La dieta que hace 100 años acabó con la travesía de Scott
<P>En 1912, el explorador inglés y sus cuatro compañeros murieron mientras volvían derrotados del Polo Sur. Un equipo noruego los había vencido en la carrera por ser los primeros. Ahora se sabe que, en su regreso, la alimentación inadecuada se confabuló con el intenso frío para matarlos uno a uno. </P>
"Espero que esta carta te llegue. Hemos ido al Polo y moriremos como caballeros. Sólo lo lamento por las mujeres que dejamos atrás. Si este diario es encontrado, mostrará cómo respaldamos a los compañeros que agonizaban y que luchamos hasta el final". Parte del dramático texto de despedida escrito hace 100 años por el explorador británico Robert Scott, mientras él y sus hombres retornaban desde el Polo Sur, devastados tras descubrir que el grupo del noruego Roald Amundsen los había vencido en la carrera por ser los primeros en llegar a esa inhóspita zona antártica.
La misiva de cuatro hojas -que hace unos días se remató en 163.000 libras- está dirigida a "mi querido Sir Edgar" y está datada el 16 de marzo de 1912, sólo dos días después de que el agonizante capitán Lawrence Oates decidiera perderse en una ventisca. Sus palabras al dejar la carpa en que se encontraba el grupo son legendarias: "Sólo voy a salir… puede que me tome algo de tiempo".
Luego de soportar duras condiciones climáticas, el equipo de cinco hombres de Scott inició el viaje al Polo Sur el 1 de noviembre de 1911. Alcanzaron la meta el 17 de enero de 1912, sólo para encontrarse con la bandera noruega de Amundsen, su carpa y un registro de cómo había hallado el lugar un mes antes.
Durante el retorno, uno de los hombres sufrió una caída mortal, mientras Oates -víctima de la gangrena y la congelación- optó por sacrificarse para no retrasar al grupo, para que sus compañeros pudieran salir de ahí antes de que la comida se acabara o los matara las bajas temperaturas. Pero ellos tampoco lo lograron: los tres que quedaban, incluyendo a Scott, murieron a a fines de marzo y sus cuerpos fueron encontrados dentro de una carpa en noviembre de 1912. La carta de Scott estaba en uno de sus bolsillos.
¿Qué fue lo que causó la muerte de los cinco exploradores? ¿Por qué la expedición de Amundsen logró retornar a salvo a su campamento base mientras los británicos fueron muriendo uno a uno?
Hasta ahora, historiadores y otros expertos han identificado varios factores. Como el hecho de que mientras el grupo noruego enfrentó un clima relativamente benigno, en marzo el grupo de Scott soportó hasta 43 grados bajo cero.
Se suma la decisión de Scott de emplear ponies para ayudar a los perros a arrastrar los trineos. Debido a sus pezuñas relativamente pequeñas, estos animales se hundían fácilmente en la nieve, entorpeciendo el avance. De hecho, un mes después de comenzado el viaje, todos habían sido sacrificados. El trabajo quedó a cargo de los perros, que pronto murieron de cansancio. Como resultado, los hombres se vieron obligados a tirar de los trineos por tres cuartas partes del camino hasta el Polo.
Ahora, a un siglo de la muerte de Scott, cobra fuerza otro factor clave: la deficiente alimentación, que fue debilitando a cada uno de los hombres. Aunque en el campamento base tenían pan fresco y carne de foca (frita o en sopa), en el trayecto la historia fue distinta. Las raciones que portaban no eran las indicadas y, además, se vieron obligados a comer los alimentos congelados porque el combustible para cocinar, almacenado en latas, se evaporó.
Georgina Cronin, del Instituto Polar de Investigación, en Cambridge (EE.UU.), señaló a BBC que Scott y sus hombres subestimaron las calorías que necesitaban para arrastrar toda esa carga en la Antártica. "Eso explica, en parte, por qué sufrieron tanto", dijo. Las raciones consistían en pemmican (una mezcla de carne molida y grasa) y bizcochos cocinados por uno de los patrocinadores del viaje. Los hombres cumplían turnos para preparar un estofado con estos ingredientes, a los que añadían arrurruz (una especie de almidón de fácil digestión) y resinas. Creían que un alto nivel de proteínas era necesario para la actividad física que realizaban, pero los nutricionistas ahora saben que esa idea era incorrecta.
