La herencia de Nicolasa Quintremán
<P>Una cabaña de dos pisos con ventanas con protección colinda con mesas de madera para los turistas que llegan a acampar a un lugar con capacidad para 30 carpas. Es el camping que la fallecida dirigenta pehuenche -símbolo de la oposición a la central hidroeléctrica de Ralco- financió con parte del acuerdo suscrito con Endesa en 2002, año en que Quintremán inició un comentado autorretiro. </P>
cceder al camping de las hermanas Quintremán es prácticamente una travesía. Ubicado a más de 270 kilómetros de Concepción y a 60 de la cordillerana comuna de Alto Biobío, la ruta pavimentada termina a poco andar, dando paso a un camino pedregoso, con letreros que advierten de posibles derrumbes desde escarpadas rocas. La vegetación dominada por araucarias va de a poco dando paso a la laguna artificial que inundó 35 mil hectáreas para hacer funcionar Ralco, la central hidroeléctrica que tras cinco años de oposición de las comunidades pehuenches de la zona, la española Endesa inauguró en 2004.
Corderos, chivos y perros se cruzan a ratos por el camino zigzagueante, que deja ver los últimos restos de nieve cordillerana. Tan difícil como acceder al lugar es encontrarse con un bus de pasajeros. Pese a ello, los paraderos abundan en la ruta y en uno de ellos un letrero advierte la llegada al lugar del funeral de la más recordada opositora a la hidroeléctrica: "Bajada a casa ñaña (forma de llamar respetuosamente a una mujer mayor) Nicolasa Quintremán", se lee en letras dibujadas sobre una caja de cartón desarmada.
Para llegar al cementerio pehuenche, inundado tras la apertura de las compuertas de la represa, hay que salir de la ruta y adentrarse un poco más de cinco kilómetros. Allí, hace una semana, se sepultó a Nicolasa, la menor de las dos hermanas Quintremán. La mujer de 74 años fue encontrada muerta la mañana del pasado 24 de diciembre, sobre las aguas del embalse contra el que protestó, tras caer accidentalmente -según su familia y la fiscalía-, producto de la ceguera provocada por un avanzado glaucoma.
Su figura y su característico rostro enrojecido con lápiz labial se hizo conocido a partir de 1997, cuando junto a su hermana Berta y a otras familias de la zona de Alto Biobío prolongaron durante años su negativa a permutar las tierras que les pertenecían para que fueran inundadas por la represa.
"No tengo miedo y no me moveré de mi tierra y mis raíces. No salgo ni por oro", dijo Nicolasa en 1997, mientras dejaba en La Moneda una carta al entonces Presidente Eduardo Frei. De ahí en adelante, su estilo confrontacional y las llamativas protestas que lideró junto a su hermana, como la toma de la casa del entonces arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, en 2001, le otorgaron conocimiento y algún apoyo internacional, llegando incluso a plantear sus demandas ante el Parlamento Europeo, en Bruselas.
Pero tras años de oposición y cuando sólo quedaban cinco familias que persistían en su negativa a permutar sus tierras, Nicolasa sorprendió a los grupos de apoyo e incluso a su propia hermana Berta. El 12 de diciembre de 2002, la menor de las Quintremán firmó con Endesa un compromiso, en el que junto con aceptar la entrega de sus tierras, también daría inicio al término de su rol como dirigenta mapuche visible. El acuerdo contemplaba la permuta de 3,7 hectáreas de su terreno en Alto Biobío por 77 hectáreas, en un predio que ella luego escogió en la comuna de Santa Bárbara, distante a 120 kilómetros de su hogar original. Además, Endesa le entregaría $ 200 millones, una vivienda, infraestructura productiva y asistencia técnica.
Tras el acuerdo y luego de que Endesa superó problemas legales con sus permisos ambientales, el resto de las familias y su hermana Berta también aceptaron permutar sus tierras. Nicolasa, por su parte, acusó que la dejaron sola. Junto a su hijo, Víctor Torres Quintremán, iniciaría una etapa de progresivo retiro y aislamiento.
