La crisis del Everest

<P>En abril de este año, 16 nepalíes murieron por una avalancha que cayó en una de las zonas más peligrosas del famoso monte, el glaciar Khumbu. Llegar a la cima de la montaña más alta del mundo sigue siendo un sueño para miles de personas, pero los cuestionamientos a la seguridad y el exceso de turistas son cada vez más fuertes. "Simplemente el Everest se prostituyó", dice Cristián García Huidobro, el primer chileno en llegar a su cumbre. </P>




"ALGUNOS lo sintieron más cerca, otros más lejos. Siempre que me preguntan qué tan cerca estuve, digo 'yo corrí'". A las 6.45 de la mañana del viernes 18 de abril, el economista Patricio Rojas estaba en la ruta que lleva desde el campamento base del Everest al campamento 1. El grupo, liderado por Eugenio Guzmán, director del Instituto Vertical, se devolvía al campamento base luego de haber perdido contacto con otra parte del equipo. En ese instante, unos 250 metros más adelante en línea recta, un gigantesco trozo de glaciar se desprendió y cayó en la llamada Cascada de hielo del Khumbu, matando a 16 personas y dejando nueve heridos. Era la tragedia con más bajas en la historia del Everest.

Los cuestionamientos a la seguridad, las condiciones de la montaña y la cantidad de personas que cada año la visitan surgieron inmediatamente. Aunque la temporada no fue cerrada oficialmente por el gobierno nepalés, la tragedia y posterior "huelga" de los sherpas que exigían mejores condiciones laborales terminaron aguando las pretensiones de la mayoría de las expediciones, que fueron progresivamente dejando el lugar, incluyendo al grupo de Vertical, con Rodrigo Jordán a la cabeza.

El aumento de turistas que visita anualmente el monte más alto del mundo (8.848 m) no deja de ser impresionante tomando en consideración los costos (unos 80 mil dólares incluyendo permisos, guías, alimentación, pasajes y equipamiento) y los desafíos físicos, técnicos y mentales que exige. A la fecha, la cumbre del Everest ha sido alcanzada casi siete mil veces, sin contar a las muchas personas que la han escalado sin llegar a la cima.

"Algunos hablan de una montaña contaminada, otros le dicen 'la ruta Coca-Cola', pero yo creo que el Everest tiene esta cosa tan mítica que atrae a todo el mundo, artistas, empresarios, científicos. Si un niño sueña con conocerlo, ¿quiénes somos nosotros para prohibírselo? El Everest no es nuestro", dice Rodrigo Jordán, líder de la expedición que, en 1992, llevó a los primeros chilenos a la cima por la peligrosa ruta británica.

El montañista Gastón Oyarzún participó en 1979 de la primera expedicion chilena a los Himalayas, cordón montañoso donde se encuentra el Everest y los otros 13 "ochomiles", cumbres sobre 8 mil metros, que hay en el mundo. Tras años de experiencia, cuestiona las razones por las que estas personas se exponen a tantos peligros para llegar a la cima más famosa. "Siempre me pregunto, ¿les gusta realmente o sólo quieren contarles a sus amigos que subieron el Everest? En los últimos años se ha hecho una moda, pero a pocos les gusta realmente la montaña y la naturaleza".

El grueso de quienes visitan este lugar en modo "turista", tiene alrededor de 50 años, tiempo y muchos recursos. Para que ellos puedan llegar a la cumbre, explica Jordán, es inevitable equipar la montaña, "tenemos que hacerles la vía más fácil". Para esto, todos los años un grupo de sherpas contratados por el gobierno, equipan y mantienen la ruta con cuerdas y escaleras. Además, los campamentos se encuentran mejor equipados, con más tanques de oxígeno y hasta inyecciones de dexametasona para evitar que los escaladores sufran edemas cerebrales y pulmonares.

