La cultura de las zapatillas

De lona, cuero, doradas, con caña; para correr, bailar, caminar o lucirse. De la pista a la calle y de la calle a la pasarela. En el último siglo, las zapatillas se han convertido en un accesorio indispensable, un símbolo de estatus e identidad, una prenda de culto y un negocio millonario. Tanto, que por primera vez un museo de arte les dedicó una exposición. <br>




No todo lo que está en un museo tiene que ser arte, dice la historiadora de zapatos Elizabeth Semmelhack, curadora de "El surgimiento de la cultura de la zapatilla", exposición con más de 150 pares de colección que se realizó en el Museo de Brooklyn, en Nueva York y tuvo cerca de 130 mil visitantes.  

Es la inauguración de la muestra y Semmelhack no usó zapatillas porque no supo cuáles ponerse. El resto de los invitados en cambio, la taquilla artística pop neoyorquina, eligió sus modelos más vistosos. Entre los expuestos en cajas de vidrio, y los que lleva puesto el público, hasta el fanático más experto quedaba con la boca abierta. La muestra fue creada por el Museo Bata del Zapato en Toronto y llegó a Estados Unidos traída por la Federación Americana de Arte.

 "Las exposiciones dan la oportunidad para explorar cualquier objeto con importancia cultural, y las zapatillas tienen esa relevancia", dice Semmelhack.

De hecho, según el crítico de arte del New York Times, Ken Johnson, lo más interesante de este tipo de zapatos es justamente que son símbolos de distintos momentos sociales y culturales. "Esto incluye el culto a la educación física que fue vigorosamente promovido por el presidente Kennedy a comienzos de los 60; la locura por correr que empezó en los 70 y precipitó la producción de incontables tipos de zapatillas para correr; la tendencia punk de los 70, cuyos seguidores estaban calzados con pares bien gastados de Chuck Taylor de lona negra con caña; y la cultura hip hop de los 80, que tenía entre sus fans a jóvenes negros que llevaban zapatillas caras de basquetbol, que a su vez influenciaron las elecciones de zapatos de los jóvenes alrededor del mundo", explica en su reseña en el diario estadounidense.

Basta con mirar al suelo en la calle para ver el alcance que tienen. Hay casi tantos modelos como caras y cerca de la mitad de las personas usa zapatillas todos los días, lo que se traduce en un mercado que crece y actualmente mueve 55 mil millones de dólares al año, equivalente al producto interno bruto de Uruguay.

En cien años, las zapatillas han pasado de ser un zapato de lona con suela de goma a una prenda ultra elaborada. Hoy, marcan estilo personal, sin importar clase económica, género, raza, partido político ni profesión; son calzado deportivo, objeto de diseño y tecnología, materia de estudio en universidades como Carnegie Mellon y de exhibición como ocurre actualmente en el Brooklyn Museum. Las marcas que las producen son algunas de las más conocidas a nivel global, hay revistas y páginas webs de zapatillas, canciones y documentales sobre ellas, y hasta organizaciones sin fines de lucro como  Hoops 4 Hope, Soles4Souls y Samaritan's Feet, que reciben pares usados para donarlos en países de África. Las zapatillas se han convertido, incluso, en agentes de cambio social.



Pura actitud

La historia de las zapatillas comenzó con fundas de caucho que se usaban en Brasil para cubrir los zapatos. Inspirados en eso, nacieron los primeros modelos con suela de goma -Bata tiene un modelo de 1830- pero la suela se derretía y se quebraba con los cambios de temperatura. El gran cambio llegó en 1839 cuando Charles Goodyear patentó la vulcanización. A principios del siglo XX nacieron modelos clásicos como las Converse All Stars (1917), seguidas por las Keds.

En esos años en Estados Unidos el agente publicitario Henry Nelson McKinney acuñó la palabra "sneaker", de sneak, que quiere decir furtivo o a hurtadillas, porque eran más silenciosas que cualquier otro zapato.

