La historia de Dignitas, la clínica suiza que realiza suicidios asistidos
<P>Los últimos 11 años, más de 840 personas han muerto bajo su techo. Dependiendo del procedimiento elegido por el paciente, la clínica puede llegar a cobrar hasta US$ 10 mil por sus servicios.</P>
"Dignitas necesitaba asegurarse que mis padres estaban absolutamente convencidos de lo que querían hacer y hasta el minuto antes de morir ellos tuvieron la posibilidad de arrepentirse... Tuvieron una vida maravillosa y todo fue tranquilo y digno, yo siempre sabré que tuvieron una muerte en paz, juntos, tal y como querían". Con estas palabras, Boudicca Downes, hija del prestigioso director de orquesta británico Edward Downes (85) describió por qué ella junto con su hermano, Caractacus, decidieron apoyar la decisión de sus padres de morir en la clínica suiza Dignitas, la única que permite a extranjeros someterse a un procedimiento de muerte asistida.
Downes y su esposa Joan (74) viajaron a mediados de julio pasado hasta las oficinas del recinto dirigido por el abogado y periodista Ludwig Minelli, de 76 años, para morir juntos. Ella tenía un cáncer terminal y él, pese a tener problemas para escuchar y ver, estaba en buenas condiciones de salud, pero se negaba a seguir viviendo solo y sin la mujer con la que había pasado los últimos 54 años de su vida. El caso impactó a Reino Unido y volvió a revivir los cuestionamientos a la metodología y procedimiento usado por Dignitas con sus pacientes. Más aún, volvió a desatar controversia, porque la eutanasia no sólo está siendo aplicada en casos de enfermedades terminales o crónicas sino que también en quienes, sencillamente, no desean seguir viviendo.
Fundada por Minelli en 1998, Dignitas -en Zürich- refugia su actuación en la legislación suiza que establece que un suicidio asistido sólo podrá ser perseguido penalmente si quien actúa lo hace por interés personal en el caso. Este punto permite a la clínica justificar su acción, ya que presta ayuda a los pacientes por razones "altruistas" o en palabras de su director: "vivir con dignidad y morir con dignidad". Incluso, Minelli se asegura de que se graben los suicidios asistidos y los pacientes firmen toda clase de consentimientos donde desligan de toda responsabilidad penal a Dignitas. Si bien existen al menos otras cuatro instituciones de salud en Suiza que realizan suicidios asistidos, la clínica de Minelli es la única que acepta pacientes extranjeros.
Si bien no existe claridad de cuántas personas han muerto en Dignitas, en marzo de 2008 el director de la clínica reconoció en una entrevista con una revista alemana que había ayudado -a esa fecha- a 840 personas, en su mayoría alemanes y británicos. Downes y su esposa fueron los pacientes 116 y 117 de Reino Unido. Cada paciente paga entre US$ 5.700 y US$ 10.000, dependiendo de si quieren también los servicios funerarios.
Acusaciones contra Minelli
Pese a que los socios de Dignitas suman más de seis mil personas en todo el mundo -los que pagan una membresía de poco más de US$ 215, para poder acceder al servicio-, desde 2005 Minelli ha enfrentado serios cuestionamientos, luego que una ex enfermera denunciara que él se quedaba con los restos y pertenencias no reclamados de los pacientes. Según la ex secretaria de Dignitas, Soraya Wernli - quien trabajó en la ciudad entre 2003 y 2005-, Minelli lanza las cenizas y pequeños restos de huesos al lago de la ciudad de Zürich.
De acuerdo con las acusaciones de la ex funcionaria, quienes viven cerca del lago fueron los primeros en dar las voces de alerta, asegurando que en varias ocasiones vieron a un hombre sacar 20 o más cajas desde la maleta de unos vehículos y esparcir las cenizas de pacientes cremados. Entre otros antecedentes, Wernli dijo que en una ocasión, el director de Dignitas le pasó una bolsa llena de relojes, billeteras, joyas, dinero. Todo eso pertenecía a pacientes muertos y Minelli se negaba a enviárselo a sus deudos.
La ex funcionaria agregó que dio información por varios meses de las actividades de Minelli a la policía, sin que ésta pudiera encontrar delitos por qué denunciarlo.
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