La galería de Providencia donde se rinde culto al pasado

En el juego cotidiano de la compra y venta de antigüedades, a veces el ambiente se pone tenso en el caracol de Providencia con Bucarest, más conocido como Los Pájaros. Sobre todo cuando corre la noticia de que agentes de la PDI han ingresado al lugar para fiscalizar. Objetos religiosos incautados en una tienda; piezas arqueológicas decomisadas en otra. "Es parte del negocio últimamente, pero ha sido terrible, porque requisan, viene la prensa y se produce el escándalo. Después, todo vuelve a la normalidad", comenta Jaime Castro, uno de los pioneros de este centro comercial, a punto de cumplir 30 años.

La de este caracol es una historia de crisis y oportunidad. 1982 y la debacle económica dejaron a la recién construida galería sin habitantes. A alguien se le ocurrió reclutar a distintos anticuarios para que poblaran parte del edificio. No se les cobraría renta, sólo tendrían que pagar los gastos comunes. Fue una de esas ofertas que no se podían rechazar.

Uno de los convocados fue Víctor Figueroa, el anticuario amigo de Cecilia Bolocco. En total fueron 24. Para ellos, la galería caracoleada, con escalera casi teatral, ornamentada con jaulas de pájaros y un acuario, era ideal.

En la primavera de 1982 el centro comercial celebró su relanzamiento con una comentada fiesta encabezada por el alcalde de la época, Herman Chadwick. Fue un evento de los grandes. En los años siguientes, vino la apertura del mercado inmobiliario y la posibilidad de tomar créditos hipotecarios a 20 años. Así, los anticuarios se convirtieron en propietarios. "Eso ha sido clave para que este lugar se mantenga en el tiempo", dice Castro, socio de la tienda de Santiago Landman.

Los tres primeros niveles del edificio forman un corredor ascendente e iluminado de antigüedades. Entre las tiendas más conocidas se encuentran Bruce, Gabriel Carvajal, Guigoux y Santiago Landman. Los pisos más altos están ocupados por Fuenzalida Propiedades y otras oficinas.

Hasta allí llegan interesados en lámparas, muebles y cristalería. Muchas parejas jóvenes en busca de Art Decco o Art Nouveau, especialistas que mantienen un vínculo permanente con los locatarios. Además, deambulan los famosos "busquillas", actores clave para surtir el negocio. Ellos recorren el país olfateando lugares de dónde extraer objetos que después ofrecen a los locatarios. También se ve a uno que otro estudiante o dueña de casa interesados en vender algún tesoro familiar.

La arremetida del minimalismo -archienemigo de los anticuarios- en las tendencias de decoración dejó su huella en la galería. También la crisis asiática, en 1998. Para muchos, los 80 fue la década dorada. Castor Palmeiro, conocido actor del rubro, cuenta que entre 1975 y 1985 hubo una época de esplendor. "Los militares no tenían mucho pasado, y se lo hicieron, en parte, comprando antigüedades. Los de alto rango siempre buscaban objetos napoleónicos", recuerda.

En opinión de Jaime Castro, el mundo sencillamente cambió. "Ahora una persona puede gastar muchos millones en un auto, pero no en una antigüedad. Prefieren los viajes, las cirugías o los cubiertos de acero inoxidable, en vez de usar, por ejemplo, una cuchillería de plata Christoph".

El deterioro del barrio también ha hecho lo suyo. "Mucha gente con poder adquisitivo no baja a Providencia y tienes que salir a buscar la plata", reflexiona Castro. Es por eso que muchos inquilinos de Los Pájaros se desplazan los domingos hacia el barrio El Golf. Allí, en la Plaza Perú, ofrecen una muestra de sus colecciones. A veces les va bien. Otras veces, muy mal. Ricardo Pizarro, otro de los primeros en llegar a la galería, piensa que la transformación de Providencia en algún momento va a alcanzar al edificio. La construcción de la torre Costanera Center marca una pauta. "Van a comprar este inmueble y lo demolerán para construir una torre. Pero, para eso, falta todavía", dice.