En el camino entre Santa Bárbara y Ralco, en un predio que colinda con plantaciones forestales de Mininco y Celco, se encuentra el fundo Santa Inés, las tierras que Nicolasa recibió tras firmar el acuerdo con Endesa y a las que se fue a vivir en 2006.
Allí, según relata Juan Luis Maripe, uno de sus sobrinos, la mujer vivía gran parte del año junto a su hijo Víctor, a quien le decía "guato" (persona única)y su nuera Carmen Paine. Durante los veranos y en algunos fines de semana, como lo hizo cuando murió tras caer al lago artificial, la ex dirigenta subía al camping en Alto Biobío administrado por el hijo de Berta, Eduardo Cáceres Quintremán, en el trozo de su tierra original que no fue inundado. En el sitio existe una cabaña de dos pisos, de madera, con ventanas con protección. No más de 200 pasos separan la puerta de esta casa del lago Ralco, trayecto en que se encuentran mesas de madera para los turistas que llegan a acampar al lugar que tiene una capacidad para colocar 30 carpas.
Además del camping y la cabaña, Nicolasa Quintremán utilizó los $ 200 millones que recibió de Endesa para comprar cinco caballos, 15 vacas, dos camionetas, un taxi, un microbús de recorrido urbano en Concepción y construyó su nueva casa, relata su hijo Víctor Torres. De lo que adquirió, hoy sólo quedan los animales y una camioneta. La otra camioneta, una Chevrolet Trail Blaizer, de $ 29 millones, fue volcada por Torres a 11 días de adquirirla, el año 2004, y se convirtió en chatarra. El microbús lo vendieron y el taxi fue rematado, luego de que el conductor al que se lo entregaron lo chocó.
En esas tierras, la "ñaña" mantenía una rutina estricta. Se levantaba cerca de las 7.30 de la mañana, hacía rogativas antes de que saliera el sol y su familia le preparaba mate amargo. Según su nuera, escuchaba radio y algunas veces la televisión. Hasta su muerte, recibía una pensión básica de $ 80 mil y vivía de la venta de los animales que tenía en su nuevo fundo, como corderos, por los que cobraba $ 38 mil. A pesar de su ceguera, la menor de las Quintremán se mantenía con buena salud. "Estaba bien, se alimentaba bien, lúcida, muy sabia. Reclamaba mucho cuando sabía que detenían a un mapuche", recuerda Paine.
En un recorrido por las 77 hectáreas del predio de Santa Bárbara, aparecen 15 vacas y 11 caballos, a los que se sumaba su yegua "Lamparín", que en línea con la tradición mapuche fue sacrificada tras la muerte de su dueña y su carne ofrecida a los asistentes al funeral. La falta de recursos, la sequía, explica el hijo de Nicolasa, no les permiten plantar trigo. Por ello, además de los animales y la casa, en el campo hoy sólo se ven árboles y un manto color amarillo producto de las malezas secas.
Al interior de la vivienda de Santa Bárbara aparecen fotografías de Segundo Quintremán, padre de Berta y Nicolasa, videos VHS con entrevistas que le realizaron y algunas condecoraciones que recibió en Europa y Estados Unidos. Los objetos -que fueron colocados al interior de su tumba- eran usados por Nicolasa para contar a sus familiares de menor edad las historias de cómo se los habían entregado.
Pero durante los años que siguieron al acuerdo con Endesa, el reconocimiento y lo llamativo de su figura se convirtieron en un recuerdo más para Quintremán. "Ella fue más importante a nivel nacional que dentro del mismo territorio. Acá la lucha de ellas se vio como algo personal. Yo creo que ellas no ganaron, porque haber negociado con Endesa las perjudicó dentro de acá", asegura Félix Vita, ex alcalde de Alto Biobío, quien también fue parte de la oposición a la represa.
La situación tras el acuerdo y la distancia de sus nuevas tierras con la comunidad de Alto Biobío propiciaron un lento alejamiento de Nicolasa Quintremán. "Si bien nunca he escuchado entre sus pares una crítica ácida, ella se aisló. Ella era la líder y en algún momento la quebraron", asegura Roberto Celedón, abogado que acompañó a las hermanas en su oposición a Ralco.
