera de Defensa cuando el ex mandatario tomó la decisión de cerrar el Penal Cordillera el 28 de septiembre de 2013, justamente después de una provocadora entrevista de Manuel Contreras a CNN Chile.

"Doy fe de que el ministro recibió la propuesta, pero no quiero entrar en polémica con el señor Hinzpeter. Si él dice que no recuerda, está bien", responde Unda.

Sin las espaldas políticas para ofrecer algún beneficio, el abogado tuvo que buscar nuevos caminos para convencer a Contreras. Para ello recurrió al sacerdote Cristián Precht, quien visitaba con frecuencia el Penal de Cordillera. "Unda quería que el general escribiera un libro con el ánimo de que reconociera. Yo no me presté para eso. No me parecía ser la persona más idónea para convencer al general por mi clarísimo compromiso con los DD.HH.", señala escuetamente Precht, quien destacó como vicario de la Vicaría de la Solidaridad durante el régimen militar, pero que fue suspendido del ejercicio eclesiástico a fines de 2012 por abuso sexual.

Unda nunca supo de esta decisión de Precht, porque pese a llamarlo, no tuvo respuesta. Después de eso, dio por fracasada la empresa y se olvidó del tema.

Tras la muerte del "Mamo", ocurrida el 7 de agosto pasado en el Hospital Militar, para Unda no queda nadie tan calificado para contar la "verdad de la Dina" como él, aunque el brigadier (R) Pedro Espinoza podría manejar una buena cantidad de información. Aún consumido con las causas de ex militares, Unda concluye que él ya hizo su parte y que obtener un reconocimiento del alto mando de la Dina "es una tarea les corresponde a otros".

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