La custodia de los artistas
<P>Hogar Dulce Hogar es el nombre de la casa de reposo de la cantante Mónica de Calixto. Allí pasaron sus últimos días las actrices Silvia Piñeiro y Myriam Palacios. </P>
UNA ambulancia ha concurrido en tres ocasiones a la imponente casa de Luis Thayer Ojeda con Manuel Cruzat, donde un letrero luminoso da la bienvenida a la casa de reposo Hogar Dulce Hogar. En la recepción se encuentra Mónica de Calixto, y aunque un resfrío la tiene complicada, proyecta quedarse en el lugar hasta las dos de la mañana. Hace tiempo tomó una decisión: "Si hay un abuelo grave, estoy hasta el último latido".
La cantante ya suma 16 años a cargo de esta empresa familiar, que sostiene junto a sus hermanas y que se ha transformado en su trabajo más estable, el que comparte con las clases de canto y presentaciones artísticas.
"Esto empezó cuando estaba en pleno momento de actuación, todavía en Sábados gigantes, y a mi abuelita le dio un accidente vascular", recuerda. Al tiempo, su madre sufrió un preinfarto, y Mónica terminó arrendando una casa y contratando una cuidadora para hacerse cargo de las dos mujeres y una amiga de éstas.
La iniciativa creció. Dejó el antiguo hogar y llegó a la casona de Luis Thayer Ojeda, un lugar donde puede albergar hasta 18 abuelos.
Pero lo que ha hecho más conocido al hogar es que durante estos 16 años han pasado varios artistas como huéspedes. "Estaba la Corita Santa Cruz, la mamá de la Sonia la Unica, Luchito Aguirre Pinto, compositor de Camino de luna, y el comediante Jorge Boudon", describe De Calixto, quien aún recuerda las jornadas en que Corita Santa Cruz tocaba el piano, teniendo como público a los demás abuelos del hogar.
En 2003 también estuvo en el hogar la actriz Silvia Piñeiro, con quien Mónica compartió escenario en La pérgola de las flores. "Ella se sabía los nombres de todos", destaca De Calixto, quien admite que "es desgastante esta labor, pero es una satisfacción tan grande", dice. Tras la experiencia de Silvia, el hogar creó un cupo especial para un artista que pase por una situación difícil.
Esta semana, la tranquila casona de Providencia vivió días ajetreados. El lunes falleció la actriz Myriam Palacios, quien estuvo cinco años y medio en el hogar, al que llegó luego de que se denunciara la compleja situación económica y de soledad en que vivía, padeciendo además alzheimer.
En la última habitación que utilizó la actriz, Mónica recuerda que "le cerré los ojitos" y la maquilló. Su hijo Diego de Calixto debió ir a la iglesia a adecuar las flores.
En los 16 años de trabajo con los abuelos, Mónica de Calixto cuenta que ha visto una realidad compleja. "El abuelito enfermo, en general, está muy abandonado. Estamos envejeciendo y siendo cacho, hay una falta de cultura sobre la vejez en nuestro país", advierte.
Incluso describe, entre las experiencias que la han marcado, la situación que le tocó vivir a una anciana. "Era una abuelita donde las únicas personas que estaban en la iglesia eran la funeraria y yo, fue un caso muy especial. Se empezó a morir toda la familia y la única persona que le quedaba estaba en el extranjero", narra.
Pero lo que la motiva ahora es insistir en que se ponga en marcha un proyecto, tras los sucesivos casos de reconocidas actrices llegando a la vejez en pobres circunstancias: la Casa del Artista.
"Lo que pasa es que los artistas nunca imponen. Los artistas llegamos con poco dinero, somos despelotados, no cotizamos. Ahora los cabros ganan mucho, también están más educados e invierten", advierte la cantante, recalcando que ya ha insistido a los dos últimos titulares del Ministerio de Cultura en la necesidad de concretar un hogar que acoja a los actores y músicos, entre otros.
En ese sentido, la cantante resalta la necesidad de que se unan los artistas: "No esperemos una Silvia o una Myriam, no esperemos más gente. Yo voy a seguir teniendo un cupo para un artista, para quien esté más vulnerable, pero no puedo tomarlos a todos. Aquí se tiene que sumar más gente".
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