La gran fiesta gaucha de argentina

San Antonio de Areco es el pueblo gaucho por excelencia de Argentina, que cada año celebra la fiesta de la Tradición, con jinetadas, dos mil gauchos y sesenta tropillas de potros desfilado por las calles.




YA EN LAS AFUERAS de San Antonio de Areco -a 112 km de la ciudad de Buenos Aires- aparecen los primeros signos del mundo rural de la pampa argentina: camionetas embarradas, silos cerealeros, molinos y mucha gente a caballo. Pero no hemos llegado en un día cualquiera: hoy es 8 de noviembre, la primera jornada de la Fiesta de la Tradición, la celebración gaucha más importante de Argentina.

Los gauchos van y vienen a caballo por las calles con sus ropas de gala, que también son de campo. Lucen sombreros y boinas, botas con espuelas de plata, cinturones con monedas incrustadas y filosos facones en la cintura.

La fiesta -que este año será del 8 al 10 de noviembre- está en su apogeo con los gauchos desfilando frente a la multitud llegada de varias provincias y viajeros de muchos países.

Uno de esos viajeros se acerca a preguntarme "¿qué es exactamente un gaucho?". Toda categoría cultural es en principio inexacta, pero al tratar de responderle veo que la del gaucho mucho más. Arranco por el final y con trampa: "El gaucho ya no existe, señor". Desorientado, el hombre me pregunta si entonces esto está armado para el turismo. Y le respondo que no: "Son todos gauchos auténticos, de verdad". Mi oyente se ríe y se dispone a escuchar la explicación.

El legendario gaucho de la pampa argentina encerraba en su singular estampa criolla esa mezcla de lo indígena con lo europeo, originada de la colonización. Aquellos mestizos de vida a la intemperie -"sin dueño ni patrón"- profesaban el culto del coraje.

Rápidos para desenvainar el puñal, creían que el resultado de un duelo estaba prefijado de antemano: uno de los contendientes desenfundaba el acero para morir. "El diálogo pausado, el mate y el naipe eran las formas de su tiempo'', aseveró el escritor Jorge Luis Borges.

A comienzos del siglo XIX esos "hombres sin ley" erraban por las inmensas planicies con soberana libertad, empleándose en las estancias ganaderas de manera temporaria. Cuando tenían hambre cazaban con sus boleadoras una de las miles de vacas salvajes que había en la pampa. Pero al surgir los alambrados, ese gaucho desaparece para convertirse en lo que es hoy: un peón de campo asalariado que anda a caballo.

El concepto del gaucho entonces ha variado, pero no ha desaparecido como tal. Y en la Fiesta de la Tradición de San Antonio de Areco se respira como en ningún otro lugar la evolución de esa cultura gaucha de antaño, actualizada a los tiempos actuales.

La Fiesta de la Tradición comienza el día viernes a las 21.30, cuando se enciende el fogón del histórico bar de campo -o pulpería- La Blanqueada. El fogón arde en el patio y toda la noche van llegando paisanos locales y de diferentes pueblos. Los tríos y cuartetos musicales animan la fiesta de manera espontánea con su música de ritmos como gato, triunfo, huella, triste y estilo. La animación sigue hasta la madrugada, todavía sin multitudes.

A lo largo del sábado el ambiente comienza a encenderse de a poco, con los gauchos llegando a caballo desde diferentes pueblos. Entre ellos están los que traen en solitario a su tropilla de caballos arreados muchos kilómetros sin necesidad de atar a uno solo. La "yegua madrina" dirige a la tropilla de potros machos con un cencerro, los cuales la siguen obedientemente (están en proceso de amanse). Una tropilla se compone de una docena de caballos y durante la fiesta llegan al pueblo setenta de estos grupos.

Para un gaucho es un orgullo tener una tropilla completa de animales del mismo pelo (color). Estos pueden ser overos (con un tono general claro y manchas oscuras que crecen de abajo hacia arriba), tobianos (como el overo, pero con manchas de arriba hacia abajo), gateados (con una crin que se extiende como una franja sobre el lomo hasta la cola), colorados, bayos, tordillos y pampas.

A medida que llegan por la mañana, las tropillas dan una vuelta al pueblo. Y lo más extraño es que al pasar frente a las autoridades municipales, cada tropilla da una vuelta en círculo, luego se forma en línea y los caballos agachan la cabeza al unísono en señal de reverencia.

En la tarde del sábado comienzan las competencias de destreza criolla. La jineteada es la prueba más tradicional, que consiste en montar a un caballo no domado. Al caballo se lo monta estando atado a un palenque y vendado. El jinete se sube y cuando está bien agarrado sueltan al caballo, que sale corcoveando de manera desaforada. El jinete dura unos segundos hasta que vuela por los aires.

El entrevero de tropillas del día domingo es una de las competencias más singulares, ya que se largan al ruedo a los setenta grupos de potros "entreverados". Entonces los amansadores ingresan a caballo llevando además a su yegua madrina con su cencerro. El primero que arma su tropilla y la encierra en un corral es el ganador (tardan 20 minutos).

La "piolada puerta afuera" es otra prueba muy popular que consiste en enlazar a un caballo desbocado antes que los demás contendientes. Además, hay carreras de sortija y cuadreras, que son a caballo por el campo abierto.

El domingo es el Día de la Tradición en sí, en homenaje al natalicio de José Hernández, autor del clásico de la literatura gaucha llamado Martín Fierro. Este es el día de la gran fiesta, que comienza a las 10:30 de la mañana con el desfile de dos mil gauchos y las tropillas. Al frente va "el abanderado", que luce una bandera patria y un caballo de raza con un elegante emprendado de plata (cabezada, freno, collar y prestal). Y por la tarde se hace la jornada final de las jineteadas.

El académico debate acerca de si el gaucho sigue existiendo parece saldado en San Antonio de Areco. Nadie les discutiría a esos hombres el derecho a llamarse gauchos. Don Segundo -un gaucho de sombrero y poblados mostachos- ata su caballo y me da su versión de lo que debe saber hacer un gaucho: "Muchos se ponen la pilcha -la ropa tradicional-, pero un verdadero gaucho tiene que saber tuzar un caballo (cortarle el pelo) y curarlo si se bichea, porque acá no lo llevamos al veterinario: lo curamos nosotros".

Martín -un gaucho joven de boina roja- define otras características: "Vos te das cuenta quién es un verdadero gaucho por la forma de vestir. El pañuelo en el cuello tiene que tener el moño básico bien hecho con nudo espuela, doblemente cruzado. Esto es incluso más importante que el tipo de trabajo que hagas. El gaucho que yo llevo adentro es electricista".

La fiesta es el gran evento anual del pueblo y cada persona prepara su caballo con devoción: lo tuza, lo desbasa (le lima los cascos y coloca las herraduras) y lo lava muy bien. Se desfila de manera individual, con las agrupaciones gauchas o en grupos de vecinos. Quienes no cabalgan abren la puerta de su casa y sacan sillas a la vereda para ver pasar los caballos con rondas de mate.

Es sabido que en las culturas la idea de pureza no existe. Muchos aquí se sienten gauchos porque son continuadores de una cultura de campo y por eso desfilan por genuina tradición, como lo han hecho sus padres, abuelos y antepasados aun más lejanos. Desfila casi todo el mundo, desde el dueño de una estancia hasta el peón o el repartidor de diarios. Pero todos ellos son los genuinos herederos del legendario título de "gaucho", al margen de cualquier purismo.

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