La fórmula de los Garib para sobrevivir en el negocio textil

<P>Fuad Garib, recién premiado por Sofofa , repasa los 68 años de la familia en un negocio que ha visto desaparecer a sus grandes actores.</P>




En la calle Rodrigo de Araya, en Macul, está uno de los últimos bastiones de la industria textil chilena. Es una planta de 12 mil metros cuadrados, llena de fibras, hilados, telares y rollos de telas, que, a sus 82 años, el empresario Fuad Garib visita casi a diario.

Es un ambiente conocido para él. Su familia entró al negocio en 1944, cuando adquirió las Sederías Suiza, y en las últimas décadas ha resistido estoica en un negocio que ha visto derrumbarse a emblemas como Machasa, Bellavista Oveja Tomé y Textiles Pollak, ante las crisis económicas y, fundamentalmente, la competencia de productos chinos.

Garib sabe que la empresa que hoy dirige junto a su hermano Kamal es una excepción y revela que la tarea de la familia es cumplir, al menos, 100 años en el negocio. Recientemente, recibió el "Premio Hernán Briones al Emprendedor 2011" de parte de la Sofofa, donde es consejero honorario.

Según cuenta, las claves del éxito en los negocios se las reveló su padre, Elías, quien llegó a Chile en 1908 desde Palestina y no paró de emprender hasta que falleció, en 1946. "No hay que subir los precios, sino que bajar los costos; no hay que endeudarse más allá de lo que se puede pagar; la gente tiene que creer más en nuestra palabra empeñada que en nuestra billetera". Así resume la filosofía que explica la permanencia de la firma en un entorno complejo. "Los textiles representaban el 8% de la producción industrial antes de 1970 y hoy no alcanza a 0,5%. Somos casi los únicos, más o menos importantes, que vamos quedando", dice. Como dato, agrega que el sector llegó a generar 85 mil empleos y que hoy no supera los 2.000.

Otra clave para sobrevivir, afirma, ha sido reinvertir constantemente las utilidades para optimizar la producción. "Nunca nos hemos endeudado a un nivel superior a nuestro capital. Apenas arriesgábamos el 10% de nuestro patrimonio en comprar maquinaria. Es una filosofía que nos enseñó nuestro padre", explica.

La familia posee actualmente Hilados y Tejidos Garib (Hitega), Industria Textil La Reina e Industrial La Florida, que suman unos 330 trabajadores. Uno de los planes de los dueños es unificar en dos plantas (Macul y La Reina) la producción que hoy realizan en tres, para reducir los gastos fijos. Para ello, pusieron en venta el terreno de 8.600 metros cuadrados que ocupa la fábrica de La Florida. "Está pegada al Jumbo y creemos que puede tener más valor vendiéndola que si seguimos produciendo. Lo que hacemos allá no lo vamos a perder, lo traeremos a Macul", anticipa.

El año pasado, el grupo vendió entre US$ 18 millones y US$ 20 millones, tanto en Chile como en el extranjero. Una cifra bastante inferior a los US$ 36 millones de antes de la crisis asiática, cuando las exportaciones impulsaron sus números. Ahora, cuenta Garib, viven "un ralentí, un nivel de producción muy parejo".

Destaca, eso sí, que los ingresos han ido mejorando en los últimos años y que para este ejercicio esperan un alza de entre 10% y 15% en volumen y más aún en valor. "Las ventas están bien, pero hemos tenido períodos de rentabilidad mejores", señala, mostrando entusiasmado cómo la fibra y lana que recibe en enormes fardos se transforma en telas en la fábrica de Macul.

Garib fue gerente general de Hitega entre 1985 y 2007 y hoy es asesor del directorio. Comenta que la firma llegó a vender seis millones de metros de tela al año y que hoy coloca unos tres millones. Lo positivo, explica, es que hoy obtienen un mejor precio por las telas que producen, porque utilizan materia prima de mejor calidad.

Los Garib fueron de los primeros empresarios textiles en exportar. Partieron en 1985, con envíos a EEUU, y hoy, 30% de sus ventas las hacen también en mercados como Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador y México. En Chile, sus principales clientes son empresas que confeccionan uniformes corporativos y para las Fuerzas Armadas. Argentina concentra el 50% de los envíos, y por eso a Garib le preocupan las restricciones que ha puesto el gobierno a los productos importados.

El empresario decidió bajar su ritmo de trabajo en 2007, cuando dejó la gerencia general de Hitega y se enfocó en Industrial La Florida. Según cuenta, como es un "fanático de la producción", igual a veces visita las plantas algunos sábados y domingos. Su tiempo libre, que antes era escaso, ahora lo dedica a leer, jugar bridge en el computador y a navegar en Rapel.

A fines de la década pasada, la firma profesionalizó su equipo ejecutivo, aunque el directorio sigue estando en manos de los Garib. "Hay nietos y bisnietos del fundador, además de mi hermano Kamal. Yo soy asesor del directorio y me escuchan harto", cuenta.

El empresario es optimista respecto del futuro de la compañía. Lo que lo tranquiliza, cuenta, es que las nuevas generaciones tienen muy asumida la filosofía de no endeudarse y respetar la palabra empeñada. "Igual, a veces los escucho y creo que hablan en otro idioma, porque yo soy más almacenero para mis cosas. Llegué hasta sexto de humanidades y de ahí me fui a la fábrica, por eso soy muy técnico. Creo que hay pocas personas que sepan más de la industria textil que yo. Hay que saber cómo producir para que a uno no le pasen gato por liebre", aconseja.

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