En la década del 20, el jugador de basquetbol Chuck Taylor y el tenista Jack Purcell promocionaron las Converse y desde entonces el zapato deportivo empezó a ser un producto de consumo masivo. Sin embargo, el quiebre ocurrió en los setenta, cuando dejaron de ser utilizadas solo para hacer deporte e inundaron las calles, bares y pasarelas, y en los ochenta, momento en que surgió una alianza simbiótica con la cultura del basquetbol y el hip-hop. "Es muy simple", dice Calvan Fowler, dueño de una tienda de zapatillas en Brooklyn. "Nueva York, hip-hop, breakdance, basquetbol, zapatillas: todo va de la mano".

Fowler es lo que en Estados Unidos llaman un "sneaker head", un cabeza de zapatilla. Tiene 155 pares, de los cuales 60 son Air Jordans, el modelo que Nike creó para el jugador de basquetbol nacido en Brooklyn, Michael Jordan. Cada vez que la estrella de los Chicago Bulls jugaba y se lucía con ellas, la NBA lo multaba por cinco mil dólares por usar modelos de color en la cancha, lo que le traía más publicidad. Otro gran hito se produjo en 1986, cuando los raperos Run-DMC lanzaron la canción y video "My Adidas", que selló su relación con el hip-hop. Pero según la muestra, fueron las Air Jordan, con sus colores y sus diseños rupturistas, quienes definitivamente revolucionaron la industria y la forma en que la gente veía las zapatillas. Desde la Air Jordan I, producida en 1985, hasta hoy, existen 29 "Jordans". Sus seguidores las coleccionan y cuidan con devoción. Fowler hizo un documental sobre ellos que incluye imágenes de Miley Cyrus, Spike Lee, Tinker Hatfield (diseñador estrella de Nike) y otros fanáticos que explican por qué las Jordans son más que una zapatilla.

"Antes, las comunidades negras y latinas usábamos modelos vistosos para escapar del hecho de que no podíamos tener todo lo que nos mostraba la televisión", explica Fowler, el cabeza de zapatilla criado en Brooklyn. "No podíamos tener un auto súper lujoso, ni ropa de última moda, pero sí podíamos ahorrar y gastar 60 dólares en un par. Las limpiábamos todos los días con un cepillo de dientes para que se vieran como nuevas y las usábamos de cierta manera, con cierta actitud, y eso nos hacía sentirnos orgullosos".

De igual modo, algunos comenzaron a lanzarlas al aire para que colgaran de los cables tal como también se puede ver en algunas calles de Santiago. Algunos piensan que esa práctica la iniciaron las pandillas de Nueva York, como una forma de delimitar su territorio, pero el documental El misterio de las zapatillas voladoras (The mystery of flying kicks) muestra que los orígenes y motivos son variados. Además de demarcar, por ejemplo, el gesto se empezó a usar para celebrar hitos import antes en la vida de sus dueños, como perder la virginidad.

"No se trataba solo de qué usabas, pero cómo lo usabas", explica Bobbito García, músico y DJ nacido en Nueva York, que en 1990 escribió "Confesiones de un adicto a las zapatillas" en la revista de hip-hop The Source y en 2004 publicó el libro Where'd you get those? New York City's Sneaker Culture: 1960-1987. En la introducción del libro que acompaña la exposición -Out of the Box: The rise of sneaker culture- cuenta que en 1980 empezó a pintar sus zapatillas. "Les inyectamos una mentalidad y una actitud, que les dio vida e importancia. Pusimos las bases no solo para el movimiento cultural mundial que vemos hoy pero también para el aumento de ventas de 300% que mostró la industria a fines de los 80".

En el mismo libro, el diseñador de zapatos de lujo Christian Louboutin dice que las zapatillas son para los hombres, lo que los zapatos de taco han sido para las mujeres. "Introdujeron por primera vez un concepto muy simple, desconocido en el mundo del hombre hasta entonces: la idea de lo sexy", escribe Louboutin.  "Antes, los zapatos podían ser elegantes, duros, poderosos, bien diseñados, divertidos, funky, curiosos, locos y hasta perfectos, a veces, pero nunca sexys".