Frente a todos estos cambios y la llamada "comercialización del Everest", algunos son incluso más críticos. "Se chacreó. Es igual que el Paseo Ahumada, simplemente el Everest se prostituyó", dice Cristián García Huidobro, miembro del equipo de Jordán en el año 92, y el primer chileno en llegar a su cumbre. "Vivimos en la era del ego, son capaces de matar a su madre por tener éxito, por sobresalir. ¿Por qué mueren 16 sherpas? Porque van antes a prepararles el camino a los clientes, necesitan que otros les hagan el trabajo difícil y sucio. Es penoso, pagan para que los transporten a la cumbre".

Sin embargo, e incluso considerando estos factores, quienes llevan turistas al Everest hacen hincapié en que las personas que se deciden a ir tienen que pasar por un difícil entrenamiento y soportar las duras condiciones de la montaña, para las que el cuerpo humano no está preparado y debe adaptarse. En el mes más cálido puede haber -20 °C en la cumbre. El Everest puede ser mortal, con o sin ayuda.

El lugar donde fue el accidente este año es calificado como una "ruleta rusa". La cascada de hielo del Khumbu, parte del glaciar del mismo nombre, es una zona escarpada de gran dificultad, donde los excursionistas deben avanzar subiendo por escaleras de aluminio, especialmente dispuestas, y cuerdas fijas. La zona más peligrosa está entre dos cerros desde los que caen avanlanchas. Por eso, la recomendación es pasar lo más rápido posible, pero el día del accidente una de las escaleras estaba rota y se generó un cuello de botella.

Se calcula que el pedazo de glaciar que cayó pesaba 64 mil toneladas y los serac (pedazos de hielo), que cayeron a gran velocidad, mataron de un golpe a varios de los sherpas. La doctora Sophie Wallace, del operador Adventure Consultans, dijo a la revista Outside que, aunque en un primer momento les preocupó cómo decretarían la muerte de cuerpos hipotérmicos, las heridas eran tan profundas que la tarea fue "deprimentemente sencilla".

"Un accidente así sólo te confirma dónde estás metido. El Everest, aunque hoy lo sube mucha gente por la logística que se ha preparado, tiene peligros objetivos y uno de ellos son las avalanchas. Murió más gente porque más gente transita la ruta, es un tema de probabilidades, pero esa avalancha cae todos los años", agrega Eugenio Guzmán.

Otros levantan la voz y dicen que el cambio climático tiene efectos en el deshielo de todas las montañas, incluso de aquellas donde cae nieve todo el año y que eso podría estar haciendo que el hielo sea más frágil. En 2012, en una polémica decisión, Russell Brice, dueño de la compañía Himalayan Experience, abandonó junto a todo su equipo la montaña argumentando que los riesgos eran demasiados. La razón fue que los propios sherpas con que trabajaba advirtieron que el hielo estaba especialmente peligroso y no se sentían seguros. El empresario y montañista estuvo de acuerdo con ellos y levantó su campamento. Pero volvió. Este año, cuando ocurrió el accidente, ayudó a coordinar los helicópteros para el rescate.

Se les dice sherpas a los locales que trabajan en el Everest, ya sea como guías de montaña, porteadores (que trasladan las carpas, comida, oxígeno, etc.), cocineros, y los que mantienen la ruta, pero de los 16 nepalíes que murieron en abril, 13 eran sherpas y los otros tres pertenecían a las etnias gurung, tamang y la casta hindu chhetri.

Los sherpas, que cruzaron desde China para instalarse en las montañas de Nepal hace varios cientos de años, se caracterizan por su personalidad amable y dispuesta. Están todos relacionados y viven en un pequeño grupo de aldeas. Desde los primeros intentos de acercamiento al Everest, los sherpas acompañaron y asistieron a los montañistas occidentales. En la primera ascensión exitosa a la cumbre, en 1953, el neozelandés Edmund Hillary iba con el sherpa Tenzing Norgay, inaugurando una tradición de años.

"Conocí a los sherpas en el 87. Me tocó vivir con ellos y me han ayudado mucho en mi carrera como montañista. Tenemos una relación muy especial, son gente muy honrada, leal y abnegada", dice Mauricio Purto, conductor de Cumbres del Mundo, de TVN, y que lideraba a la otra expedición chilena que llegó al Everest en 1992.