"Su dieta alta en proteínas no era buena para ellos", afirmó a BBC el doctor Mike Stroud, un veterano viajero a los polos y experto en nutrición. ¿Qué deberían haber comido? "Los carbohidratos son necesarios para los niveles de azúcar en la sangre, pero lo que quieres es obtener la mayor cantidad de energía sin tener que cargar un gran peso, así que actualmente ha habido una migración hacía una dieta rica en grasas, que ofrece el más alto nivel de energía", explica.
Hoy las raciones se basan en cereales, barra de chocolate y comidas congeladas en seco. Un elemento que no ha cambiado en 100 años de exploración polar es la mantequilla: con el doble de calorías que entrega un nivel similar de carbohidratos, este alimento y otras grasas pueden conformar hasta el 60% de la dieta de un explorador polar; es decir, el doble de la recomendación para circunstancias normales.
Arrastrar un trineo demanda la ingesta de entre 6.000 y 7.000 calorías diarias, aunque se han llegado a registrar cifras de hasta 11.000 calorías. Stroud estima que en el fatal viaje al Polo Sur, el grupo de Scott enfrentó un déficit diario de 3.000 calorías, por lo que al llegar a su destino cada hombre había perdido 25 kilos de peso. "Mi compañero de equipo tenía mantequilla de chocolate para añadir a las comidas. El queso también era bueno y yo se lo añadía al cereal", dijo a BBC la presentadora televisiva Helen Skelton, quien llegó al Polo a comienzos de este año. "Tienes que comer lo más que puedas; el consejo que me dieron fue comer antes que me diera hambre y beber antes que me diera sed", agregó.
En 1912, obtener vitaminas suficientes tampoco era fácil para Scott y sus hombres. En esa época, se sabía que una dieta restringida podía causar escorbuto, enfermedad caracterizada por encías sangrantes y pérdida de dientes. Ahora se sabe que este cuadro es producido por la falta de vitamina C, que se halla en frutas, vegetales y algunas carnes. Para combatir el escorbuto, el barco Terra Nova de Scott transportaba 568 litros de jugo de lima. Pero se quedaron en el campamento base.
Es evidente, dicen los expertos, que Scott y sus hombres evaluaron mal las demandas nutricionales que enfrentarían. La cantidad de raciones se decidió al azar y el promedio de 4.500 calorías diarias terminaron siendo insuficientes.
La comida llegó a dominar la conversación del grupo y el hambre incluso los acompañaba mientras dormían.
La decisión de último minuto de añadir un quinto hombre a un viaje planificado para cuatro puso presión extra en lo referido a las raciones de comida. "No sólo pierdes grasa, sino que también músculo. No te puedes mantener caliente", dice el doctor Stroud, quien también experimentó hambre cuando cruzó la Antártica con Sir Ranulph Fiennes en 1992.
"Para cuando Scott y los hombres que quedaban llegaron a la placa de hielo Ross (ruta de entrada y salida), seguramente estaban demacrados y extenuados", agrega. Los niveles de vitaminas -ya bajos al comienzo- habrían sido mínimos. En el regreso desde el Polo Sur fueron recogiendo algunos pertrechos almacenados con anterioridad, pero antes de llegar a la base, las provisiones se acabaron. Murieron poco después.
Aunque para Elin Simonsson, curadora del Museo de Historia Natural de Londres, el desastroso final respondió a una combinación de razones. "Frío inesperado, ventiscas y hielo similar a arena hicieron que el viaje fuera más lento y que las raciones se agotaran antes de lo esperado", dijo a BBC.
Cuando Scott y los otros fueron encontrados, tenían 15 kilos de muestras de rocas entre sus pertrechos. Muchos han sugerido que transportar esa carga mientras el grupo intentaba sobrevivir fue un error grave. Porque, según dijo a PBS la doctora Susan Salomon, autora del libro La marcha más fría , el peso de las rocas era sólo una fracción de todo lo que debían arrastar: "La dificultad o facilidad de tirar un trineo no está gobernada sólo por el peso que porta sino por el tipo de nieve, especialmente bajo condiciones de frío y carencia de viento".
La experta añade que las temperaturas inusualmente bajas hicieron que la superficie adquiriera una consistencia similar a arena. "Repentinamente avanzaban ocho kilómetros al día, cuando deberían estar completando 24 kilómetros. Si hubieran experimentado las condiciones que otros exploradores enfrentaron, la comida no habría sido un problema grave", concluye.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.