En los próximos días, Nicolasa Quintremán participaría de una nueva reunión con autoridades de gobierno. El objetivo, cuenta el director nacional de la Conadi, Jorge Retamal, era avanzar en lo que califica como deudas del acuerdo que Endesa asumió con las familias erradicadas de Alto Biobío.
La autoridad asegura que "hubo promesas que no se cumplieron. Por ejemplo, a la familia Quintremán y a otras familias se les ofrecieron casas de un metraje que finalmente no se cumplió". Los reclamos de Retamal también fueron compartidos en el funeral de la "ñaña". Por su parte, el hijo de Nicolasa, Víctor Torres, asegura que Endesa no cumplió con levantar las viviendas, por lo que su madre tuvo que utilizar parte de la compensación económica en construirlas.
Uno de los puntos que más habían reclamado las hermanas Quintremán y las otras familias es la escasez de agua en los predios entregados y la falta de la colaboración prometida para desarrollar labores agrícolas, lo que se materializaría en un fondo de 1.500 UF. Según los familiares de Nicolasa, ella nunca recibió ese beneficio.
Además, el último de los reclamos estuvo enfocado en el llamado "sitio 53", cementerio mapuche de cerca de 700 tumbas que resultó inundado tras la apertura de las compuertas de la central Ralco en 2004.
Desde Endesa Chile, aseguran que tanto los compromisos asumidos con Nicolasa Quintremán, como los adquiridos con los otros cuatro opositores se cumplieron. Al detallar las obligaciones, la empresa indica que falta la entrega a la Conadi de 2 de los 4 saldos de terrenos originales que no alcanzaron a ser anegados y que están en etapa de cumplimiento de cinco medidas compensatorias por la inundación del cementerio, entre ellas la instalación de un hito memorial en el lugar.
En el caso específico de la fallecida pehuenche, la compañía afirma que se le entregaron suelos "aptos para cultivos agrícolas" y que en 2009 se terminó de otorgar la totalidad de las 1.500 UF de fondo productivo tras lo cual "no se recibió solicitudes de asesoría o asistencia técnica por parte de ella". Con respecto a la supuesta vivienda, Endesa Chile indica que "no se comprometió su entrega".
A quienes sí Quintremán solicitó respuesta fue a la Forestal Mininco, cuya plantación colinda con el predio que recibió de la empresa eléctrica en Santa Bárbara. Según cuenta su hijo, la ex dirigenta se quejaba de que la altura de la plantación forestal no le permitía el ingreso del sol a sus plantaciones. La encargada de canalizar la molestia fue su nuera Carmen Paine, quien el 7 de octubre pasado firmó un acuerdo con el jefe del área patrimonio de la forestal, Eugenio Hernández.
En una hoja arrancada de un cuaderno y escrito a mano, la empresa se comprometió a apoyar a la familia con medicamentos para los animales, la instauración de un programa de criado de ganado, madera y aporte en trigo, todo desde inicios de este año.
Hernández asegura que el acuerdo es parte de las políticas de apoyo de la empresa y que nada tiene que ver con algún reclamo en particular. "Nos habíamos reunido con ellas antes. El año pasado nos pidieron ayuda con postulación a becas para estudiantes. En otras oportunidades nos han venido a pedir ayuda para reparar las viviendas", afirma el encargado de la empresa.
Víctor, el hijo de Nicolasa, será ahora el encargado de cuidar lo que su madre recibió por el acuerdo con Endesa y de recibir los beneficios que aún quedan pendientes. Asegura que semanas antes de que la mujer pehuenche muriera, le había dicho que quería traspasarle 40 hectáreas de su tierra. Sin embargo, los papeles del dominio del predio, necesarios para el traspaso, fueron dejados en la tumba junto con las otras pertenencias de la "ñaña". Hoy, mientras cuida a los animales, Víctor piensa en cómo resolver ese problema.R
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