La contadora, su autor y el director
<P><I>El jueves 23 debuta en el teatro de CorpArtes </I>La contadora de películas<I>, lo nuevo de Teatro Cinema, inspirado en la novela de Hernán Rivera Letelier. </I></P>
Fueron 45 años rodeados por la inmensa pampa. Aunque el destino quiso que fuese a nacer en Talca, el 11 de julio de 1950, Hernán Rivera Letelier dio sus primeros pasos en la oficina salitrera Algorta, en las profundidades del norte de Chile. Ya mayor, y siguiendo a sus padres, desembarcó en María Elena y Pedro de Valdivia, pero con el cierre de Humberstone a fines de la década del 50, y la prematura muerte de su madre por la picadura de una araña, un futuro escritor llegó cargado de historias y algo de arena en los zapatos hasta Antofagasta, donde aún vive.
Le quedarían grabados a fuego, entre tantos otros recuerdos, sus años como repartidor de periódicos, que apenas le alcanzaron para llenarse la boca de pan y ahorrar para sus viajes. También para ir al cine, pues entre la juerga nocturna y las casas de putas, más no había. Hoy, con 65 años recién cumplidos, de su memoria brota otro recuerdo: tenía 30, y aún no se animaba a escribir. Esa tarde caminaba por las infinitas rutas de la extinta oficina Pedro de Valdivia, muy cerca de Tocopilla, y en la marquesina de un viejo teatro anunciaban la temporada de El mercader de Venecia, de William Shakespeare, a cargo de la compañía del Teatro Nacional. Sin dudarlo, pagó su entrada y tomó asiento sobre su butaca. Era la primera vez que Rivera Letelier presenciaba una obra de teatro en su vida.
"Mi relación con el teatro casi no existió durante mis años en la pampa. Veía películas todos los días, pero no tengo recuerdos de haber visto a las compañías itinerantes levantar el polvo y cruzar el desierto", dice el autor. "Por eso, no deja de llamarme la atención que con los años varias de mis novelas llegaran a las tablas", agrega. La primera fue en 1997, cuando Gustavo Meza y el Teatro Imagen llevaron a escena La reina Isabel cantaba rancheras, de 1994. "Fue una coincidencia muy bella, porque viajé a Santiago a la función, y a los pocos días me enteré de que había un grupo en Antofagasta que también estaba mostrando esa obra", recuerda. La versión de Meza era un espejismo de la pampa donde había crecido, pero la que se presentaba a escasas cuadras de su casa, en el norte, olía al desierto donde había crecido.
Desde entonces, otras de sus obras han despertado el interés de actores y directores teatrales. De Fatamorgana de amor con banda de música, de 1998; Los trenes se van al purgatorio (2000), Santa María de las flores negras (2002), y hasta El fantasista (2006). Pero, entre todas, solo una de ellas fue concebida desde sus primeros borradores como un texto dramático: La contadora de películas, de 2009, convertida finalmente en novela. "Quise escribir un monólogo, pero no me resultó", reconoce. "Llevaba poco más de veinte páginas cuando me di cuenta de que el lenguaje teatral me era muy ajeno. Pero, mientras la escribía y pensaba en si estaba en lo correcto o no, me autoconvencí por la sola idea de que alguien, alguna vez, se animara a convertirla en una obra de teatro".
Tras ese primer y único ensayo, Rivera Letelier no volvió a intentarlo con la dramaturgia. "Es más, quemé esos manuscritos del monólogo, pues me niego a convertirme en uno de esos autores que luego de muertos sus viudas les publican hasta las listas de compras", bromea. Quedarían algunos años para que sus anhelos por ver sobre las tablas la historia de María Margarita, la niña de 13 años que narraba historias a los mineros de una oficina salitrera en los 60, fuesen oídos por el italiano Donatello Salamina. En 2013, y con Patricia Rivadeneira en el rol estelar, su novela cobró esa forma y voz que ni él mismo pudo darle. Y ahora, el próximo jueves, en el teatro de CorpArtes, el mismo relato volverá a correr el telón a cargo de la compañía Teatro Cinema.
Encabezados por Juan Carlos Zagal en la dirección, y Laura Pizarro como la actriz que dará vida a una mujer que recorrerá su propia vida en paralelo a distintos géneros del cine (del western a los amoríos de la época dorada de Hollywood y el terror en blanco y negro), el grupo adaptó la novela con toda la libertad que un autor podía darles. "Durante un almuerzo hizo una única acotación: quería que una de las escenas mostrara una película mexicana, pues era muy importante para él", cuenta Zagal tras un ensayo, a días del debut.
Luego de Historia de amor, estrenada en julio de 2013, Teatro Cinema ya sabía que la novela de Rivera Letelier sería su siguiente trabajo. Al poco tiempo se reunieron con el autor, quien nunca había visto su trabajo pero sí había oído hablar de ellos. Ambos, Rivera y Zagal, autor y director, concuerdan en que cuando el último le habló de sus planes por adaptarlo al teatro, el primero dijo, y casi sin saber, que "esperaba que lo contactaran los mismos que hicieron Gemelos".
La contadora de películas que llegará a CorpArtes es una versión tridimensional de la novela de Rivera Letelier. Teatro, cine y música se funden para mostrar el paso de los años y el valor de la memoria. "Habíamos adaptado a otros autores antes, pero volver a lo nuestro, a ese Chile y sus rincones que ya no existen, fueron el motor de este montaje desde el inicio -dice Zagal-. Será como un viaje caleidoscópico".
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