La (estrafalaria) fórmula para verse más poderoso que el resto




LA ESCENA: clases en la Escuela de Negocios de la U. de Harvard en Boston (EE.UU.). Los alumnos se sientan y esperan a quien la dicta. Al maestro. De pronto aparece la profesora e investigadora de comportamientos sociales Francesca Gino. Viste como lo hace la mayoría de las profesoras en Harvard, con un traje de dos piezas. Sobrio. Salvo por un detalle: lleva puestas unas zapatillas Converse rojas (las que puso de moda Kurt Cobain). "Era una elección extraña, lo que quedó bastante claro por las miradas que recibí de mis colegas camino a dictar la clase", cuenta Gino a Tendencias.

La excentricidad de Gino tenía un propósito. La investigadora trataba de darle la vuelta a algo que aprendemos desde muy chicos y que parece indesmentible: seguir convenciones sociales nos retribuye beneficios. Algo para lo que estamos cableados y que se ve todos los días en colegios y oficinas del planeta, donde seguimos códigos escritos y otros tácitos respecto del comportamiento, la vestimenta y los gustos. Por eso vamos de terno a los matrimonios (aunque muchos lo odien) o tratamos de cuadrarnos con la opinión general. Es parte del aprendizaje social, del saber encajar.

Eso era lo interesante de las zapatillas rojas de Gino. Eran conscientemente contrarias a lo que las convenciones dictaban sobre cómo debía vestirse una profesora de la Escuela de Negocios de Harvard (lo que en ciertos círculos se define como "desubicarse"). Aunque todo era parte de un experimento: al final de la clase, los estudiantes completaron un breve cuestionario en el que evaluaron la capacidad profesional y competencia de la profesora. "Por ejemplo, se les pidió que indicaran qué tan alto era mi estatus dentro de la jerarquía de la escuela y qué tan probable era que mi investigación fuera presentada en la revista Harvard Business Review", cuenta Gino sobre esta experiencia en la que los alumnos también respondían sobre qué tanto interés tenían de sobresalir.

Y los resultados fueron sorpresivos: los estudiantes sobrevaloraron el estatus de Gino dentro de la escuela, una reacción que fue aun notoria entre los alumnos con ganas de destacar. ¿Cuál era la clave? Las zapatillas rojas. La lectura que hicieron fue que sólo alguien importante podía usar ropa tan inapropiada. Sólo una persona con un poder que le permitiera asumir el costo de ir contra la norma social.

Estrafalarios

Las conclusiones son parte del estudio "The Red Sneakers Effect: Inferring Status and Competence from Signals of Nonconformity" (El efecto de las zapatillas rojas: cómo se infiere el estatus y la competencia a través de señales de disconformidad), que Gino realizó junto a las investigadoras Silvia Bellezza y Anat Keinan.

Los datos obtenidos por Gino en su aula fueron respaldados por otro experimento en el que se verificaron los códigos de vestimenta en las tiendas de lujo de la Via Monte Napoleone, en Milán, la calle más elegante y cara de Italia. En la investigación, se les pidió a vendedores de tiendas evaluar el estatus de sus clientes, los que en su mayoría estaban elegantemente vestidos salvo una excepción: una mujer de unos 35 años que lucía, a petición de las investigadoras, ropa de gimnasio y una chaqueta de mezclilla. Coincidentemente, fue ella a quien los vendedores catalogaron como la persona más poderosa que había visitado las tiendas, a pesar de no usar abrigos de pieles o joyas.

"Nuestro estudio mostró que desviarse de los códigos de vestimenta aceptados o normas sociales puede tener sorprendentes beneficios de estatus", explica Gino, agregando que "esto se debe a que el inconformismo a menudo tiene un costo social, por lo que la gente asume que las personas que violan las normas gozan de una posición lo suficientemente fuerte como para no estar preocupados por esos costos".

Un tercer experimento llegó a los mismos resultados. Alumnos de la Escuela de Negocios de Harvard debían identificar cuál profesor tenía mayor estatus entre dos personas muy parecidas. Ambos tenían 45 años y habían hecho carrera en una universidad de primer nivel. La única diferencia es que uno estaba correctamente afeitado y vestía con corbata, y el otro usaba y una barba de varios días. Sí, el elegido fue este último…

Silvia Bellezza, estudiante de doctorado en Harvard y coautora del estudio, dice a Tendencias que uno de los puntos relevantes de este fenómeno es cómo las personas externalizan estos comportamientos que los diferencian del resto. "La teoría sugiere que hay tres tipos principales de conducta inconformista", dice Bellezza.

El primero apunta a buscar elecciones creativas o únicas (como vestirse de forma colorida en, por ejemplo, un matrimonio), el segundo tiene que ver con decisiones que perturban las normas de conductas "apropiadas" (como ponerse una corbata en la cabeza en contextos de ese tipo). Por último, la tercera forma se expresa evitando la similitud con la masa (por ejemplo, no usar corbata en un matrimonio donde todos los hacen).

Lo llamativo es que este tipo de comportamiento acostumbra acarrear más beneficios que desventajas a quienes lo llevan a cabo. Según el neurosiquiatra David Weeks, autor del libro Excéntricos: un estudio de cordura y rareza y académico de la U. de Edimburgo (Escocia), las personas que acostumbran escapar de convencionalismos experimentan varios beneficios. En uno de los trabajos del investigador se pudo establecer que los excéntricos tienen menos enfermedades siquiátricas (como depresión) que el resto de la población. Además, visitan 20 veces menos al doctor en sus vidas, viven un poco más y consumen menos alcohol y drogas. ¿La razón? Al reprimirse menos, no sufren estrés. Así de simple.

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