La guerra de El Hoyo y La Piojera por el "Terremoto"
<P>Dos picadas de Santiago se pelean el registro del nombre de este trago dulce y popular, pero despreciado por los críticos. Dos estudios de abogados esperan ganar un dictamen que divide aguas en el mundo criollo de la ciudad.</P>
Guillermo Valenzuela, socio de la tradicional taberna El Hoyo, que desde 1912 funciona en el barrio Estación Central, jura que esa dulce mezcla de vino pipeño y helado de piña conocida como "Terremoto" es un invento suyo. Dice que ocurrió a fines de los 70, que buscaba nuevos tragos para ofrecer y que intentó con mezclas de vino tinto y helado de frutilla, y luego blanco con helado de chirimoya. "Como eran cremosos, la leche se cortaba y se separaban los líquidos", cuenta. Hasta que dio con la fórmula, afirma: un vaso con ese mosto marrón, vino de rulo artesanal, nada de noble y sin filtrar, con un copo de sorbete de agua y piña flotando en la superficie, que engañador como él solo, es capaz de tumbar al bebedor más valiente.
La anécdota popular que salió de las pipas de calle San Vicente dice que sólo en marzo de 1985 se le dio nombre: "Llegaron al local unos reporteros alemanes que estaban cubriendo el terremoto y preguntaron cuál era el trago de la casa. 'Este es', se los ofrecí. Después que se tomó como tres, uno de ellos dijo '¡esto sí que es un terremoto!'. A partir de ese mismo día se empezó a vender así. Y el vaso más chico, la réplica".
En calle Ayllavilú, a pasos del Mercado Central, Hubert Bernatz Benedetti, dueño del bar La Piojera, que ha estado en su familia desde 1916, dice que no conoce esa versión, "porque aquí se inventa cualquier cosa". Afirma que el trago no le pertenece a nadie, que es antiguo y que "de repente" se hizo más famoso. Tanto, que bajo el parrón de su local se agrupan decenas de turistas, universitarios, obreros y oficinistas que lo único que tienen en común son los vasos de plástico con ese brebaje en la mano. "No sé dónde empezó, pero hace muchos años que lo estamos vendiendo con ese nombre", sostiene Bernatz.
A sólo ocho cuadras, en calle Moneda 975, lejos de la jarana popular de la "catedral de los guachacas" y ajenos a la sagrada trinidad de la chicha, chancho y pipeño de la familia Valenzuela, funcionarios de cuello y corbata deciden quién de los dos podría ser el dueño de este refresco telúrico. Ahí, en el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi), El Hoyo y La Piojera se disputan la marca "terremoto".
En El Hoyo son ortodoxos en la preparación: sólo pipeño y helado de piña bien aguado para que se mezcle y sea dulzón. El fernet es el agregado de La Piojera, que le da cierto amargor al brebaje. En el primero usan vino de Huarilihue, una localidad vecina a Coelemu. En el segundo, las garrafas vienen de Portezuelo, otra zona histórica del pipeño, a pocos kilómetros del anterior.
Una jarra grande puede sobrepasar los $ 5.000 en ambos bares y a la hora de mayor asistencia es, lejos, el trago más pedido por los comensales. Su éxito podría explicar el interés de ser el dueño de la marca.
Valenzuela cuenta que nunca se dio tiempo para inscribir el nombre del que llama su "creación" y que recién el año pasado se acercó al Inapi. La solicitud la hizo el 28 de septiembre de 2009, pero apenas una semana después (5 de octubre) apareció otro interesado en inscribirla: Hubert Bernatz Benedetti. Recién el 4 de enero se publicó en el Diario Oficial la petición de El Hoyo, para que cualquier chileno manifestara su opinión. Y quien se opuso, claro, fue Bernatz. "Es el trago que más vendemos y sería complicado si no nos dejaran usar el nombre. No hemos dicho que seamos los inventores ni los dueños de la palabra. Es para que nos dejen trabajar tranquilos con el 'terremoto", explica.
Aunque en la vereda legal se disputen hasta la última letra de la codiciada marca, ambos descartan que haya rivalidades. Claro que, muy a su estilo. Mientras en El Hoyo sacan a relucir diplomas gastronómicos, lucen con orgullo las fotos de Anthony Bourdain (que "terremotos" se tomó varios cuando visitó el local en 2009) y aseguran que "nuestro negocio es de mucho público y toda la gente nos quiere copiar", en La Piojera contestan que "no tenemos competencia" y que por sus comedores han pasado cuatro presidentes en ejercicio: Arturo Alessandri Palma, Juan Antonio Ríos, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende.
Enfrentados o no, alguna vez tuvieron una relación directa: el padre de Valenzuela le compraba chicha al abuelo de Bernatz, que tenía una viña en Conchalí, cuando esa comuna era campo. Luego, las familias nunca más hicieron negocios, aunque como anécdota cuentan que sus hijos se toparon a hace poco cuando estudiaban en la Scuola Italiana.
Lo curioso es que la "guerra" de estas populares picadas tiene enfrentados ahora a dos de los estudios de abogados más prestigiosos del país: Carey, por la familia Benedetti, y Alessandri, por los Valenzuela.
"Creo que se está confundiendo lo que es una marca genérica, de una marca famosa y notoria. El consumidor la asocia a El Hoyo, como creada ahí. Estamos representando al creador de la marca", dice el abogado Felipe Schuster, del estudio Alessandri. "La oposición no se basa en el supuesto carácter genérico que tendría la denominación 'terremoto', sino por el contrario, se funda en que dicha expresión fue creada con anterioridad y usada en el mercado por La Piojera", señala Fernando García, abogado de Carey y Cía.
¿Quién tiene la razón? Difícil de descubrir. Algunos dicen que hay antecedentes de tragos similares en el siglo XIX. Incluso, Olga Budge de Edwards alude a un cóctel de pulpa de piña, vino blanco y jerez, servido bien helado, en su libro "La Buena Mesa" (página 525) de 1935.
"No sé cuál es anterior, aunque el trago me parece bastante malo", opina el cronista gastronómico Augusto Merino. "El terremoto existía en La Piojera desde fines de los 60. A mí, eso sí, me parece indigesto y peligroso, pero el que se lo atribuya tiene que mostrar pruebas", agrega el crítico César Fredes.
Más allá de su origen, podría haber una salida al conflicto. Valenzuela asegura que no prohibiría el uso de la marca y Bernatz dice que si es así, no habría problemas. Por ahora, se miran de lejos. El primero no ha pisado La Piojera en su vida, aunque su competidor sí visitó El Hoyo el año pasado: "La comida era rica, aunque me atendieron mal".
¿Y probó el terremoto de allá?
No, es que yo no tomo. De hecho, no he probado nunca el terremoto.
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