Sin embargo, quienes viajan permanentemente al Everest saben que algo está cambiando. Aunque en comparación a los 600 dólares anuales que se ganan en promedio en Nepal los sherpas pueden conseguir entre 2 mil y 8 mil dólares por su trabajo cada temporada, los más jóvenes tienen claro que en vista de los riesgos de su trabajo y los millones que ganan tantos los operadores extranjeros como el gobierno de su país, el trato sigue siendo injusto. Por esto, luego del accidente, elaboraron un petitorio con 13 condiciones, incluyendo duplicar las pensiones para las familias de los fallecidos y accidentados, dinero para pagar los rituales funerarios (las pujas, cantos y oraciones de los monjes para ayudar al fallecido a dejar su cuerpo) y un monumento para los caídos, entre otras cosas.

Es un cambio cultural: "Los sherpas de 20 a 30 años tienen email, Facebook, Twitter, hablan perfecto inglés, saben contabilidad. Ya saben cuánto paga el cliente final y los contactan directamente", dice Eugenio Guzmán. Así, se ha generado cierta tensión entre algunos grupos. Los más viejos acusan que se está "perdiendo el respeto" por la tradición y los jóvenes exigen independencia y respeto. De hecho, el año pasado un grupo de escaladores europeos terminó a golpes con un grupo de sherpas que estaban trabajando en la ruta, luego de haberlos sobrepasado cuando iban desde el campamento dos al tres.

Para el periodista Jon Krakauer, cuyo best seller Mal de altura, relata la historia de las cuatro expediciones que en 1996 sufrieron la muerte de ocho integrantes cuando quedaron atrapados en una tormenta al hacer cumbre, asegura que mientras la montaña es hoy más segura para los occidentales, el exceso de trabajo y carga de los sherpas (casi 40 kilos de peso en cada viaje), la hace riesgosa para ellos. Los sherpas pasan por las zonas más peligrosas hasta 30 veces por cada expedición.

"Ven que otros se hacen ricos y famosos, pero ellos no. Se dan cuenta de que hay un negocio y quieren una buena tajada. Es turismo de aventura, no montañismo, pero eso a la gente no le importa, quiere seguir subiéndolo", agrega Purto.

¿Es posible hacer el Everest más seguro? Los expertos dicen que no, que hay cosas que no se pueden controlar. "Uno puede establecer estrategias para minimizar los riesgos, pero sólo eso", dice Guzmán. Y es poco probable que el gobierno nepalés restringa las subidas. De hecho, extendió los permisos de las personas que no pudieron subir este año por dos temporadas.

Algunos hablan de mejorar el trayecto desde China. "La ruta tibetana es más segura, casi sin avalanchas, aunque larga y demandante. Si tuviera que llevar gente ahora, lo haría por allá", dice Gastón Oyarzún. Sin embargo, otros afirman que las comodidades y la máquina logístico-turística de Nepal aún no se ha podido replicar en su país vecino, incluso pese a que los permisos son más baratos y subir por ese lado puede costar casi la mitad.

Precisamente las comodidades de la ruta nepalesa son las que más trabajo le dan a los sherpas y aumentan los peligros. Simplificar los campamentos es una propuesta para evitar tantas idas y venidas. También se ha criticado la mantención de la ruta, que se acusan no ha estado a la altura del alto crecimiento en el flujo de personas. Otros van más lejos. La empresaria china Wang Jing, junto con cinco sherpas, escaló en mayo de este año el Everest, pero lo hizo pasando por sobre el glaciar Khumbu en helicóptero y partiendo su recorrido desde los 6.400 metros de altura. Eso es hacer trampa, dicen muchos.

"Ya ocupamos a los sherpas como 'helicópteros humanos' que trasladan nuestras cosas, pero ahora si me agarran y me suben a mí en helicóptero, eso sería ya lo último. Sería terminar de prostituir el trabajo que hago", dice tajante Jordán.

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