Gracias a todo eso, hoy las zapatillas están en todas partes y para todos los gustos. Diseñadores como Lanvin, Hussein Chalayan, Jimmy Choo, Yohji Yamamoto y Alexander McQueen han creado modelos exclusivos. Y artistas pop como Kanye West, Pharrel Williams, Faile, Damien Hirst y Kehinde Wiley han firmado con marcas de zapatillas para hacer obras con o sobre ellas.

La versión local

En Chile, según Pedro Beriestain, director gerente de la Cámara de Industriales del Cuero, Calzado y Afines (FEDECCAL), el recorrido se inició con la llegada de Bata en 1938. "Las de lona económica deben haber empezado en la década del 40, con suelas de PVC. Después las con suela de caucho para fútbol de salón en la década del 50 más o menos. Y en los 70, se empezaron a incorporar tecnologías para productos más masivos", recuerda Beriestain, que anteriormente trabajó en Bata.

Luego aparecieron otras marcas. Muchas se hacían en Chile, con licencias de comercialización. Bata producía zapatillas Nike, por ejemplo, además de sus marcas Jet, North Star y Power.

 "Mi relación con las zapatillas partió cuando empecé a correr, al año 75", dice Cristián Sieveking, corredor profesional y experto en biomecánica que trabajó cuatro años en Reebok, en Boston, en el departamento de investigación y desarrollo. "En esa época uno corría con lo que hubiera. Yo usaba zapatillas de tenis y chores cortados". Las primeras hechas verdaderamente para correr que tuvo fueron las Brooks Vantage y se las compró en Estados Unidos. Hoy, en cambio, tiene 60 pares (en un momento llegó a tener 150).

Sieveking estima que la moda de usar este tipo de zapatos apareció en los 80 en Chile y que pasó por las de tenis, luego las de fútbol, basquetbol y skate. En cuanto a zapatillas para correr, el experto explica que hubo un enorme avance en diseño y tecnología en estas últimas décadas para evitar el gran número de lesiones que aparecieron con el aumento de corredores. "Antes se compraba una zapatilla por la marca, hoy no. La gente sabe más y se preocupa de que tenga ciertas características, que sea para cerro o para calle, por ejemplo. Eso era impensado ocho años atrás", dice.

Según el director de  FEDECCAL, hace aproximadamente tres años que en Chile no se producen zapatillas. Las grandes empresas multinacionales están trayendo sus productos directamente y en 2014 se importaron casi trece millones, cifra que solo considera a las marcas más importantes: Nike, Adidas, Sketchers, Converse, Puma y Lotto, en ese orden. Si a eso se le suman otros fabricantes, representan un 20 por ciento del total de calzado importado en el año.

"Las zapatillas marcaron un hito entre dos generaciones", dice Maximiliano Jiménez, un cabeza de zapatilla local y co-fundador del medio digital Pousta, dirigido a los millennials chilenos y en el que las zapatillas ocupan varias páginas. "La de los papás, que se vestían con zapatos y usaban zapatillas para hacer deporte, y la de nosotros. Con la llegada de las zapatillas, ya no tenías que vestirte como tu papá, que es un poco lo que todo joven quiere", dice y agrega que "se han convertido en algo tan importante porque son relativamente baratas y porque casi todos los héroes las usan: los deportistas, músicos, artistas, la gente bacán". 

Al igual que en Estados Unidos, las zapatillas también se han convertido en símbolos de determinadas subculturas y de estatus social. Los raperos y skaters locales por ejemplo, también comenzaron a ocuparlas para diferenciarse y tirar pinta. Incluso, dice Jiménez, "hay un mito que dice que la palabra flaite viene de las zapatillas Nike Air Flight, que al no saber pronunciar, las pedían como las flait", cuenta Jiménez. "Pero no sé si es verdad".

Lo que sí está claro, en cambio, es que esta cultura que comenzó a correr hace más de un siglo, aquí y afuera, tiene aliento para rato.

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