La escuela que convirtió sus techos en jardines

<P><span style="text-transform:uppercase">[un oasis en la ciudad] </span>En eso se transformó la primera escuela municipal que cuenta con azoteas verdes, ahorra energía y recicla el agua que utiliza. </P>




La avenida Imperial de la comuna de El Bosque casi no tiene áreas verdes. Numerosos edificios y fríos callejones conforman esta verdadera selva de cemento. En las plazas, algunas plantas intentan sobrevivir entre las piedras y las pichangas de barrio. En ese árido lugar, la escuela Presidente Salvador Allende emerge como un oasis. Muchas áreas verdes, un huerto con plantaciones medicinales y comestibles, centenares de árboles y flores colorean hasta el techo de la escuela.

Hace nueve años, los alumnos y profesores del colegio iniciaron un proyecto que les cambió la cara. Crearon una huerta para cultivar plantas de todo tipo. Desde prekínder hasta octavo, los estudiantes aprendieron a plantar semillas y a realizar abono a través de la lombricultura. Hoy, además de ayudar en el aprendizaje de las ciencias, el establecimiento, que exhibe un 90% de vulnerabilidad y está inserto en un lugar de alta peligrosidad, ha mejorado la convivencia escolar.

El trabajo en equipo ayudó a cambiar el clima hostil que normalmente imperaba en la escuela. "Además, la creación de espacios verdes en zonas inutilizadas del colegio ayudó visualmente a una localidad donde el cemento abunda", dice el director de la escuela, Jacob Chacón.

Por ejemplo, explica, el 80% de los alumnos que asisten al establecimiento viven en departamentos sin patios.

"Por ello, transformar el colegio en una gran plaza es algo que cobra mucho sentido", agrega la profesora del primer ciclo Nora Arias.

Luego del desarrollo del huerto, financiado en parte por la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama), la comunidad escolar dio otro salto. Comenzó un proyecto para obtener energía solar a base de desechos, edificó una pérgola al medio del patio y levantó una plaza de 120 metros cuadrados, donde los profesores realizan clases al aire libre.

La profesora señala que estos espacios no sólo sirven para asignaturas del área de las ciencias. Por ejemplo, para enseñar lenguaje, ella pide a sus alumnos que busquen elementos de la naturaleza que empiecen con ciertas letras; o para artes, los niños dibujan una flor o los paisajes que observan en el mismo recinto. Además, cada semana, todos los cursos asisten dos horas al taller ecológico, donde aprenden sobre cuidado del entorno.

El director está contento. Dice que con estas iniciativas, el índice de violencia escolar bajó un 70% y los estudiantes han subido en 35 puntos los resultados Simce en los últimos 10 años. "Al mejorar el clima escolar, mejora lo académico", agrega Chacón.

La escuela cuenta, además, con una certificación de sello verde emitida por la Conama, gracias a su orientación al cuidado y mantenimiento del medioambiente. "Antes nos daban láminas para aprender las partes de una planta o cómo se planta una semilla. Ahora no sólo las analizamos nosotros mismos, sino que lo hacemos en nuestro propio laboratorio", señala, orgulloso, Nicolás Retamal, alumno de séptimo año.

A pesar de los logros, los alumnos y profesores tenían un sueño pendiente: tener áreas verdes en los espacios inutilizados, como techos y pabellones. En septiembre del año pasado inauguraron lo que denominan el "green roof" en uno de sus pabellones. Decidieron cambiar el opaco color del zinc del techo por pasto. En total, lograron tener 220 metros cuadrados más de áreas verdes.

La idea no es sólo recrear la vista. Con esto, el colegio filtra hasta el 95% del material particulado propio de la contaminación, produciendo oxígeno, y manejan la temperatura de las salas de clase de manera eficiente. De hecho, el techo absorbe hasta el 70% de las aguas lluvias.

El proyecto tuvo un costo de $ 120 millones, financiados por una empresa privada, en conjunto con el municipio de El Bosque.

La escuela Salvador Allende es el primer establecimiento municipal en Chile en tener techos verdes, además de plantas en todos los espacios, incluidos los baños. Esto ha ayudado a que la comunidad entera suba su autoestima, al entender que son un ejemplo en el país, y ha comprometido a apoderados y alumnos en el cuidado de sus árboles. "Si llega un alumno nuevo y les hace daño, se le explica lo que no debe hacer", agrega la profesora Arias.

El último logro es el reciclaje de agua. Con 420 m2 de áreas verdes, regar todas las plantas no era una tarea fácil.

En 2011 diseñaron un sistema de reciclaje de aguas grises que recupera el agua de los lavamanos, a través de bombas que acumulan en un pozo todo el líquido que antiguamente iba a parar directamente a la alcantarilla. Este mecanismo le ha permitido al establecimiento ahorrar el 40% del consumo en regadío.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.