La épica más trágica del rock chileno
<P><span style="text-transform:uppercase">[Los rockers]</span> La banda revivió con un alabado documental que muestra su historia de derrota y que hoy los tiene bajo querellas y duras acusaciones. </P>
Patricio Arias y Matías Pinochet han pasado el último mes hablando de su banda, Los Rockers, frente a auditorios repletos, salas de distintas latitudes del país, espacios donde músicos célebres, como el ex baterista de Los Prisioneros, Miguel Tapia, les pregunta sobre su trayectoria, y han visto como la crítica reseña y elogia como nunca antes su proyecto artístico. Podrían estar orgullosos, salvo por un detalle: el grupo ya no existe.
Dejó de funcionar una tarde de 2011 en que sus líderes, Arias y Walter "Eddie" Jiménez, amigos desde sus días colegiales, acordaron sepultar una carrera de 20 años tras una seguidilla de batallas internas, malos manejos, gestiones que ambicionaban un estrellato que nunca llegó y decisiones que se precipitaban en esa norma que dicta que cuando todo sale mal, incluso puede ser peor. Una conmovedora historia de derrota que culminó en el documental Los Rockers. Rebelde rock'n'roll, ganador del festival In-Edit de 2012, pero que durante este mes volvió a la cartelera de manera masiva a través del programa Miradoc, con exhibiciones en distintas salas de Santiago y regiones, recibiendo el aplauso unánime de la prensa y detonando una suerte de victoria póstuma para el conjunto.
"O más bien una ironía. Tenía que pasar algo así, es propio de la historia de este grupo, no me parece raro para nada. Triunfar cuando ya no existimos. La paradoja nos ha perseguido siempre", asume Arias. "Es una lástima que ya no estemos, uno se queda con la sensación dolorosa de qué habría pasado si Los Rockers hubieran seguido. Me quedo con la respuesta del público, que ha disfrutado de una historia de amistad y sentimientos, aunque muchos músicos se han acercado para reconocerme que mostramos todo lo que no debe hacer una banda para surgir", relata Pinochet, director del filme y ex baterista que se integró a sus filas en los últimos dos años, bajo el plan no solo de tomar las baquetas, sino que también de materializar un registro audiovisual de las recientes travesías de la agrupación.
Iniciados en 1992 en Santiago, con cinco álbumes autoeditados y algo cercano a un hit con Balada para un adiós (que sonó en varias radios locales), el objetivo de la cinta era mostrar el proceso de 2011 en que Los Rockers juntaban dinero para grabar su quinto disco e iniciar su primera gira por México. Bajo ese fin, Jiménez contacta a una nueva mánager, Nata Oviedo, productora afiliada a los círculos de izquierda, que pretende ampliar el público militante de sus nuevos dirigidos y que se convierte en protagonista fundamental de la caída. Con sus contactos, la banda toca para eventos municipales y actos políticos donde son presentados como "Los Rockets", donde no hay más de una veintena de personas y donde, esos pocos asistentes, todos viejos compañeros de puño zurdo en alto, apenas entienden las letras.
"O también nos llevaba a fiestas en algunos pueblos donde a la gente le interesaba ver más a Andrés de León y el 'Palta' Meléndez que a nosotros. Además, cantar para políticos era la traición total a nuestros principios, solo lo hacíamos para juntar la plata", reconoce Pinochet. Esa dualidad incluso guarda secuencias memorables: tras una tocata, conocen a Jorge Coulon, de Inti-Illimani, lo llenan de elogios, le cuentan que estar junto a él es casi lo mismo que "estar con Elvis Presley" y, sobre el final, le piden si es posible que pueda invitar a Los Rockers a tocar en un show de su grupo.
Cuando ya hay dinero para viajar a México, viene el tiro de gracia: en ese país están 35 días, pero solo concretan seis presentaciones; el merchandising, que incluye 550 discos (de los que solo venden 23), es robado, y la mánager chilena se trenza en una pelea con una productora mexicana que termina mordiéndole el brazo. Ya no hay vuelta atrás y todos empiezan a abandonar de manera paulatina el departamento que arriendan en el DF.
La disolución se concreta de manera implícita, sin un adiós directo, porque, como todo lo que sale pésimo siempre puede ser horroroso, aún quedan episodios aún más trágicos, los que no reporta la película. Cuando volvieron a Santiago, Los Rockers fueron confirmados como parte de Lollapalooza 2012, en otro paso para su postergada masividad. Pero, dos horas antes que los productores del festival se juntaran a entrevistar a sus dos cabecillas, aún con cierta intención de persistir en la banda, Jiménez le dice a Arias que no va a seguir. Que todo se acabó de manera definitiva. Su compañero debe revelarle a los promotores que Los Rockers ya no existen, lo que obligó a la firma Lotus, mentores de la cita, a rediseñar varios carteles con el nombre del grupo impreso.
Con un contrato ya cerrado, Arias se ve empujado a presentarse con un nuevo proyecto, Beat Calavera. Desde ese día, los dos amigos jamás volvieron a hablarse.
"Para mí este documental es una traición. Matías es un tipo que quedó picado, que se metió a músico para ser estrella de rock y todo lo que eso involucra, pero lo que muestra no es cierto. Es solo la rabieta de un niño llamado Pinochet. A mí me deja como un flojo y un fracasado y eso no fue así", reclama Jiménez desde México, donde vive hace un año y ya toca con su propio conjunto, Los Black Jacks.
Nata Oviedo, la mánager a quien la cinta responsabiliza del calvario, presentó esta semana una demanda contra Pinochet en el Centro de Justicia de Santiago, debido a supuestos daños de imagen. "Esta película fue una canallada. Nunca muestra todo lo bueno que hice por ellos. Me muestra como una mujer loca y reventada, y eso jamás fue así. Y tampoco aparece Matías con todos los errores que él cometió", cuenta la representante. Aunque se trata del desenlace más coherente con la historia de Los Rockers, tan conflictivo y visceral como su propia carrera, Arias cree que el destino, el mismo que nunca les jugó a favor, puede volver a juntarlos: "Nunca diría nunca y, como siempre, espero que el futuro decida".
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